Mg. Ps. Valentina Morales
Psicóloga Educacional, Magíster en Psicología Educacional. Amplia...
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El desarrollo de habilidades socioemocionales desde la infancia es clave para el bienestar y el aprendizaje. Este artículo explora su importancia en el contexto escolar y presenta estrategias concretas que pueden implementar docentes y profesionales de la educación, con el aporte de una especialista en el área.
Las habilidades socioemocionales están en el centro del desarrollo humano y son especialmente importantes durante la infancia. Desde la escuela, y con un rol clave de docentes y psicólogos educacionales, es posible acompañar este proceso y enseñar —a través de la práctica cotidiana— formas más saludables de relacionarse, comunicarse y manejar emociones. Con el aporte de la psicóloga educacional Ps. Mg. Valentina Morales, exploramos por qué estas habilidades son esenciales y cómo se pueden trabajar de manera concreta en el aula.
Las habilidades socioemocionales constituyen un conjunto esencial de capacidades que permiten a las personas reconocer, comprender y gestionar sus emociones, pensamientos y conductas. A lo largo de la vida, estas habilidades determinan cómo nos relacionamos con los demás, facilitando vínculos empáticos y saludables, así como la adaptación efectiva a diversos contextos. En niños, niñas y adolescentes, la promoción temprana y activa de estas habilidades desde espacios educativos cuidadosamente diseñados permite no solo potenciarlas, sino también evaluarlas, favoreciendo un desarrollo integral que impacta positivamente en su bienestar emocional, social y académico.
Aunque generalmente se asocia con el concepto de inteligencia emocional, desde la psicología educacional se prefiere hablar de habilidades socioemocionales, dado su enfoque más amplio e integral. Según explica la psicóloga educacional Mg. Valentina Morales, estas habilidades contemplan tanto una dimensión intrapersonal—referida al autoconocimiento y la regulación emocional—como una dimensión interpersonal, que incluye la empatía, la comunicación asertiva y la capacidad para construir vínculos saludables y sostenibles en el tiempo. A estas dimensiones, la experta incluye la dimensión moral, relacionada con la capacidad de actuar según normas sociales consensuadas, distinguiendo lo apropiado de lo inapropiado según cada contexto. Es importante destacar que esta regulación no responde a juicios rígidos, sino a acuerdos sociales que orientan la convivencia y promueven interacciones positivas entre las personas.
En la práctica, las competencias socioemocionales incluyen desde conductas básicas como escuchar con atención o dar las gracias, hasta competencias más complejas como resolver conflictos o tomar decisiones responsables. Su desarrollo es fundamental, no solo para una convivencia escolar, sino también como un factor protector frente a los desafíos emocionales que pueden presentarse a lo largo de la vida.
La infancia es una etapa clave para el desarrollo de habilidades socioemocionales. En esos primeros años, el cerebro presenta una mayor plasticidad, lo que facilita la incorporación de conductas como el autocontrol, la empatía y la resolución de conflictos. Es un momento propicio para sentar las bases del bienestar emocional y social a lo largo de la vida.
En este sentido, tanto el entorno familiar como la escuela cumplen un rol central en este proceso. En el espacio escolar, niñas y niños no solo aprenden contenidos académicos, sino que también conviven, negocian reglas y adquieren herramientas fundamentales para relacionarse de forma respetuosa y colaborativa.
Como señala la psicóloga educacional Mg. Valentina Morales, “típicamente, nos preocupamos más de si los demás tratan bien a nuestros hijos e hijas, y es necesario contar con espacios que se ocupen de enseñar que las habilidades prosociales son fundamentales para las relaciones interpersonales. No se trata de elegir el bienestar de una persona por sobre otra, sino de contribuir al bienestar de la comunidad.”
Las habilidades socioemocionales han dejado de considerarse un complemento del aprendizaje académico. Hoy, se reconocen como una dimensión esencial del desarrollo integral. De acuerdo con el centro CASEL (2020), el aprendizaje socioemocional es el proceso mediante el cual niños, niñas y personas adultas adquieren herramientas para reconocer y regular sus emociones, establecer relaciones positivas, tomar decisiones responsables y afrontar desafíos de manera constructiva.
Durante gran parte del siglo XX, los aspectos emocionales y sociales eran vistos como responsabilidad exclusiva del hogar. Sin embargo, la creciente diversidad en las aulas y los avances en psicología y neurociencias han demostrado que no puede haber aprendizaje profundo sin vínculo, motivación y bienestar emocional. La educación actual comprende que lo cognitivo, lo interpersonal y lo intrapersonal están profundamente interconectados, y que desarrollar habilidades socioemocionales es clave para construir entornos escolares más inclusivos, empáticos y efectivos.
El desarrollo emocional no solo acompaña el aprendizaje: lo impulsa. Según la Unesco, las habilidades socioemocionales influyen directamente en funciones cognitivas como la atención, la memoria y la toma de decisiones. Esto se debe a que las emociones orientan qué información procesamos, cómo la almacenamos y de qué manera la recordamos.
Un entorno emocionalmente seguro y positivo también incrementa la motivación para aprender. Por ejemplo, las y los estudiantes tienden a comprometerse más con actividades como la lectura cuando estas han sido asociadas a experiencias emocionales agradables. Esto evidencia que el aprendizaje no ocurre en aislamiento, sino dentro de un contexto de relaciones sociales y afectivas.
Por esta razón, los sistemas educativos que integran el desarrollo socioemocional no solo favorecen aprendizajes más profundos, sino que también forman personas emocionalmente saludables y resilientes a lo largo del tiempo.
Hay diversos modelos teóricos que organizan las habilidades socioemocionales en distintas dimensiones, como la conciencia de sí mismo, la regulación emocional, la toma de decisiones responsables y las habilidades para establecer relaciones interpersonales. Aunque las clasificaciones pueden variar según el enfoque, existe consenso en torno a un conjunto de competencias consideradas fundamentales para el desarrollo personal y social, especialmente en el ámbito escolar. A continuación, se presentan algunas de las más relevantes:
Desde su experiencia en contextos escolares, la psicóloga Valentina Morales comparte estrategias prácticas que pueden aplicarse en cualquier nivel educativo. No se trata de reformular por completo el currículum, sino de incorporar de manera intencionada el componente socioemocional en la dinámica cotidiana del aula. A continuación, presentamos tres enfoques concretos que las y los docentes pueden integrar de forma transversal:
Cada intercambio entre docentes y estudiantes es una oportunidad para enseñar habilidades socioemocionales. Cuidar el tono, la intención y el mensaje es fundamental. En lugar de recurrir al sarcasmo o la ironía para corregir conductas, es más efectivo utilizar un lenguaje claro y respetuoso. Por ejemplo, ante una interrupción, decir “No le hables así a tu compañero” resulta más formativo que pedir simplemente silencio. Este tipo de intervenciones no solo corrigen, sino que también enseñan empatía y respeto.
Materias como Lenguaje, Historia o Ciencias Sociales ofrecen un contexto propicio para trabajar la empatía de manera estructurada. Analizar las emociones, decisiones y motivaciones de personajes históricos o literarios permite a los estudiantes ponerse en el lugar del otro y flexibilizar sus juicios. Esta práctica es especialmente valiosa en la adolescencia, etapa en que los conflictos interpersonales suelen basarse en interpretaciones rígidas o absolutas de las acciones ajenas.
El trabajo en grupo debe planificarse con intención. Cuando los estudiantes eligen siempre a los mismos compañeros, se repiten roles sociales y pueden perpetuarse dinámicas de exclusión. Para evitarlo, es recomendable estructurar estas actividades con normas claras, rotación de integrantes y metas compartidas. Esto favorece el desarrollo de habilidades como el diálogo, la valoración de las fortalezas del otro y la colaboración más allá de las afinidades personales. El resultado es un clima escolar más inclusivo, respetuoso y colaborativo.
Si bien el objetivo es promover una amplia gama de habilidades socioemocionales, es fundamental tener en cuenta la etapa de desarrollo en la que se encuentran las y los estudiantes. En los primeros años —como en el nivel preescolar y los cursos iniciales de educación básica— resulta más efectivo enfocarse en competencias como la empatía, el respeto y la colaboración. Estas habilidades sientan las bases para aprendizajes más complejos.
A medida que los estudiantes avanzan en su desarrollo, es posible introducir habilidades como la resiliencia, la tenacidad o la toma de decisiones responsables, especialmente hacia los últimos años de primaria, cuando ya han construido una mayor madurez emocional y social.
En definitiva, tanto desde la escuela como desde la familia, enseñar a relacionarse, gestionar emociones y actuar con conciencia social no es un añadido, sino una parte esencial del proceso educativo. Formar personas emocionalmente competentes es formar individuos capaces de integrarse, adaptarse y contribuir de manera activa y positiva a su entorno.
Agencia de Calidad de la Educación. (s.f.). ¿Qué son las habilidades socioemocionales intrapersonales? https://diagnosticointegral.agenciaeducacion.cl/documentos/Ficha_Que%20son%20las%20habilidades%20socioemocionales%20intrapersonales.pdf
UNESCO. (2023). Marco de competencias socioemocionales para América Latina y el Caribe. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000388352
UNESCO. (2024). Habilidades socioemocionales: webinar completo. https://articles.unesco.org/sites/default/files/medias/fichiers/2024/08/Webinar_HSE_Completo.pdf
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