Sofía Fuentealba
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La plasticidad cerebral es un factor clave en el desarrollo infantil y el aprendizaje. En este artículo, abordamos en profundidad qué es, cómo influye en la reorganización del cerebro a lo largo de la vida y qué estrategias pueden potenciarla. Para ello, contamos con el análisis del Mg. Ps. Hermann Thomas Ehrenfeld, experto en neurociencias y educación.
El cerebro humano tiene una capacidad extraordinaria para adaptarse y reorganizarse a lo largo de la vida. Este fenómeno, conocido como plasticidad cerebral, es clave para el aprendizaje, la memoria y la recuperación tras lesiones. Pero, ¿cómo funciona realmente? A continuación, exploramos los mecanismos que la sustentan y las estrategias para potenciarla.
La plasticidad cerebral es la capacidad del sistema nervioso para adaptarse y reorganizarse en respuesta a cambios internos y externos. Este fenómeno permite la compensación de daños, el aprendizaje y la memoria a lo largo de la vida. En particular, la plasticidad neuronal es más evidente durante la infancia, cuando el cerebro se encuentra en pleno desarrollo y muestra una mayor capacidad de regeneración y reestructuración funcional.
Según Mg. Ps. Hermann Thomas Ehrenfeld, especialista en neuropsicología infantil, “la idea de que el cerebro tendría cierta plasticidad es conocida hace bastante tiempo, pero la plasticidad neuronal se comenzó a entender como lo vemos hoy en día, a partir de 1950. Mucho de lo que sabemos proviene del estudio de casos patológicos en adultos, que luego se extendieron al estudio de niños y al neurodesarrollo”.
Desde una perspectiva neurobiológica, este proceso involucra mecanismos histológicos —procesos celulares y tisulares que ocurren en los tejidos del cuerpo a nivel microscópico—, bioquímicos y fisiológicos que facilitan la reorganización neuronal. Entre ellos destacan la sinaptogénesis, que no sólo implica la formación de nuevas conexiones sinápticas, sino también la modificación y fortalecimiento de las existentes, la arborización dendrítica y la potenciación a largo plazo, esenciales para la adaptación y el aprendizaje.
Por otro lado, la eliminación sináptica y la muerte celular programada juegan un papel clave en la poda neuronal. Este proceso es fundamental en la infancia, ya que permite eliminar conexiones ineficientes y reforzar aquellas que son más utilizadas, optimizando la eficiencia de los circuitos cerebrales.
De acuerdo con el experto, diversas estrategias pueden fomentar la plasticidad cerebral tanto en niños como en adultos, por ejemplo:
Existen distintos tipos de plasticidad cerebral, los cuales pueden clasificarse según la edad, la patología y los sistemas cerebrales involucrados:
El cerebro en desarrollo presenta una plasticidad neuronal excepcional, caracterizada por una sobreproducción de neuronas, desarrollo exuberante de axones y sinapsis, así como procesos de poda neuronal que eliminan conexiones innecesarias para fortalecer aquellas que son más funcionales. Durante este período, la actividad neuronal y los factores neurotróficos influyen en la consolidación de conexiones funcionales, favoreciendo el aprendizaje y la adaptación a estímulos ambientales.
Tabla 1: Mecanismos de plasticidad en el sistema nervioso en desarrollo
Periodo | Mecanismo |
Desarrollo temprano
(relativamente sujeto a un programa genético) |
|
Desarrollo tardío
(modificable por el ambiente) |
|
Factores que modifican el desarrollo tardío |
|
A medida que el cerebro madura, se afianzan circuitos neuronales esenciales para la memoria y el aprendizaje. Durante este período, se produce una consolidación de conexiones sinápticas útiles, mientras que aquellas que no se refuerzan son eliminadas. Esta plasticidad permite la adquisición de habilidades motoras, lingüísticas y cognitivas de manera eficiente.
Aunque la plasticidad neuronal disminuye con la edad, no desaparece de manera significativa. Investigaciones recientes han demostrado que el cerebro adulto conserva una gran capacidad de adaptación, especialmente cuando se ve estimulado de manera adecuada. La plasticidad en adultos se manifiesta a través de mecanismos como el retoño axonal, la compensación funcional y la reorganización de circuitos, lo que permite la recuperación tras lesiones y la adaptación a nuevos aprendizajes.
En presencia de malformaciones cerebrales congénitas, el cerebro desarrolla estrategias compensatorias mediante la reorganización estructural y funcional. Áreas sanas pueden asumir funciones de regiones afectadas, permitiendo cierto grado de funcionalidad y adaptación.
El cerebro tiene la capacidad de reorganizarse tras lesiones adquiridas, como accidentes cerebrovasculares o traumatismos. A través de la activación de vías neuronales alternativas y la potenciación de conexiones preexistentes, se pueden recuperar funciones perdidas, aunque la efectividad varía según la edad y la extensión del daño.
Las enfermedades metabólicas pueden afectar la conectividad sináptica y la eficiencia de neurotransmisores, impactando el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso. Sin embargo, intervenciones tempranas pueden mitigar estos efectos y favorecer la reorganización neuronal.
El sistema motor tiene una notable capacidad de reorganización tras lesiones. En casos de daño en el tracto corticoespinal, las vías motoras secundarias pueden asumir funciones motoras, permitiendo la recuperación parcial de movimientos afectados.
La plasticidad neuronal permite que el cerebro se reorganice tras la pérdida de estímulos sensoriales. Un ejemplo es la plasticidad del sistema visual, donde las áreas corticales pueden reasignarse para procesar información de otros sentidos en personas con ceguera.
El cerebro tiene la capacidad de reorganizar áreas del lenguaje tras lesiones, permitiendo que otras regiones asuman esta función. En niños, esta plasticidad es más pronunciada, lo que facilita la recuperación en trastornos del lenguaje y dificultades cognitivas.
Uno de los mecanismos más relevantes de la plasticidad cerebral es la plasticidad sináptica, que se refiere a la capacidad de las sinapsis para fortalecerse o debilitarse en función del uso. Este proceso es fundamental para la consolidación de la memoria y el aprendizaje.
Dentro de la plasticidad sináptica destacan dos fenómenos: la potenciación a largo plazo (LTP, por sus siglas en inglés) y la depresión a largo plazo (LTD). La LTP refuerza las conexiones entre neuronas mediante la liberación de neurotransmisores y la activación de receptores NMDA —asociados con los procesos de aprendizaje y memoria, el desarrollo y la plasticidad—. En contraste, la LTD reduce la eficiencia sináptica cuando la información no es relevante, permitiendo la eliminación de conexiones innecesarias.
“Según varios modelos sobre la memoria ligada al aprendizaje, los recuerdos se generan a través de sinapsis entre neuronas que dejan una huella mnémica. En este proceso, la repetición y la práctica refuerzan las sinapsis útiles, mientras que las que no se utilizan se debilitan o se eliminan”, explica el psicólogo.
En la infancia, la plasticidad cerebral desempeña un papel crucial en el neurodesarrollo. Durante este periodo, el cerebro es altamente maleable, lo que permite la adquisición de nuevas habilidades y la compensación de daños neuronales de manera más efectiva que en la adultez.
Los primeros años de vida son fundamentales para la plasticidad cerebral, ya que el crecimiento neuronal es exponencial y las sinapsis se multiplican rápidamente. En este sentido, factores como el vínculo afectivo con los cuidadores, la estimulación sensorial y el aprendizaje temprano juegan un rol determinante en la configuración de circuitos cerebrales duraderos.
Para favorecer la neuroplasticidad en niños, es esencial implementar estrategias que promuevan el desarrollo cognitivo y emocional:
Por otro lado, la evidencia científica indica que tanto los factores prenatales como los posnatales pueden influir de manera significativa en la plasticidad cerebral. Durante la gestación, la exposición a toxinas y sustancias (como alcohol, marihuana u otras drogas), la nutrición materna inadecuada o la presencia de infecciones pueden afectar el desarrollo del sistema nervioso. Tras el nacimiento, aspectos como la alimentación, la interacción social y el entorno familiar siguen siendo determinantes para la maduración cerebral. En este contexto, se ha observado que la lactancia materna contribuye positivamente al neurodesarrollo, al aportar nutrientes esenciales y favorecer la formación de conexiones neuronales.
El estrés puede tener distintos efectos en el desarrollo cerebral. Mientras que el estrés tolerable puede fortalecer la resiliencia, el estrés tóxico tiene efectos perjudiciales, afectando el desarrollo de funciones ejecutivas y emocionales.
Según el especialista, “el estrés crónico puede promover la neurotoxicidad. En la infancia, afecta particularmente los circuitos vinculados con la toma de decisiones y el comportamiento social. El estrés temprano podría incluso alterar de manera funcional y estructural áreas como el hipocampo y la amígdala”.
Para mitigar estos efectos, es crucial implementar estrategias de apoyo emocional y fomentar un ambiente seguro que ayude a los niños a manejar el estrés de manera adaptativa. Sin embargo, como argumenta Thomas, no es posible revertir los efectos negativos del estrés, pues “el desarrollo del cerebro siempre va hacia adelante”.
Aguilar, F. (2003). Plasticidad cerebral. Parte 1. Rev med IMSS, 41(1), 55-64.
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Psicólogo, Magíster en Psicología. Especialista en Neuropsicología...
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