PhD. Mg. Ps. Irma Morales
Psicóloga clínica, Magíster en Psicoterapia, Doctora en...
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El Trastorno Histriónico de la Personalidad se caracteriza por una emotividad intensa, una necesidad persistente de atención y patrones relacionales marcados por la búsqueda de validación externa. En este artículo, exploramos sus criterios diagnósticos según el DSM-5, sus manifestaciones clínicas, causas y abordajes terapéuticos, junto con el análisis de una experta en el área.
El trastorno histriónico de la personalidad (THP) es un trastorno psicológico que se caracteriza por un patrón persistente de necesidad de atención, comportamiento emocional excesivo y dificultades en la construcción de relaciones interpersonales estables.
A pesar de que no suele ser uno de los diagnósticos más comentados en la vida cotidiana, su prevalencia y complejidad lo convierten en un trastorno importante dentro de los trastornos de la personalidad.
Para comprender mejor sus características, entrevistamos a la psicóloga clínica, experta en trastornos de la personalidad (TP), PhD. Mg. Ps. Irma Morales Reyes, quien entrega claves para su identificación, abordaje y tratamiento.
El trastorno histriónico de la personalidad se caracteriza por un patrón persistente de cognición, emoción y conducta centrado en la necesidad constante de ser el centro de atención. Los individuos con este diagnóstico tienden a interactuar de manera dramática, emocionalmente lábil e impulsiva, lo cual impacta significativamente en sus relaciones personales.
Es importante mencionar que, este trastorno puede ser entendido desde distintas perspectivas diagnósticas, por ejemplo, desde el DSM 5.
De acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición (DSM-5), el Trastorno Histriónico de la Personalidad (código 301.50 / F60.4) se define como un patrón dominante de emotividad excesiva y búsqueda de atención, que comienza en la adultez temprana y se manifiesta en diversos contextos.
Para el diagnóstico de este trastorno, se requiere la presencia de al menos cinco de los siguientes comportamientos:
“Las personas con este trastorno suelen sentirse incómodas o poco apreciadas cuando no son el centro de atención.” (DSM-5)
📌Es importante destacar que, según el manual, estás característica deben generar un deterioro funcional significativo o malestar clínico para constituir un trastorno.
En la práctica clínica, los síntomas del THP se presentan con matices que exceden los criterios formales. La profesional detalla: “hay una necesidad infantil de estar siempre en el centro, lo cual se expresa en dificultad para empatizar, conductas egocéntricas, teatralidad emocional y estrategias inadecuadas para captar la atención”.
Entre las manifestaciones más comunes se encuentran:
La profesional destaca que, las personas con este trastorno suelen interpretar relaciones superficiales como intensas y profundas, lo que lleva a frustraciones recurrentes cuando sus expectativas no son correspondidas.
“Muchos de estos pacientes aprenden que si exageran su emocionalidad, obtienen atención. Pero eso, en la adultez, deja de funcionar y genera más rechazo que cercanía”, comenta Irma. En efecto, esta estrategia relacional puede resultar funcional en etapas tempranas, pero con el tiempo se torna desadaptativa, debilitando la posibilidad de establecer vínculos significativos y duraderos.
La especialista también subraya que en varios casos el paciente no logra reconocer que su sufrimiento proviene de un vacío interno: “Dependen completamente de la aprobación del resto. Si me aprueban, me siento bien. Si me rechazan, me siento vacío”, ilustra. Este tipo de verbalización refleja una identidad frágil y una autoestima que fluctúa radicalmente según las respuestas externas.
Estas expresiones clínicas deben ser entendidas no como manipulaciones conscientes, sino como estrategias relacionales aprendidas en contextos donde el afecto era condicional. Comprender esta lógica emocional es clave para intervenir desde una posición terapéutica, empática y contenedora.
Desde una perspectiva estructural, las causas de este trastorno se entienden como una combinación de factores genéticos y ambientales, marcados por experiencias tempranas disfuncionales y cuidados primarios que favorecen el establecimiento de estilos de apego inseguros y de fallas en el desarrollo de la función reflexiva. La profesional destaca que en muchos casos existe una historia infantil marcada por figuras de apego emocionalmente inconsistentes, que validaban más la apariencia o el desempeño que la expresión auténtica del self.
“Lo que uno observa en consulta es que muchas de estas personas no fueron vistas de manera incondicional. Desde muy pequeños aprendieron que el afecto se ganaba actuando, agradando, rindiendo”, explica. Estas experiencias generan una base de inseguridad afectiva que cristaliza en la adultez como un patrón relacional teatral, dependiente y superficial.
En este sentido, la falta de experiencias tempranas de amor incondicional y de validación independiente de la apariencia o el comportamiento pueden llevar al niño o niña a desarrollar estrategias basadas en la exageración o el espectáculo para atraer atención. Estas dinámicas, si no son contenidas ni reparatorias, pueden consolidarse en la adultez como un patrón disfuncional.
No existen estudios epidemiológicos recientes que analicen específicamente la prevalencia del trastorno histriónico de la personalidad. Sin embargo, se estima que su presencia en población general oscila entre un 1% y 3%, de forma relativamente estable en diversos contextos culturales.
Cabe destacar que, esta cifra puede estar subestimada debido a la escasa demanda espontánea de atención clínica por parte de quienes lo padecen y a la frecuente comorbilidad con otros trastornos de personalidad, lo que tiende a dificultar su identificación principal.
Una de las principales dificultades a nivel clínico es diferenciar este trastorno con otros cuadros como el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), el Trastorno Narcisita o el Trastorno Dependiente. No obstante, hay diferencias clínicas importantes:
“Estos pacientes no son cínicos ni calculadores. Están dañados por dentro, y buscan desesperadamente reparar ese vacío desde fuera”, explica la experta.
Por otro lado, el diagnóstico de este trastorno suele asociarse frecuentemente a mujeres, en parte debido a construcciones culturales sobre lo femenino. Esto ha generado un estigma en torno a la expresión emocional y al deseo de validación, profundizando el sufrimiento de quienes conviven con este diagnóstico.
Además, en contextos adultocéntricos, la expresión emocional es muchas veces deslegitimada, dificultando aún más la búsqueda de apoyo genuino.
El tratamiento del Trastorno Histriónico de la Personalidad es complejo y requiere intervenciones de largo plazo.
Terapias como la Terapia Focalizada en la Transferencia (TFP) y la Terapia Basada en la Mentalización (MBT) han demostrado ser eficaces, especialmente cuando se abordan aspectos claves como la desregulación emocional, la difusión de identidad y la impulsividad.
En Chile, sin embargo, el acceso a estos tratamientos es limitado por razones económicas o de cobertura de salud. Por ello, Irma enfatiza la importancia de que cualquier intervención, incluso no especializada, sea estructurada, con objetivos claros y acompañamiento estable, basado en una alianza terapéutica fuerte.
Asimismo, la red de apoyo familiar también tiene un rol crucial en el tratamiento. En adolescentes, por ejemplo, es imprescindible involucrar a cuidadores primarios, mientras que, en adultos, se recomienda contar con al menos una figura de apoyo significativa, ya que la sensación de soledad y la dependencia afectiva pueden agravar el pronóstico si no se trabaja adecuadamente.
El Trastorno Histriónico de la Personalidad continúa siendo un diagnóstico con múltiples desafíos en la actualidad. Su comprensión requiere una mirada interseccional que considere el entorno social, la cultura y el género.
Para profesionales de la salud mental, el principal llamado que hace la docente es a estudiar, validar la experiencia subjetiva del paciente y construir espacios terapéuticos seguros.
“Que parezca que el paciente no está sufriendo, no significa que no esté sufriendo. Muchos de estos pacientes están haciendo lo mejor que pueden con lo que tienen, y nuestro rol es ofrecer un vínculo que no reproduzca el daño, sino que habilite reparación”, finaliza.
American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5ª ed.). American Psychiatric Publishing.
Sesiones 100% en vivo, si no puedes asistir, puedes revisar posteriormente la grabación en tu aula virtual. No aplica para acreditaciones internacionales.
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