Mg. Ed. Sonia Mora Beltrán
Docente, Magister en Ciencias de la Educación...
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En el Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar, la docente y experta en convivencia escolar Mg. Ed. Sonia Mora Beltrán comparte una reflexión sobre el aumento del bullying y ciberacoso en los colegios, desmitificando ideas comunes y proponiendo estrategias concretas para la prevención y el trabajo colaborativo desde las escuelas, las familias y la comunidad.
En estos tiempos no es novedad ver en las portadas de diversos medios de comunicación la ocurrencia cada vez más frecuente de casos de bullying-ciberbullying en los colegios. Diversos estudios evidencian la gravedad de este problema, por ejemplo, al comparar los resultados de las denuncias realizadas en la Superintendencia de Educación sobre el maltrato entre estudiantes entre el periodo 2022 y 2023, se observa un aumento de un 11% en aquellas relacionadas con ciberacoso.
A partir de este escenario, la Superintendencia convocó a los establecimientos educacionales a cumplir con la obligación de contar con medidas preventivas y protocolos de actuación. Sin embargo, he observado algunas dificultades en los colegios en los que he realizado actividades de apoyo de asistencia técnico pedagógica en convivencia, por falta de recursos humanos, de tiempos y espacios para actualizar, difundir y aplicar en forma óptima estos instrumentos normativos, considerando además los tiempos reducidos para reunir a todos los integrantes del equipo educativo para realizar talleres, capacitaciones o acompañamiento de calidad que brinden apoyo sustentable y efectivo, que permitan consolidar en el tiempo la implementación efectiva de esta misión, lo que implica gestionar en forma sistemática y articulada el ámbito pedagógico, psicosocial y normativo, con la participación de todos los actores educativos.
En concordancia con lo anterior y con espíritu de colaboración me permito compartir con ustedes algunos mitos en torno al tema que hemos detectado en conjunto con los docentes en las capacitaciones, charlas y talleres a padres, apoderados y estudiantes que he realizado en diversos establecimientos educacionales, los cuales presento a continuación:
Realidad: No todo es bullying, ya que existen otros conceptos, como la agresividad, conflictos, violencia, que al no ser abordados con efectividad y a tiempo pueden detonar un escalamiento de la violencia, aumentando la posibilidad de agravar los daños que este problema genera en el bienestar de los afectados.
El bullying surge desde este escalamiento en la violencia. Se ejerce entre estudiantes a través del hostigamiento o acoso, en forma presencial, digital u otros medios. Tiene características específicas y requiere de ciertas condiciones: diferencia de poder, permanencia en el tiempo e intención de hacer daño. Puede involucrar a muchos estudiantes, quienes cumplen diferentes roles.
Realidad: Este grave problema se puede presentar desde la educación básica. Así lo evidencian diversos estudios, dentro de los cuales, los resultados de los reportes de denuncias que ha realizado la Superintendencia de Educación se observa que, del total de denuncias presentadas en esta materia, un 51% se presentan en este nivel educativo.
Realidad: Los estudiantes ejercen el acoso-ciberacoso a escondidas de los adultos. Por ese motivo, es tan difícil de detectar por los adultos y constituye una característica que debe ser conocida para fortalecer la capacidad para detectar o prevenir este problema.
Realidad: Las burlas tienen la intención de hacer daño al otro y pueden ir escalando desde una simple burla que genera risas en forma ocasional, hasta llegar a las prácticas de hostigamiento con la intención evidente de querer dañar a la víctima.
Estos ejemplos muestran la necesidad que tienen los colegios de desmentir estos mitos. Para lograr tal efecto, deben implementar acciones que incluyan actividades educativas, para que los estudiantes adquieran conocimientos, desarrollen valores, habilidades y actitudes que fortalezcan su proceso de formación y conciencia social. También es necesario gestionar estrategias con los padres, apoderados, familias y comunidad en general, e implementarlas con un enfoque integral en el Plan de Mejoramiento Educativo (PME) de cada establecimiento educacional.
Es importante considerar otras características del acoso-ciberacoso escolar, como el dinamismo, la imprevisibilidad y las dimensiones en las cuales se manifiesta en el espacio presencial y digital de la convivencia. Estas características complejizan aún más su abordaje.
En este último periodo, la convivencia escolar (ahora nombrada como convivencia educativa en la última actualización de la Política Nacional de Convivencia Educativa 2024-2030), ha vivido un proceso de transformación acelerado, generados en este contexto por los avances tecnológicos y la irrupción de la pandemia. Esta situación ha producido un salto forzado de aprender a convivir en el medio virtual, provocando los efectos constructivos y también adversos, que ya conocemos y que han trascendido sus efectos en los estudiantes en las formas de relacionarse.
Por este motivo es necesario tener claridad de las características y efectos que generan el acoso y ciberacoso en la dimensión presencial y en la dimensión digital. A continuación una breve reseña:
El acoso escolar (bullying) se ejerce en forma presencial, de manera directa o indirecta, y puede evidenciarse a través de señales en los mismos estudiantes, en sus pertenencias e incluso en la estructura del establecimiento
educacional, como los rayados en las pareces, bancos, etc.
El bullying se puede detectar observando en forma directa a los estudiantes, ver sus cambios de actitud, constatar heridas de diferente gravedad o indagando las condiciones en las que se encuentran sus materiales, colaciones, entre otros. En esta dimensión presencial de la convivencia, los estudiantes que son víctimas pueden encontrar protección y cobijo en sus hogares, en donde tanto el acosador como los cómplices del acoso, no pueden ingresar.
El ciberacoso (ciberbullying) se ejerce en el entorno o dimensión digital. Tiene la misma génesis que en la dimensión presencial; sin embargo, en este medio digital, el acosador y los cómplices tienen la oportunidad de
actuar en forma anónima en las redes sociales, pudiendo ejercer con libertad la intención de hacer daño a la víctima, por ejemplo, a través del chat de confesiones, las funas, etc.
El ciberbullying no tiene límite de horario ni de lugar para generar daño, situación que agrava el sentido de vulnerabilidad que puede llegar a sentir la víctima, incluso en lo más íntimo de su hogar, durante las 24 horas del día. El ciberacoso no muestra daño físico; sin embargo, el daño psicológico y emocional puede llegar a ser más profundo y grave que el daño físico.
Estoy consciente de que esta reflexión no es suficiente para detener y erradicar este grave problema, porque esta misión requiere de acciones a nivel de toda la sociedad, la cual está generado un proceso entrópico desde hace décadas, en donde se viene naturalizando la violencia a través de diversos medios, llegando provocar una sintomatización de sus efectos nocivos en lo más íntimo de los hogares y comunidades educativas. Por este motivo, no basta con abordar este problema solamente en los colegios, sino que en forma integrada en todas las esferas sociales, en especial en aquellas que generan contenido de violencia.
En este contexto, los establecimientos educacionales han tenido que implementar programas para abordar el acoso y ciberacoso, en la medida de su contexto y recursos, los cuales han demostrado su efectividad en diferentes partes del mundo, tales como KiVa, PBS, ABC y Brave UP, los cuales están enfocados en la prevención y el abordaje. Los programas chilenos Brave UP buscan promover el uso responsable de internet y la formación de ciudadanos digitales, y el programa formativo basado en mediación, que previene la violencia en la primera infancia, que es de mi autoría y comparto en la página www.clinclonclan.cl, entre otros.
Es importante destacar que estos programas se focalizan, en general, en la prevención y abordaje del acoso y ciberacoso, considerando medidas integrales, sistemáticas y articuladas en los ámbitos socioemocional, pedagógico o normativo, obteniendo buenos resultados.
Sin perder de vista todas las acciones que los colegios que deben tomar en primera instancia con los estudiantes que participan es el acoso -ciberacoso- para evitar mayores daños y realizar un proceso restaurativo, es necesario también tomar medidas con los demás estudiantes involucrados, que son los observadores pasivos positivos (están en contra del acoso) o los observadores pasivos negativos (están en a favor del acoso y lo apoyan) y comunidad en general.
En esta oportunidad, deseo focalizar un breve aporte en la dimensión preventiva con los estudiantes que cumplen el rol pasivo positivo en el acoso-ciberacoso, por la trascendencia e impacto positivo que pueden generar
en el proceso reparatorio en las aulas y a nivel de comunidad, porque ellos pueden ayudar a detener el hostigamiento con respeto y empatía, pueden empoderarse en forma constructiva y pasar a ejercer el rol de defensores de las víctimas, pueden informar o pedir ayuda a los adultos, entre otros beneficios.
Son aquellos estudiantes que no están de acuerdo y no participan en el acoso o ciberacoso, pero que, por el hecho de convivir en las aulas con los compañeros que ejercen el acoso o ciberacoso, pueden ser testigos de
maltrato o vulneración de derecho de la víctima. Por tal motivo, no se atreven a intervenir por miedo a recibir represalias de parte del acosador y de los cómplices.
El porcentaje de estos estudiantes suele ser mayor que el porcentaje de los estudiantes que cumplen otro rol en el acoso, por lo tanto, al tomar medidas para fortalecer a este grupo estudiantes, se puede generar un efecto positivo de mayor impacto en el grupo curso y comunidad educativa.
Algunos aprendizajes que sugiero desarrollar en los estudiantes pasivos positivos para prevenir el acoso y ciberacoso:
Para desarrollar estos aprendizajes, es necesario implementar estrategias en las clases planificadas y también prestar especial atención en la rutina de convivencia de la comunidad, en donde los integrantes de los equipos tienen la oportunidad de formar hábitos de buen trato y convivencia en los estudiantes. Pueden identificar espacios y tiempos para abordar, en forma pertinente y efectiva, las problemáticas que van presentando los estudiantes, con el fin de prevenir o generar experiencias de aprendizaje. Por ejemplo, en el saludo o despedida de cada jornada, en los recreos, en la hora de almuerzo, en los tiempos de transición en el aula, etc.
No olvidar que en la rutina diaria existe un recurso maravilloso y efectivo que modela y enseña prácticas de buena convivencia, estos recursos son todos los integrantes del equipo educativo, que, con su preparación, autocuidado, sus conocimientos y manejo de estrategias, fortalecen los vínculos con sus estudiantes y constituyen un factor protector fundamental.
Por último, invito a los colegios a replicar y reforzar estas estrategias con los padres, madres, apoderados y familias, para transferir estos conocimientos y prácticas a los diferentes ámbitos sociales en donde ellos se desenvuelven: desde el hogar, el trabajo, el tránsito en las calles, centros comerciales, etc., porque no olvidemos que todos los adultos somos agentes socializadores.
¡Aunque el acoso o ciberacoso escolar no me afecte a mi o a los míos, igual puedo colaborar por la paz en la sociedad y el bienestar de las nuevas generaciones de estudiantes!
Sesiones 100% en vivo, si no puedes asistir, puedes revisar posteriormente la grabación en tu aula virtual. No aplica para acreditaciones internacionales.
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