Sofía Fuentealba
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Los sesgos cognitivos son atajos mentales que todos usamos para interpretar el mundo que nos rodea. En este artículo, junto con Mg. Ps. Luis Correa Álvarez, profundizamos en qué son estos sesgos, cómo se forman y por qué reconocerlos puede mejorar tu vida diaria.
Los sesgos cognitivos influyen significativamente en nuestra percepción del mundo y en las decisiones que tomamos diariamente. Estas desviaciones no son simples errores de razonamiento, sino herramientas que construimos para interpretar nuestra realidad, moldeadas por nuestra historia personal y emocional. Conversamos con Mg. Ps. Luis Correa Álvarez, especialista en terapia cognitiva con enfoque post-racionalista, para comprender en profundidad qué son estos sesgos, cómo se forman y cómo podemos gestionarlos para adaptarnos mejor a nuestro entorno.
Los sesgos cognitivos son desviaciones sistemáticas en el procesamiento de la información que afectan el juicio y la toma de decisiones. Tal como señala el profesional, estos sesgos son como “filtros que aplicamos a la realidad”, influenciados por nuestros esquemas cognitivos y experiencias emocionales previas. Es decir, son formas de interpretar el mundo que prevalecen en ciertas situaciones específicas, destacando algunos aspectos en desmedro de otros.
Correa enfatiza que estos sesgos no son errores ni fallas per se, sino una condición inherente al ser humano, ya que nadie tiene un acceso completo y objetivo a la realidad. Al contrario, “nuestras propiedades perceptivas y nuestra organización biológica determinan inevitablemente una visión parcial y sesgada del mundo”.
Desde una perspectiva más técnica, los sesgos cognitivos son desviaciones sistemáticas en el procesamiento de información que afectan nuestro juicio y toma de decisiones. Estas pueden influir en cómo interpretamos tanto nuestras propias acciones como las de los demás. Por ejemplo, el “sesgo de confirmación” nos impulsa a buscar información que valide nuestras creencias previas, descartando aquello que no coincide con lo que esperamos encontrar.
El psicólogo complementa esto indicando que, aunque desde la investigación se puedan clasificar estos sesgos para su estudio, en la práctica clínica cada persona vive sus propios sesgos de manera única, moldeados por su historia individual y relaciones interpersonales significativas, como las de apego con padres, parejas y amigos.
Además de las limitaciones biológicas y cognitivas en nuestra capacidad para procesar información, el especialista añade una dimensión fundamental: los sesgos se generan en las relaciones interpersonales. Destaca que nuestra predisposición natural hacia la intersubjetividad y nuestras experiencias emocionales con otras personas contribuyen significativamente a la creación de sesgos específicos.
Esto significa que, más allá de la mera simplificación mental ante la incertidumbre—como sugieren Kahneman y Tversky—, los sesgos reflejan profundamente cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo experimentamos nuestras relaciones con los demás. Son resultado de interacciones afectivas y representacionales construidas a lo largo del tiempo, que moldean nuestra interpretación del mundo.
La importancia de comprender los sesgos cognitivos radica en que son inherentes a nuestra condición humana.
“Todos tenemos sesgos porque no disponemos de acceso completo a la realidad. Esto implica que nuestra visión del mundo siempre será parcial y filtrada por nuestras experiencias y aprendizajes previos”, explica el experto.
Sin embargo, estos filtros no son inherentemente negativos. Para Correa, “la función del sesgo es adaptativa cuando nos permite responder adecuadamente a las demandas cambiantes del ambiente. En cambio, se vuelven desadaptativos cuando nos aferramos rígidamente a una interpretación única de la realidad, generando conflictos y dificultades al enfrentar contextos cambiantes”.
Identificar los sesgos cognitivos resulta fundamental porque influyen en cómo interpretamos nuestra realidad cotidiana y cómo tomamos decisiones importantes. En este sentido, comprenderlos puede ser clave en contextos clínicos, donde el objetivo no es cuestionar la percepción del paciente, sino ayudarle a flexibilizarla.
Al explorar situaciones específicas, se puede trabajar en que la persona reconozca su sesgo y entienda cómo influye su autopercepción en las relaciones interpersonales, permitiéndole adaptarse mejor a las demandas del entorno.
Correa nos propone que la gestión de estos sesgos depende mucho del modelo terapéutico utilizado. En su práctica, desde el enfoque cognitivo-constructivista post-racionalista, lo fundamental es identificar el sesgo explorando la experiencia emocional del paciente. De esta forma, mediante técnicas como la contextualización o el análisis de diálogos internos, pensamientos automáticos y esquemas personales, se puede ayudar a la persona a flexibilizar su percepción de la realidad.
Por ejemplo, si una persona siente constantemente que su pareja representa una amenaza emocional, en terapia podría explorarse si efectivamente existen malas intenciones por parte del otro, o si más bien el sesgo es una proyección basada en sus experiencias previas y autoconcepto.
Existen diversos tipos de sesgos cognitivos que afectan el juicio humano. Algunos de los más comunes incluyen:
Estos sesgos no solo afectan la percepción individual, sino que también influyen en el comportamiento social y la toma de decisiones en contextos laborales y organizacionales.
Los sesgos cognitivos desempeñan un papel crutoma de decisiones, especialmente en situaciones de incertidumbre. La teoría de los heurísticos y sesgos de Kahneman y Tversky explica cómo las personas suelen utilizar atajos mentales para evaluar probabilidades y tomar decisiones rápidas, lo que a menudo conduce a errores sistemáticos.
En el ámbito empresarial, los sesgos cognitivos pueden distorsionar la percepción del entorno, influir en la evaluación de riesgos y afectar las decisiones estratégicas. Por ejemplo, el sesgo de sobreconfianza puede llevar a los líderes a subestimar los riesgos potenciales y sobrestimar sus propias capacidades, afectando la planificación y ejecución de proyectos .
Además, el sesgo de anclaje puede influir en decisiones financieras, donde las personas se basan excesivamenteera información recibida, incluso si es irrelevante. Este sesgo puede llevar a juicios erróneos en negociaciones o evaluaciones de mercado .
Para mitigar estos efectos, se han desarrollado estrategias como el trabajo en equipo y la toma de decisiones grupales, que entificar y contrarrestar sesgos individuales al considerar múltiples perspectivas .
Los sesgos cognitivos son atajos mentales que ayudan a procesar la información rápidamente, pero a menudo conducen a interpretaciones distorsionadas de la realidad. Estos sesgos no solo influyen en el juicio personal, sino que también afectan la forma en que interactuamos con los demás y tomamos decisiones críticas.
Mg. Ps. Luis Correa Álvarez destaca una idea central: aceptar que nuestro acceso a la realidad siempre será limitado y que estos sesgos son herramientas naturales para mantener nuestra coherencia personal, siempre y cuando seamos capaces de usarlos con flexibilidad para adaptarnos a los desafíos del mundo cambiante en que vivimos.
Cortada de Kohan, N., & Macbeth, G. (2006). Los sesgos cognitivos en la toma de decisiones.
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Sesiones 100% en vivo, si no puedes asistir, puedes revisar posteriormente la grabación en tu aula virtual. No aplica para acreditaciones internacionales.
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