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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que en todo el mundo, uno de cada 100 niños tiene autismo. Si bien, esto corresponde a una cifra media y estimada, cada vez existen más estudios donde se afirma que existe una alta prevalencia del autismo alrededor de todo el mundo.
El autismo constituye un grupo de afecciones diversas relacionadas con el desarrollo del cerebro. Si bien, las características pueden detectarse en la primera infancia, por lo general el autismo no se diagnostica hasta mucho más tarde.
En esa misma línea, es fundamental comprender que cada vez existen más actualizaciones y desafíos entorno al autismo. Es por ello que en este cluster realizado por Adipa se profundizará en qué es el autismo, su historia, como también, terminologías, clasificaciones y, crucialmente, en la creciente comprensión del autismo femenino.
¡Te invitamos a seguir leyendo!
Disclaimer: El autismo se define tanto por el DSM-V como por la CIE-11 como “Trastorno del Espectro Autista” (TEA). Aunque algunas comunidades autistas sostienen que el autismo es más adecuadamente considerado como una condición en lugar de un trastorno, hay quienes aún utilizan el término “TEA” para referirse tanto a la condición como a sí mismos. Por lo tanto, en este cluster, hemos decidido privilegiar términos como autismo o espectro autista. Sin embargo, es posible encontrar el término TEA en información proveniente de la evidencia científica, otros sitios y comunidades autistas.
Según la Comunidad del Autismo en Chile, el autismo o también conocido como Espectro Autista, es un amplio rango de condiciones caracterizados (en mayor o menor grado) por dificultades en las interacciones sociales, comunicación verbal y no verbal y comportamientos repetitivos.
Aunque no se ha identificado una causa única y definitiva del autismo, existen evidencias de factores genéticos y ambientales que pueden contribuir a su aparición. En esa misma línea, es importante destacar que las capacidades y las necesidades de las personas autistas varían y pueden evolucionar con el tiempo.
Según el Manual Diagnóstico y Estadística (DSM) en su quinta versión, el autismo es definido como Trastorno del Espectro Autista (TEA), está caracterizado por dificultades persistentes en las siguientes áreas:
Para las comunidades autistas, las personas que están en el espectro pueden ser muy diferentes dentro de sí, ya que se diferencian en dimensiones tales como el nivel de lenguaje, nivel cognitivo y el nivel de apoyo que necesitan. En cuanto a este último punto, el DSM-5 establece que el TEA se divide en tres niveles:
Fuente: Organización Mundial de la Salud y Revista Chilena de Pediatría.
El autismo fue reconocido en 1980 por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) como un trastorno del desarrollo. No obstante, antes de esto, el autismo tuvo una larga trayectoria como también investigaciones para ser incluido y reconocido dentro del área de la salud mental.
Según la Fundación ConecTEA, existen diversos casos documentados del autismo y/o que correspondían a la sintomatología autista desde 1747. A pesar de ello, el término autismo aparece por primera vez en la monografía Dementia praecox oder Gruppe der Schizophrenien redactada por Eugen Bleuler en 1911 donde hace mención al autismo como un rasgo de esquizofrenia y “vida interior”.
Desde este punto, existen distintos aportes y cronologías sobre el autismo. Si bien, la primera descripción científica sobre el autismo lo hizo la psiquiatra soviética Grunia Efimovna en 1925, esta investigación no obtuvo visibilidad. Entre las investigaciones que sí fueron reconocidas mundialmente, se encuentra el psiquiatra Leo Kanner que en 1943 se refirió a los “Trastornos autistas del contacto afectivo”.
Asimismo, el psiquiatra suizo Hans Asperger, a quién se le acusa de plagio a Grunia Efimovna Sukhareva (según la periodista Lina Zeldovich en Spectrum News), en 1944 denominó el autismo como “psicopatía autista” y realizó diversas investigaciones en esta área.
A pesar de los distintos aportes y publicaciones de profesionales sobre el autismo, estos pasaron desapercibido hasta que en 1980 aparece la Doctora Lorna Wing quien acuñó el término de Síndrome de Asperger y la concepción del autismo como un espectro.
En 1980 con la publicación del DSM-III (43), se incorporó el autismo como categoría diagnóstica específica. No obstante, en los años posteriores se realizaron diversos cambios y criterios sobre el autismo en este manual. E incluso, entre los años 1994 y 2000 se definían 5 categorías de autismo. En la actualidad, el DSM-V de 2013 hace desaparecer los 5 tipos de autismos y lo define como “Trastorno del espectro autista” y se clasifica en tres grados dependiendo de las necesidades de apoyo.
De seguro has notado que algunas comunidades autistas utilizan el símbolo infinito de color arcoíris pero ¿Qué significa? Este símbolo representa el significado de esta condición, ya que el autismo es considerado como un espectro donde esta gama de colores que es el arcoíris, representa la gran diversidad como singularidad que existe dentro de la comunidad.
Asimismo, otras comunidades y personas optan por el infinito de color dorado, ya que representa el “oro” que en la tabla periódica se abrevia con letras (Au), siendo también las primeras letras del autismo.
Si bien, durante muchos años se utilizaba una “pieza de puzzle” o un “lazo como puzzle” para personificar el autismo y la inclusión social, diversas comunidades han rechazado estos símbolos. Según ellos, porque representar el autismo como un rompecabezas puede entregar el mensaje erróneo y negativo de que las personas autistas están incompletas y deben obligarse a encajar para ser aceptados. Asimismo, existen distintas polémicas entorno a quiénes crearon estos símbolos.
♾️ En cualquier caso, el empleo de símbolos para representar una condición tiene como objetivo aumentar la conciencia, en este caso sobre el autismo, de manera accesible y universal. Esto también facilita que las comunidades y las personas autistas puedan identificarse con mayor claridad y abogar por sus derechos de forma más efectiva. Por lo que la invitación es a utilizar los símbolos que más representen la identidad de las personas autistas y que las haga sentir cómodas.
Fuente: Adipa
Las palabras nos ayudan a describir el mundo. Sin embargo, también pueden estar sesgadas y/o generar estigmas sobre personas, comunidades y condiciones. En este caso, el autismo, como hemos visto hasta el momento, se actualiza continuamente y por ende, también se van transformando ciertos términos y expresiones.
Mantener un buen uso del lenguaje permite desterrar prejuicios sobre esta condición y que las personas en el espectro puedan sentirse cómodas. A continuación, te dejamos algunas terminologías sobre el autismo que se han utilizado y cuáles son las maneras correctas de decirlo:
Fuente: Adipa
El Síndrome de Asperger, también conocido como Asperger, se utilizaba para referirse a “un tipo de autismo” dentro del espectro. No obstante, este ya no se reconoce ni se utiliza como diagnóstico. Este término fue quitado en la actualización del Manual DSM-V en 2013 y pasó a ser parte de un sólo diagnóstico: Trastorno del Espectro del Autismo.
Esto se explica principalmente por dos razones. En primer lugar y como mencionamos anteriormente, se recurría al término Asperger para distinguirlo y diferenciarlo de otros espectros del autismo, a pesar de que el autismo es en realidad un espectro diverso que abarca una amplia gama de necesidades y características.
Por otro lado, tal y como lo plantea Teletón, existe también un origen más ético de por qué muchas comunidades autistas optan por no utilizar ni apropiarse del término “Asperger”. Esto tiene estrecha relación a que el Dr. Hans Asperger, quien dio nombre a este “síndrome”, tiene una historia vinculada al nazismo y experimentación con niños. Asimismo, se le ha acusado de plagiar el trabajo de Grunia Efimovna Sukhareva según un artículo de Spectrum News.
A pesar de la eliminación del Asperger como diagnóstico del DSM-V y de diversas instituciones médicas y de salud mental, dentro de las agrupaciones autistas se hace un llamado a que cualquier persona que se sienta identificada con este término, pueda seguir utilizándolo ya que son ellos quienes deciden como ser nombrados e identificados.
El autismo ha sido incluido dentro del Manual Diagnóstico y Estadística (DSM) de los trastornos mentales de distintas formas y características. Esta evolución se debe principalmente a las recurrentes investigaciones y actualizaciones en el área.
El autismo estuvo presente en el DSM-I y DSM-II pero como un “síntoma de esquizofrenia”. En 1980 se incluyó el autismo dentro de trastornos generalizados del desarrollo y se definió como “Trastorno Autista”. Luego en el DSM IV-R y DSM IV-TR se decide seguir categorizando el autismo dentro de los Trastornos generalizados del desarrollo pero esta vez, clasificándolos como: Trastorno Autista, Trastorno Desintegrativo Infantil, Trastorno generalizado del desarrollo no especificado, Síndrome de Rett.
Actualmente el DSM-V publicado en 2013 opta por referirse al autismo como un “Trastorno del Espectro del Autismo” dentro de los trastornos del desarrollo neurológico. En su clasificación, considera:
Fuente: Manual Diagnóstico y Estadística (DSM).
Al igual que el DSM-5, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) – 11 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) también recoge el autismo como una única categoría denominada “Trastorno del Espectro Autista” (TEA) y da cuenta de la inclusión de la perspectiva del neurodesarrollo en los trastornos.
Los manuales de la OMS y la CIE se utilizan en más de 110 países. En este caso, el CIE-11 Incluye dos características nucleares del “TEA” que abarca: las dificultades para la interacción y la comunicación social, y los intereses restringidos y comportamientos repetitivos.
En esa misma línea, se describe este espectro como un grupo complejo de trastornos comportamentales y cognitivos del desarrollo cerebral, con una etiología que abarca factores ambientales y genéticos.
Como hemos mencionado, el autismo es una condición de origen neurobiológico. Es importante recalcar que no existe un biomarcador asociado al autismo para detectarlo mediante un examen de laboratorio. Sin embargo, el avance científico ha permitido describir el espectro autista desde sus características neurobiológicas.
A continuación, te dejamos algunas bases neurobiológicas descritas por las y los autores Marta Martínez-Morga, Mari Paz Quesada, Carlos Bueno, Salvador Martínez :
Genética
Es frecuente que las personas autistas presenten antecedentes de autismo en sus padres. Además, existe mayor riesgo de presentarlo en hermanos, y una mayor concordancia en gemelos monocigóticos. Estudios han establecido que serían varios genes los que están implicados en el desarrollo del autismo.
Epigenética
Factores ambientales pueden llevar a la activación o inactivación de los genes vinculados al autismo, generando la expresión de este.
Embarazo
Progenitores de edad avanzada, presencia de diabetes gestacional, enfermedades autoinmunes (celiaquía, lupus), consumo de sustancias, cuadros infecciosos, partos prematuros, bajo peso al nacer y desarrollo de Encefalopatía hipóxico-isquémica (EHI) están asociados a un mayor riesgo de presentar autismo.
Neuroanatomía
Se ha detectado que es frecuente en niños/as autistas un crecimiento acelerado de la cabeza y del volumen del cerebro, y, a su vez, un aumento en la sustancia blanca y disminución de la sustancia gris, especialmente en el lóbulo frontal. Además, se han observado un tamaño levemente disminuido del cuerpo calloso, el cerebelo y la amígdala. El Autismo frecuentemente se asocia a Epilepsia.
Factores ambientales
Estudios señalan que algunos factores ambientales como la polución, uso de pesticidas – agroquímicos, y dietas con déficit de omega 3 desencadenarían respuestas inmunes, inflamatorias, estrés oxidativo, entre otros, que favorecería la expresión de aquellos genes asociados al Autismo
Diferencias funcionales
Se ha desarrollado una hipótesis que sugiere una posible hipoconectividad neuronal, o bien, conexiones neuronales anómalas en personas autistas. Recientemente, se han estudiado deficiencias en las neuronas espejo de personas autistas. Por otra parte, en este grupo se han identificado alteraciones en el reconocimiento facial y el procesamiento de miradas.
Cada vez con el avance en la medicina van apareciendo más estudios respecto al autismo y por ende, más evidencia científica sobre bases neurobiológicas. Cabe mencionar que no existe evidencia científica que demuestre una asociación entre las vacunas administradas a personas humanas y el desarrollo del Autismo.
Fuente: Adipa
Las personas autistas presentan una hiper o hiporeactividad a los estímulos sensoriales. Esto significa que las personas en el espectro procesan los estímulos de distinta manera y por ende, reaccionan de diversas formas.
La manera de procesar la información sensorial incluye los cinco sentidos (vista, olfato, oído, gusto, tacto) como también, sentido vestibular/equilibrio, etc. A continuación, definimos hipersensibilidad e hiposensibilidad:
💡 ¡No lo olvides! Las personas autistas pueden ser sensibles a estímulos determinados y únicos. No todos presentan las mismas características. Es importante que si existe este tipo de alteraciones, se realice un seguimiento como tratamiento integral. En el caso de ser profesional del área de la salud mental y te interesa profundizar en esta temática, desarrolla estrategias de regulación emocional en el espectro autista.
¿Cuál es el proceso de diagnóstico de autismo? Como se mencionó en un inicio, el autismo se puede detectar desde la primera infancia debido a las dificultades en el ámbito de la comunicación e interacción social, además de comportamientos e intereses repetitivos y/o restringidos. También es posible observar una hiper/hipo reactividad a estímulos sensoriales. Si eres profesional del área de la salud mental, es fundamental contar con recursos sobre la detección temprana y diagnóstico inicial del autismo.
🔍 Algunas señales entre los 12 y 18 meses de vida sobre la la presencia de Autismo:
A pesar de esto, existen diversas barreras para su temprano diagnóstico. El proceso para diagnosticar autismo consta de distintos instrumentos, herramientas y etapas, te mencionamos algunas de ellas:
Screening o Tamizaje
Los instrumentos de screening buscan facilitar un diagnóstico temprano, abordando elementos clave del autismo en la pesquisa. El resultado de estas pruebas no constituye un diagnóstico en sí mismo, sino que identifica el nivel de riesgo de tener diagnóstico de autismo. Te dejamos algunas pruebas screening:
Diagnóstico
Para el diagnóstico de autismo es fundamental que sea de carácter clínico y complementado por observaciones realizadas por instituciones educativas o profesionales multidisciplinarios. El Espectro Autista debe ser diagnosticado por una médica/o especialista en neurología o psiquiatría. Al tratarse de un diagnóstico médico, se utilizan los criterios establecidos en el DSM – 5 o CIE – 11.
Al no existir un biomarcador específico para la detección del autismo, la aplicación de pruebas para el diagnóstico no es un requisito establecido por la normativa sanitaria. Sin embargo, resulta beneficioso realizar un proceso diagnóstico integral por medio de instrumentos de evaluación específicos que brinden una descripción detallada de las áreas implicadas en el desarrollo del Autismo.
La Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo – 2 (ADOS – 2) es la prueba más utilizada para este proceso. Es una evaluación estandarizada, semiestructurada que evalúa la interacción social, comunicación, juego imaginativo y uso de materiales para niños, jóvenes y adultos con sospecha de Autismo.
Tras la aplicación de ADOS – 2, es posible ampliar la recolección de datos por medio de la Evaluación de apoyo diagnóstico ADI-R. Esta consiste en una entrevista semi estructurada que se aplica a padres, madres o cuidadores del niño/a con sospecha de autismo. Tanto ADOS-2 y ADI-R son fundamentales para una evaluación integral en el contexto clínico.
Evaluaciones complementarias
Un proceso diagnóstico, idealmente, se complementará con evaluaciones adicionales para profundizar e incluso descartar el diagnóstico de autismo. Entre las áreas que pueden evaluarse, se encuentran:
En definitiva, se recomienda que el proceso para diagnosticar autismo conste de los siguientes pasos:
1. Descarte de hipoacusia u otras afecciones que pudieran interferir en el desarrollo de las áreas implicadas en la sospecha de autismo.
2. Aplicación de una prueba de screening.
3. Evaluación de un equipo interdisciplinario.
4. Recogida de datos a informantes clave.
5. Administración de una evaluación diagnóstica (como el ADOS – 2).
6. Diagnóstico médico.
7. Entrega de recomendaciones detalladas.
Fuente: Adipa
Las estadísticas sobre el diagnóstico de mujeres en el Trastorno del Espectro Austista establece una relación de 4:1 o, según algunos autores, de 3:1 (Loomes, R.,Hull, L., & Mandy, W., 2017) . Es decir, por cada niña autista hay tres o cuatro niños con este diagnóstico. Lo que indican estas cifras es que existe un sesgo de género en la identificación de los rasgos de esta condición.
Este sesgo en la detección de la sintomatología autista en mujeres se debe por un lado, a las persistentes barreras que se enfrentan las mujeres en cuanto a su género y el estigma que les rodea. Por ejemplo, al existir una percepción de que las niñas son más tranquilas y tímidas que los hombres, hay una alta probabilidad de que si una niña en el espectro es evaluada, existan señales que pasen desapercibidas y no sean detectadas.
Por otro lado, en el mundo de las ciencias y la investigación, la sintomatología de mujeres en enfermedades y/o condiciones, no son estudiadas en profundidad. Gran parte de los estudios y diagnósticos se realizan a partir de objetos de estudios masculinos, por lo que existe un alto porcentaje de niñas y mujeres (como lo es en el caso del autismo), que no son consideradas dentro del diagnóstico por presentar distintas características.
A pesar de esto, a través de los años, cada vez existen más estudios que visibilizan esta realidad, como la actualización de instrumentos para detectar el autismo en mujeres. Esto es fundamental, ya que es importante aumentar el acceso a recursos sobre el autismo en mujeres para visibilizar el diagnóstico y sus implicancias.
Asimismo, se ha podido caracterizar el autismo en mujeres a lo largo de su ciclo vital, lo que ha permitido entregar apoyo a mujeres dentro del espectro. Es fundamental que profesionales de la salud mental se capaciten y actualicen sus conocimientos para lograr un correcto diagnóstico y tratamiento para mujeres autistas.
Fuente: Adipa
Como mencionamos con anterioridad, una de las principales características que diferencian al autismo femenino del masculino es que suele diagnosticarse de manera tardía, esto debido a ciertos factores biológicos, psicosociales y culturales que les permiten a las mujeres aprender habilidades sociales, lo que lamentablemente invisibiliza los síntomas de autismo en esta población.
Respecto a la sintomatología, en el espectro femenino esta varía en cada etapa del desarrollo, pero las características generales de las mujeres es que estas presentan mayor empatía cognitiva. Esto les permite que pueden prestar atención a los estímulos sociales y sean capaces de desarrollar mejores habilidades socioemocionales y de comunicación verbal que los hombres autistas, quienes carecen de estas fortalezas, pero sí las tienen en otras áreas como lo es la sistematización, tal como postula la teoría de Simon Baron Cohen (Baron-Cohen, 2002; Baron-Cohen et al., 2011).
Otro punto fundamental, es que las mujeres autistas al tener un diagnóstico tardío, desarrollan una mayor capacidad para camuflar o compensar sus dificultades de tipo social para pasar desapercibido y adecuarse a las reglas sociales y culturales. Este concepto y teoría, te lo explicaremos más adelante.
En cuanto a ámbitos de salud mental, se ha determinado según un estudio elaborado por JAMA Psychiatry, que las mujeres dentro del espectro y a diferencia de los hombres, tienen un mayor riesgo de padecer ansiedad, depresión y trastornos del sueño. A su vez, las mujeres en el espectro han recibido al menos un diagnóstico psiquiátrico y tienen mayor riesgo de experimentar una hospitalización psiquiátrica (Martini MI, Kuja-Halkola R, Butwicka A, et al., 2022).
Te dejamos a continuación, un resumen con algunas características de mujeres autistas:
💡 Recuerda, cada caso es único. Es fundamental tener conocimientos respecto a rasgos generales del autismo en hombres y mujeres. Sin embargo, estas características siempre dependerán del nivel de ayuda que requiera la persona autista como también, sus dificultades en dimensiones cognitivas, sociales, de comportamiento y comunicativas. Lo fundamental es que si sospechas tener algún diagnóstico de autismo, acudas a especialistas que trabajen en esta área.
Si bien, dentro del espectro pueden existir ciertas complejidades que dificultan la calidad de vida de personas autistas, también existen fortalezas. Te dejamos algunas fortalezas del autismo:
Es fundamental destacar que esto siempre dependerá de las dificultades que tiene la persona autista y las barreras que presente su caso.
El diagnóstico tardío de autismo en mujeres es una realidad dentro de esta condición. Según la Fundación ConecTEA, un estudio en Italia que analizó a mujeres y hombres dentro del espectro, el 75,4% recibió su diagnóstico de autismo en promedio ocho años después de la primera evaluación por los servicios de salud mental.
No obstante, en comparación con los hombres, las mujeres mostraron un retraso significativamente mayor en la derivación a los servicios de salud mental y una edad significativamente mayor en el momento del diagnóstico de autismo. Las mujeres tenían menos probabilidades de recibir un diagnóstico correcto y más probabilidades de recibir un diagnóstico erróneo en la primera evaluación que los hombres.
Esto sucede principalmente por el sesgo de género que existe a la hora de diagnosticar autismo como al estudiar esta condición, ya que pese a que existen diversos instrumentos para su detección, ninguno de ellos sirve o es apto para identificar el autismo femenino.
Asimismo, la complejidad de llegar a un diagnóstico se produce, además, cuando no existe deterioro intelectual, es decir mujeres con alto rendimiento y que pertenecen al nivel 1 del “TEA”, según el DSM-V. Por lo tanto, para que una mujer sea diagnosticada requiere tener síntomas más severos y mayores problemas cognitivos y conductuales.
Una de las características propias de los Trastornos del Espectro Autista femenino es el denominado “masking” o “camuflaje” que consiste en la capacidad que tienen las mujeres autistas de imitar a otras a su alrededor y de ocultar señales propias del autismo que las diferencian de sus pares.
Si bien, no significa que los hombres no hagan camuflaje, se da con mayor porcentaje en mujeres debido a exigencias y sesgos de género. Si bien este elemento puede generar beneficios a las mujeres, ya que aprenden a desarrollar habilidades de interacción social y comunicación, al mismo tiempo, esto puede producir un deterioro clínico significativo. Por lo que la depresión, estrés, o ansiedad son consecuencias comunes del diagnóstico tardío, el cual se suele dar durante la adultez.
Para detener este fenómeno es fundamental la existencia de profesionales de la salud (médicos, psicólogos y terapeutas ocupacionales) que estén capacitados para reconocer las señales del autismo en mujeres. Además, es esencial que educadores de enseñanza básica o media también estén preparados para reconocer síntomas de autismo tanto en niños como en niñas.
Algunas características del camuflaje se encuentra: forzar contacto visual, imitar comportamientos sociales de personas neurotípicas, ocultar sentimientos, reprimir ansiedad y movimientos, imitar expresiones faciales, obligarse a “actuar normal”, entre otros.
Fuente: Adipa
¿Cómo abordar el autismo femenino desde la psicología y atención clínica? Es fundamental la mirada interdisciplinaria para la evaluación y diagnóstico, ya que no existe un instrumento estándar debido a que tanto niñas como mujeres resultan invisibles para ellos.
Ciertamente, la observación y la entrevista clínica desempeñan un papel fundamental en la identificación de síntomas que podrían estar ocultos, así como en la recopilación de datos y percepciones pertinentes de la familia y otros informantes cercanos. Esta información es crucial para comprender en profundidad la historia de desarrollo del individuo y recoger detalles esenciales que podrían haber pasado desapercibidos de otro modo.
Otra herramienta disponible para la detección de sintomatología autista es el Test de Habilidades Sociales de Becker y ASSQ-REV, útil para poder identificar el fenotipo del autismo femenino, el cual es una extensión del Autism Spectrum Screening Questionnarie (ASSQ).
Asimismo, se recomienda dos tipos de terapia para mujeres autistas:
Terapia Cognitivo Conductual.
La Terapia Cognitivo Conductual busca identificar estilos de pensamiento, actitudes, motivaciones y conductas. Los terapeutas tienen el objetivo de desarrollar técnicas argumentativas hacia creencias y significados internos, sugiriendo la re-interpretación de la historia personal de la consultante.
Este tipo de psicoterapia tiene la intención, por lo tanto, de promover cambios en el procesamiento cognitivo y emocional de las experiencias vividas, además de ejercitar la resolución de problemas. Conceptos necesarios de trabajar con mujeres autistas.
Terapia Narrativa.
La Terapia Narrativa a través de la creación de relatos y un enfoque de acompañamiento cercano, respetuoso y empático, se centra en los recursos de cada persona, intentando por medio de estrategias, metáforas, preguntas reflexivas, que la persona vaya reconociendo su identidad al margen del problema, de manera que pueda re-narrar una nueva historia.
Este tipo de terapia identifica aspectos saludables y fortalezas para poder potenciar el hábito del autocuidado como también, cuestionar imposiciones y desafiar prácticas de poder impuestas por la cultura dominante. De esta manera, se logra elaborar experiencias en donde la mujer autista se sienta cómoda y así poder fluir en interacciones, espacios o relaciones en que se sienta segura.
El autismo no es una enfermedad, sino una condición del desarrollo que afecta la comunicación social, la interacción social y el comportamiento.
A lo largo de la historia, han existido diversas interpretaciones, estudios y terminologías sobre el autismo. Actualmente sus características y clasificaciones más actualizadas están incluidas en el Manual Diagnóstico y Estadística V (DSM-V) y la Clasificación Internacional de Enfermedades 11 (CIE-11).
El proceso de diagnóstico del autismo ha evolucionado considerablemente, desde criterios más rígidos hasta enfoques más holísticos que tienen en cuenta la diversidad de manifestaciones del trastorno. Sin embargo, aún persisten desafíos en el diagnóstico temprano y preciso, especialmente en grupos como las mujeres, cuyos síntomas a menudo se pasan por alto o se malinterpretan debido a diferencias en la presentación del autismo.
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