Ps. Cristina Aurora Núñez Justo
Diplomado en Neuropsicología infantil
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El trastorno oposicionista desafiante y el trastorno de conducta están clasificados en el DSM V dentro de la categoría de “Trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta”. Aunque comparten algunas características, se diferencian por su intensidad y naturaleza de los comportamientos.
Profundiza en cada uno de estos trastornos en este artículo de Adipa, desarrollado junto a Ps. Cristina Aurora Núñez Justo.
El trastorno oposicionista desafiante involucra actitudes desafiantes, enfado e irritabilidad. Mientras que, el trastorno de conducta se caracteriza por comportamientos como agresión, vandalismo y robo
Para entender mejor cada trastorno y su diferencia, conversamos con la Ps. Cristina Aurora Núñez Justo, docente de Adipa, quien nos ofrece claridad sobre el diagnóstico y tratamiento de cada trastorno.
El trastorno oposicionista desafiante (TOD) es uno de los trastornos incluidos en la categoría de ‘Trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta‘, según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM V).
Este trastorno se caracteriza por un patrón persistente de enfado, irritabilidad, discusiones, actitud desafiante o vengativa, que debe durar al menos seis meses.
💡Es importante destacar la duración del tiempo, ya que en algunos casos, por ejemplo un niño puede mostrar conductas similares debido a situaciones temporales como el duelo o la depresión. Sin embargo, si estas conductas persisten por más de seis meses, se considera que estamos ante un trastorno oposicionista desafiante.
Según el DSM V, el trastorno oposicionista desafiante mantiene los siguientes criterios diagnósticos:
A. Un patrón de enfado/ irritabilidad, discusiones/ actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos seis meses, que se manifiesta por lo menos con cuatro síntomas de cualquiera de las categorías siguientes y que se exhibe durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea un hermano.
Enfado/irritabilidad |
|
Discusiones/actitud desafiante |
|
Vengativo |
|
💡Cabe destacar que, se debe considerar la persistencia y la frecuencia de estos comportamientos para distinguir los que se consideren dentro de los límites normales, de los sintomáticos.
B. Este trastorno de la conducta conlleva un malestar significativo en la persona que lo padece o en aquellos a su alrededor, como familiares, amigos, compañeros, entre otros. También puede generar un impacto negativo en diversos ámbitos importantes, como el social, educativo o profesional.
C. Los comportamientos no deben ser exclusivos de otros trastornos como el psicótico, el de consumo de sustancias, el depresivo o el bipolar. Además, no deben cumplir con los criterios de un trastorno de desregulación perturbadora del estado de ánimo.
En el caso del Trastorno Oposicionista Desafiante es importante considerar la gravedad actual de los síntomas. Estos puede ser:
Los síntomas se presentan únicamente en un entorno. Por ejemplo en la casa, en la escuela o en el trabajo.
Algunos síntomas se manifiestan en al menos dos entornos diferentes.
Los síntomas se presentan en tres o más entornos distintos.
El trastorno oposicionista desafiante puede aparecer tanto en la infancia como en la etapa adolescente. Lo recurrente es que surja a partir de los cinco años, sin embargo, “no existe una regla estricta, ya que depende mucho del entorno”, explica la docente.
En los niños menores de cinco años, el comportamiento característico del Trastorno oposicionista desafiante debe aparecer casi todos los días durante un período de seis meses. En niños de cinco años o más, este comportamiento debe presentarse al menos una vez por semana.
Es importante destacar que los niños menores de cinco años aún no han desarrollado la capacidad de autorregulación. Cuanto más pequeños son, más difícil les resulta controlar sus impulsos y emociones. Dado que la autorregulación no está completamente desarrollada a esta edad, se requiere la intervención de un adulto que ayude a regular el comportamiento del niño.
Si bien, este trastorno suele manifestarse a partir de los cinco años, su desarrollo puede variar considerablemente de un niño a otro. Aunque el trastorno puede tener una base hereditaria, crecer en un ambiente de contención, reglas claras y apoyo positivo, donde los padres representan un apego seguro, puede marcar una gran diferencia. Este tipo de entorno brinda al niño la seguridad emocional necesaria para que el trastorno no se manifieste o, si lo hace, para que su impacto sea leve.
En el caso de los adolescentes, ocurre que, en algunos casos en donde las reglas no se mantienen ni respetan, o si el entorno experimenta cambios significativos, el trastorno oposicionista desafiante puede aparecer o agravarse.
“Es fundamental recordar que cada caso es único”, explica.
💡Cabe destacar que, este trastorno requiere una evaluación cuidadosa para determinar si las conductas son parte de un proceso temporal o si realmente reflejan un patrón persistente que necesita intervención.
“Considero que el entorno en el que el niño se desarrolla es crucial para la manifestación y severidad”, destaca la docente.
Por su parte, el trastorno de conducta se refiere a un patrón persistente y repetitivo de comportamientos disruptivos que afectan negativamente la vida del individuo y sus relaciones.
Las personas con este trastorno pueden involucrarse en conductas como acosar, amenazar o intimidar a los demás, iniciar peleas, mostrar crueldad física hacia personas o animales, robar, escapar de casa, entre otras acciones problemáticas.
Estas conductas no solo afectan a quienes las rodean, sino que también tienen un impacto significativo en el área social, académica o laboral del individuo.
Es un trastorno que también se encuentra presente en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-V) bajo la categoría de ‘Trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta‘.
Además del trastorno de conducta, se encuentran aquí otros diagnósticos específicos, como la piromanía y la cleptomanía, entre otros. Aunque cada uno tiene sus particularidades, todos ellos involucran comportamientos difíciles de controlar y potencialmente destructivos.
De acuerdo al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición, el trastorno de conducta mantiene los siguientes criterios diagnósticos:
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia en los doce últimos meses de por lo menos tres de los quince criterios siguientes en cualquier de las categorías siguientes, existiendo por lo menos uno en los últimos seis meses:
Agresión a personas y animales |
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Destrucción de la propiedad |
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Engaño o robo |
|
Incumplimiento grave de las normas |
|
B. El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas social, académica o laboral.
C. Si la edad del individuo es de 18 años o más, no se cumplen los criterios de trastorno de la personalidad antisocial.
Asimismo, se debe especificar la gravedad actual de los problemas de conducta. Los cuales se pueden clasificar en:
Existen pocos o ningún problema de conducta fuera de los necesarios para realizar el diagnóstico, y los problemas de conducta causan un impacto relativamente bajo en los demás.
Por ejemplo, mentir, regresar tarde sin permiso, ausentarse de la escuela, no cumplir con alguna otra norma).
El número de problemas de conducta y su impacto sobre los demás son de gravedad mediana o intermedia entre los descritos en las categorías de “leve” y “grave”.
Por ejemplo, el robo sin confrontación, el vandalismo, entre otros.
Existen numerosos problemas de conducta, además de los necesarios para el diagnóstico, o estos causan un daño significativo en los demás.
Por ejemplo, la crueldad física, la violación sexual, el uso de armas, el robo con enfrentamiento, el asalto e invasión.
💡Asimismo, es muy importante conocer en qué etapa de la vida comenzó con los síntomas característicos del trastorno de conducta, y las características emocionales y relacionales del individuo.
La principal diferencia entre el trastorno oposicionista desafiante y el trastorno de conducta radica en la intensidad y naturaleza de los comportamientos.
En el trastorno oposicionista desafiante, el comportamiento predominante es la resistencia a seguir las normas y las reglas, lo que se manifiesta principalmente en desobediencia, rechazo a cumplir responsabilidades.
Por otro lado, el trastorno de conducta implica un patrón más grave y destructivo. Además de desafiar las reglas, la persona muestra comportamientos agresivos, como causar daño a animales, personas o propiedades.
En este caso, la desobediencia va acompañada de actos violentos o dañinos que reflejan una mayor alteración del comportamiento.
El tratamiento tanto para el trastorno oposicionista desafiante como para el trastorno de conducta debe ser adaptado a las necesidades individuales de cada persona, ya que ambos trastornos tienen causas multifactoriales que incluyen factores genéticos y/o ambientales, entre otros.
En ambos casos, es esencial evaluar el entorno familiar, el manejo de las emociones y los límites establecidos por los padres, así como las posibles experiencias adversas vividas durante la infancia.
Los enfoques terapéuticos más comunes incluyen la terapia cognitivo-conductual y la terapia familiar, las cuales buscan mejorar la regulación emocional y promover el establecimiento de límites claros.
En el caso del trastorno de conducta, se utiliza un enfoque multidisciplinario que también puede incorporar técnicas especializadas en trauma, dado que muchos jóvenes con este trastorno provienen de situaciones difíciles.
En ambos trastornos, la intervención temprana y el trabajo conjunto con la familia y la escuela son fundamentales.
Cristina señala que para prevenir estos tipos de trastornos la psicoeducación es clave, ya que tiene como objetivo enseñar a manejar las emociones y límites en niños, niñas y adolescentes.
“La psicoeducación a los padres es fundamental. Consiste principalmente en enseñarles cómo manejar sus emociones y cómo establecer reglas y límites claros. Con estos conocimientos, es posible prevenir que, aunque exista algún factor genético, el trastorno se manifieste”, precisa.
En este sentido, es de suma importancia que los padres aprender a regular sus propias emocionales, a manejar la de sus hijos, acompañarlos y validar sus sentimientos.
Asimismo, es necesario, en el caso de los adolescentes, que cuenten con una red de apoyo tanto familiar como social. Todo esto contribuye a una prevención efectiva.
Actualmente, en las escuelas, frente a casos de trastorno de conducta o de trastorno oposicionista desafiante se utilizan diversas estrategias para apoyar a niños, niñas y adolescentes que están en tratamiento.
Estrategias tales como:
En este sentido, “es fundamental que todos los maestros cuenten con las herramientas de regulación emocional adecuadas, primero para gestionar sus propias emociones y, posteriormente, para guiar y apoyar a los estudiantes”, finaliza la docente.
Asociación Estadounidense de Psiquiatría. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5ta ed.). Arlington, VA: Publicaciones psiquiátricas estadounidenses.
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