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Según la CIE-11, una crisis de ansiedad es un episodio aislado de miedo o temor intensos, acompañados por el inicio rápido y simultáneo de una serie de síntomas característicos.
Una crisis de ansiedad se caracteriza por una intensa sensación de temor, inquietud y malestar, que puede manifestarse de diversas maneras. Comúnmente incluye síntomas como palpitaciones aceleradas, dificultad para respirar, sudoración excesiva, temblores y una sensación de pérdida de control.
Según el CIE-11, la crisis de ansiedad es un episodio aislado de miedo o temor intensos, acompañados por el inicio rápido y simultáneo de una serie de síntomas característicos. Estos pueden ser, entre otros, palpitaciones o taquicardia; sudoración; temblores; disnea; sensación de asfixia; dolor torácico; náuseas o dolor abdominal; sensación de mareo o aturdimiento; escalofríos o sofocos; hormigueo o parestesia de las extremidades; despersonalización o sensación surreal; miedo de perder el control o a volverse loco; y miedo de una muerte inminente.
Aquí algunas técnicas efectivas:
Es importante conocer las diferencias entre crisis de pánico y crisis de ansiedad, ya que son dos experiencias diferentes que comparten algunos síntomas similares.
Una crisis de ansiedad suele ser una respuesta más prolongada y generalizada al estrés, mientras que una crisis de pánico es una manifestación más intensa y abrupta de ansiedad, a menudo acompañada de síntomas físicos extremos, como sudoración profusa y palpitaciones cardíacas aceleradas.
Para evitar una crisis de ansiedad, es fundamental contar con herramientas efectivas para manejar el estrés. Aprender técnicas de relajación como la meditación y el yoga, así como establecer límites adecuados en tu vida para evitar la sobrecarga.
Cabe destacar que el miedo permite adaptarnos a diferentes contextos, por eso es importante identificar los desencadenantes internos y externos de esta emoción para poder afrontarlos con mayor eficacia. Exponernos a esos estímulos que nos generan miedo nos permite desarrollar habilidades y adaptarnos a nuevos retos. Por ejemplo, si evito hablar en público porque me genera miedo y ansiedad social, es importante que adquiera herramientas para poder hablar en público, ya que si sigo evitando exponerme a situaciones sociales, mi miedo sólo aumentará y me privará de experiencias que me permitan disfrutar de la vida.
Además, buscar la ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra, puede ser una estrategia eficaz para abordar la ansiedad crónica. La terapia cognitivo-conductual y otras formas de apoyo psicológico te brindarán herramientas valiosas para lidiar con la ansiedad.
No debemos olvidar el impacto que tiene un estilo de vida saludable en nuestra ansiedad. Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y asegurarse de dormir lo suficiente son componentes esenciales para mantener la ansiedad bajo control. Además, es importante evitar el consumo excesivo de cafeína y alcohol, ya que pueden desencadenar crisis de ansiedad.
Cuidar de nuestra salud mental y física es una prioridad, y seguir estas recomendaciones nos ayudará a prevenir y manejar de forma efectiva la ansiedad.
Fuente: Clasificación Internacional de Enfermedades, undécima revisión (CIE-11), Organización Mundial de la Salud (OMS) 2019/2021, https://icd.who.int/browse11.
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