Mg. Ps. Luís Correa Álvarez
Psicólogo clínico, Magister en Psicología Clínica en...
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Hoy en día, fobias como la fobia social y la agorafobia son bastante conocidas en la sociedad. Para abordar adecuadamente estas condiciones, es fundamental comprender qué son las fobias y conocer los diferentes tipos que existen, entre otras informaciones clave.
Continúa leyendo este artículo de Adipa para descubrir todo lo que necesitas saber sobre las fobias.
Las problemáticas de salud mental han ido en aumento luego de la pandemia y los diversos escenarios complejos que muchas personas han atravesado. En este contexto, las fobias han tenido una mayor presencia en la población. Según estadísticas de la OMS (Organización Mundial de la Salud), la prevalencia global de las fobias es de un 15%.
Frente a ello, conversamos con el profesional y experto en el área, Mg. Ps. Luís Correa Álvarez, quién nos explicará todo acerca de qué son las fobias, cuáles son sus síntomas y causas, qué tipos de fobias existen y cuáles son los tratamientos empleados.
La palabra “fobia” viene del griego “phobos” y está relacionada con una experiencia de miedo o ansiedad, el cual puede tener distintos grados de intensidad y afectación para el individuo que la vive.
En este sentido, las fobias pueden desarrollarse hacia objetos específicos, como por ejemplo, a las arañas o a los ratones, lo cual se conceptualiza como “zoofobia”. Asimismo, pueden ser a situaciones, lugares o personas, como la agorafobia, claustrofobia, acrofobia, ente otros.
Es relevante mencionar que, la noción de fobia pertenece al dominio de la experiencia humana, específicamente a un espectro de experiencia que genera sufrimiento considerable en quienes lo padecen, lo cual afecta diferentes aspectos de la vida del individuo. Es decir, cuando hablamos de ‘fobia’, estamos haciendo alusión a una experiencia que pertenece al dominio de la psicopatología.
Los síntomas de la fobias pueden ser tanto físicos como mentales. Entre los síntomas físicos más comunes se incluyen:
En cuanto al pensamiento, las fobias suelen estar acompañadas por:
Cabe destacar que, todos estos síntomas pueden variar dependiendo de la intensidad de la fobia y del cuadro específico, sin embargo, suelen estar presentes en la mayoría de las experiencias fóbicas.
Actualmente, existen múltiples fobias que pueden afectar a las personas de diversas maneras. Algunas de las más comunes son:
“En general, en la consulta, las fobias que más trato son la agorafobia, la aerofobia y la fobia social”, destaca el profesional.
Hoy en día, existen diversas teorías etiológicas sobre las fobias, la mayoría sustentadas en:
En el caso del conductismo, las fobias se mantienen vía refuerzo negativo a través de las conductas de evitación y re-aseguramiento frente al objeto temido, lo cual impide que la persona se exponga a sus miedos, ni cuestione las creencias disfuncionales que lo fundamentan.
Mientras que, desde el punto de vista cognitivo post-racionalista, las fobias surgen a partir de la relación que establece el individuo con su propia experiencia personal al interior de alguna relación significativa, en donde se construyen aspectos de la identidad personal que son vividos a nivel tácito, como la vulnerabilidad y la fragilidad, frente a un entorno percibido como hostil y peligroso. Para enfrentar ello, la estrategia consiste en proyectar una imagen de sí mismo como un “agente controlador”, tanto en términos físicos como afectivos, con el fin de sentirse fuerte ante las amenazas del mundo.
Ocurre que, cuando esta forma de desenvolverse en la vida experimenta desequilibrios afectivos y conflictos emocionales, la persona tiende a rigidizar sus estrategias para mantener el control sobre sí mismo y su entorno, lo que podría, según la etapa de vida y el contexto histórico, desencadenar una experiencia fóbica.
Es importante resaltar que todo síntoma psicopatológico tiene un significado personal para el individuo, relacionado con su manera de ser y de actuar en el mundo.
“Por lo tanto, las fobias se refieren a una manera rígida y concreta de vivenciar el mundo y su propia experiencia inmediata, en el cual el síntoma cumple una función para mantener la coherencia de identidad. Los eleentos constitutivos de la experiencia fóbica están siempre conectados con el miedo, la ansiedad y la pérdida de control, ya sea física o del contexto, o también, en términos evaluativos, como en el caso de la fobia social”, comenta el experto.
Las fobias pueden aparecer en cualquier edad y etapa de la vida. No obstante, se ha visto que, en los estilos de personalidad con tendencias a las fobias, dichas experiencias vienen tomando forma como parte del itinerario evolutivo de la persona. Incluso es común que los primeros síntomas se manifiesten en la infancia y/o en la adolescencia y se vuelvan más intensos en la primera adultez.
Los eventos que pueden desencadenar una fobia son diversos y dependen tanto del estilo de personalidad del individuo, como de su momento vital. Por ejemplo, personas con predisposición a la fobia, el cuadro clínico suele surgir de manera inesperada, vinculado a situaciones de desequilibrio afectivo en las que se pierde la sensación de control y se alteran las polaridades de exploración, protección y libertad en relación con una figura significativa o etapa de la vida.
Un ejemplo común es el desarrollo de agorafobia tras una experiencia de restricción o vulnerabilidad en la relación de pareja.
Por otro lado, en otros estilos de personalidad descritos por el enfoque post-racionalista, como aquellos con tendencia a trastornos alimentarios, las fobias emergen como resultado de desbalances emocionales relacionados con situaciones de evaluación, exposición o confrontación, donde se pone a prueba la capacidad personal y la eficacia de la autoimagen.
En todos los casos, la fobias surgen como una manera de enfrentar eventos vitales estresantes y desestabilizadores, y eso depende de cada persona y su historia de vida.
En primer lugar, el diagnóstico de las fobias es eminentemente clínico y se elabora a través de la observación del paciente, la fenomenología y la semiología asociada, junto con la aplicación de criterios diagnósticos consensuados, como los del DSM-V o el CIE-11, lo cual pertenece al manejo de la psicopatología descriptiva.
En este sentido, “aunque algunos enfoques sugieren el uso de escalas específicas, considero más relevante evaluar la problemática desde una perspectiva histórica e idiográfica”, explica el docente de Adipa. Esto implica identificar los eventos, ya sean desencadenantes o mantenedores, que forman parte de la experiencia fóbica del paciente, y cómo estos se relacionan con experiencias emocionales que podrían ser percibidas como inconsistentes con la identidad personal del individuo.
Esta comprensión permite formular un diagnóstico consistente, entender el circuito sintomático y desarrollar estrategias terapéuticas adecuadas para cada caso.
En el caso del modelo post-racionalista, se enfoca en evaluar los momentos históricos de desbalance y desequilibrio afectivo para comprender la dinámica del síntoma y detectar las discrepancias que el individuo está experimentando en su vida diaria y su relación con su estilo personal.
Las fobias suelen ser tratadas con enfoques psicoterapéuticos y farmacológicos. Dentro de la psicoterapia, las modalidades más estudiadas y efectivas incluyen:
En el caso de la terapia cognitivo-conductual, el enfoque principal es modificar las conductas de evitación a través de técnicas como la exposición, el “flooding” (inundación) y la reestructuración cognitiva. Esta última se centra en cambiar los esquemas disfuncionales relacionados con el “miedo al miedo”, los pensamientos catastróficos y los sesgos atribucionales.
Por su parte, en la terapia cognitiva post-racionalista, el objetivo es reconstruir los patrones de experiencia inmediata y su relación con la autoimagen del paciente. Esto se logra ayudando al paciente a “reconocer, procesar e integrar” toda la gama de sentimientos, emociones y escenarios anticipatorios que desafían su sentido de continuidad interna.
Este último trabajo se realiza de manera activa y colaborativa entre el paciente y el terapeuta, mediante el uso de registros de autoobservación. El paciente anota momentos, contextos y emociones asociadas a la experiencia problemática relacionada con la fobia. “Estos registros se exploran y reconstruyen detalladamente en sesión para facilitar la comprensión del significado personal del paciente, recuperar su regulación emocional y ampliar su narrativa personal y comprensión de su historia de vida”, finaliza explicando el profesional.
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