Ps. Mg. María Tapia de la Fuente
Magíster en Psicología Comunitaria, Diplomada en Teorías...
En este artículo expondremos la importancia de la psicología comunitaria y cómo puede ayudarnos a generar cambios significativas en nuestras comunidades.
La psicología comunitaria es crucial en nuestra sociedad actual ya que aporta una comprensión de los actores sociales como sujetos creativos y pensantes capaces de generar cambios sociales significativos.
Además, quienes estudian esta disciplina pueden proporcionar conceptos y técnicas de acción para instalar a la comunidad como un sujeto diverso, reconociendo la diversidad y el multiculturalismo.
La psicología comunitaria es una rama de la psicología que se enfoca en aplicar conocimientos y técnicas de la psicología para mejorar la calidad de vida y el bienestar de las comunidades y grupos sociales, promoviendo la participación activa y la colaboración de la comunidad en el proceso.
En otras palabras, la psicología comunitaria tiene dos objetivos principales:
Ambos objetivos buscan en el fondo favorecer la transformación social.
Además, este campo de estudio fija su mirada en la noción de comunidad, comprendiéndola como el tejido de interacciones sociales que permiten la reproducción de la vida, donde por medio de entramados simbólicos y materiales nos permiten sentir que estamos conectadas, que tenemos intereses comunes, características similares o la pertenencia de un territorio.
El concepto de comunidad va unido al de lo común, haciendo alusión a una perspectiva cimentada en una comprensión de una sociedad basada en la cooperación y el trabajo colectivo, que permite proponerse fines compartidos y decidir conjuntamente.
En este contexto, la psicología comunitaria propone intervenciones y acciones orientadas a conocer, fortalecer y acompañar la construcción de lo común.
Respecto a sus orígenes, la psicología comunitaria brota del diálogo interdisciplinario entre varias teorías, como: la filosofía, antropología, ciencias humanas y sociales. Se nutre de la actividad política de movimientos disciplinarios transformadores, como la antipsiquiatría o la salud mental comunitaria que surgieron en Italia y Estados Unidos a mediados del siglo XX, surgiendo como denuncia ante algunas limitaciones de las formas tradicionales de hacer psicología.
Otras de las influencias importantes de la psicología comunitaria, es el pensamiento latinoamericano revolucionario, como la sociología militante impulsada por el colombiano O. Fals Borda; el modelo de educación popular brasileño Paulo Freire; la teología y la filosofía de la liberación; la investigación acción participativa; o la psicología de la liberación de Ignacio Martín-Baró.
En la actualidad, este tipo de psicología, ha tenido una nueva lectura a partir de la presencia masiva de los feminismos, viéndose fortalecida con el surgimiento de nuevos actores y actrices sociales.
Varias autoras y autores han planteado que la psicología comunitaria en Chile ha evolucionado desde el activismo inicial de corte crítico y político de transformación social, hasta una institucionalización profesional, que ha insertado a esta disciplina en el campo de las políticas sociales, permitiendo una base material para su desarrollo como campo de especialización profesional y ha facilitado su perfeccionamiento académico dentro de la institucionalidad universitaria nacional.
Un profesional especialista en psicología comunitaria (sea psicólogo o no) tiene competencias para la investigación y ejercicio profesional, siendo capaz de abordar el diseño, estrategias de acción y evaluación de proyectos y programas sociales desde un enfoque comunitario de acuerdo al contexto político-social del país.
De esta manera, puede trabajar en contextos públicos, como privados, abordando temas tales como:
En este sentido, la psicología comunitaria es esencialmente una práctica profesional que utiliza para su tarea interventiva el conjunto de recursos conceptuales, técnicos y metodológicos de la psicología, no conforma una perspectiva conceptual particular, ni se focaliza en un objeto distintivo, sino que a su diferenciación y caracterización refiere más bien a las estrategias metodológicas que utiliza, así como el tipo de problemáticas que aborda.
Una psicología con acento en una praxis interdisciplinaria apunta a superar la sobre-especialización, la fragmentación del conocimiento y la aproximación parcelada a una realidad compleja, para avanzar hacia la articulación y entrelazamiento de dos o más teorías, métodos, herramientas o conceptos, proponiendo un nuevo conocimiento o producto que abra campos de análisis, reflexión y afectación más pertinentes para la realidad compleja en la que habitamos.
Apuntando asimismo, a la comprensión de un campo de acción que favorece el ejercicio de comunidades híbridas, polifónicas y situadas en escenarios diversos.
Este enfoque interdisciplinario en la práctica comunitaria, permite incorporar una mirada centrada en el entrelazamiento de varias disciplinas, compartiendo métodos, teorías y conceptos que brinden alternativas más pertinentes, situadas al trabajo con comunidades.
Desde una perspectiva comunitaria, el Chile contemporáneo y otros muchos países, se caracterizan por la precariedad de sus lazos sociales, el individualismo y el aislamiento, generando así, una sociedad fragmentada, fraccionando el sufrimiento, debilitando la posibilidad de colectivización, individualizando el dolor y privatizando los afectos.
Esto se suma a políticas sociales centralizadas y desterritorializadas, liderazgos burocratizados y más reconocidos por los agentes externos que en los propios vecindarios, favoreciendo un sistema económico neoliberal centrado en el consumo, el extractivismo y en un hábitat residencial fraccionada, donde los espacios de circulación se acotan y prima el aislamiento sobre el deseo de encuentro, la desconfianza, estigmatizaciones mutuas y la discriminación.
Ante este escenario, lo que hace la psicología comunitaria, es facilitar espacios de reflexión, acción y teorización centrados en las comunidades, sus miembros y los seres humanos que la integran, buscando articular y fortalecer el tejido social y ambiental, y recuperar prácticas de producción de lo común, que rescaten las experiencias cotidianas, los ritos, saberes y creencias centradas en lo colectivo.
Este ejercicio promoverá la participación comunitaria y nos permitirá buscar alternativas de forma colaborativa y recíproca que permitan hacer frente a las necesidades que nos presenta la sociedad actual y resista ante el individualismo y el extractivismo que arrasan con nuestro planeta, concluye la experta Ps. María Belén Tapia de la Fuente.
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