Ps. Mg(c) Rodolfo Santiago Olguín
Psicólogo, cursando el Magíster en Psicología Clínica.
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En esta nueva edición de columnas de opinión en Adipa, el experto diplomado en Neuropsiquiatría y Neuropsicología, Lic. Rodolfo Santiago Olguín, nos presenta un análisis completo sobre la relevancia que existe actualmente en la comprensión de psicopatologías como la Esquizofrenia.
Quédate a leer este gran artículo.
El avance de las neurociencias y en específico de la neuropsiquiatría, entendidas como el estudio del cerebro en su relación con las enfermedades mentales (Alvarado et al., 2011), hace que sea fundamental delimitar con precisión lo que estas disciplinas pueden o no abarcar. Es por lo anterior, que se propone el método fenomenológico-hermenéutico, desde la perspectiva de Otto Dorr – Maestro de la Psiquiatría Chilena y Premio Nacional de Medicina-, el cual será fundamental en el marco de esta investigación.
Este texto argumentativo se desarrollará desde este autor – como teórico principal, considerando su ardua investigación en esquizofrenia (en adelante EQZ), desde el enfoque fenomenológico hermenéutico. Además, se trabajará desde sus escritos, pues en estos el académico engloba–de manera muy esclarecedora- la importancia de la dimensión comprensiva al momento de abarcar trastornos o aflicciones mentales como la EQZ. Por lo tanto, en primera instancia, se revisará un marco teórico o estado del arte en torno a la neuropsiquiatría y su relación con la esquizofrenia.
En segundo lugar, se sostendrá – que si bien es innegable el avance que han tenido las neurociencias en torno a la esquizofrenia y otros trastornos mentales- la proposición de que no es suficiente el conocimiento neural ni causal –es decir, la dimensión explicativa- para abarcar la experiencia o subjetividad de pacientes que padecen esquizofrenia; más bien, es necesaria una perspectiva comprensiva de la misma. Posteriormente, se ilustrará el método fenomenológico, esto es, un método hermenéutico comprensivo, que busca que se manifieste en plenitud la experiencia mental y subjetiva del paciente (Dorr, 2005). Lo anterior, a razón de evidenciar una postura no causal ni reduccionista explicativa ante los diversos procesos mentales de los pacientes con EQZ, considerando que todo método hermenéutico busca comprender y no explicar (Dorr, 2005).
Finalmente, se evidenciará cómo las ideas del Dr. Dorr tienen sustento no solo en la tradición fenomenológica, sino también en algunos filósofos de la mente y psicoanalistas. A modo de suma, se concluirá que la comprensión -a diferencia de la explicación en neurociencias- es imprescindible para abarcar la complejidad mental y la irreductibilidad de la subjetividad de un sujeto que padece esquizofrenia.
A continuación se revisará – en esta sección – un estado del arte en torno a la neurociencias y su explicación de la esquizofrenia. Lo anterior con el objetivo de ilustrar los avances de esta materia en torno a la neurobiología de la EQZ, y así, posteriormente -desde el método fenomenológico comprensivo y las obras de Otto Dorr- realizar una crítica al reduccionismo al que apunta esta perspectiva.
Cabe ilustrar – para la utilidad del lector- que en este escrito se utilizará la palabra neuropsiquiatría, psiquiatría biológica y neurobiología, indistintamente.
La neuropsiquiatría se comprende – a nivel general- como el estudio de las enfermedades mentales desde una óptica biológica o cerebral (Alvarado et al., 2011). Es una disciplina que busca evidenciar los correlatos neuronales entre los trastornos mentales y el cerebro(Vilatta, 2017). Asimismo, tal como lo señala la Dra. Emilia Vilatta (2017) – filósofa de la psiquiatría-, últimamente se ha visualizado un arduo avance de las neurociencias, que ha revitalizado -aceleradamente- a la psiquiatría biológica. Disciplina que propone que lo mental es reducible a neuronal o cerebral, o que lo mental puede ser dilucidado, exclusivamente, en términos físicos (Vilatta, 2017). Es justamente ante esta última posición la crítica que sostiene este ensayo.
La esquizofrenia es una patología de salud mental que afecta al 1% de la población a nivel global (Orellana et al., 2017; Rahman et al., 2022). Es una psicopatología compleja que repercute de manera significativa en la funcionalidad como también en la calidad de vida de las personas afectadas (Orellana et al., 2017; Rahman et al., 2022). Un paciente con EQZ, probablemente, tendrá ideas delirantes, alucinaciones, sintomatología cognitiva, negativa, física, entre otras (Orellana et al., 2017; Rahman et al., 2022). Además, esta ha sido caracterizada como un trastorno del neurodesarrollo, lo que implica que es una enfermedad que tiene comienzo antes de que el cerebro finalice su desarrollo neuronal (Ruiz et al., 2010;López et al., 2015; Rahman et al., 2022). En otras palabras, es una psicopatología que suele desarrollarse durante la infancia o adolescencia, previa a las manifestaciones clínicas más evidentes.
Asimismo, tal como mencionan Ruiz y otros colaboradores (2010), son tanto factores ambientales como biológicos los que pueden generar que se desencadene este tipo de trastorno. Dentro de los factores biológicos se encuentra la genética y sus posibles predisposiciones; y, por el lado del ambiente, se podrían visualizar factores de riesgo, tales como maltrato infantil, consumo de drogas y alcohol, vulnerabilidad social y condiciones adversas, entre otras (Rahman et al., 2022).
Cabe destacar, además, que la esquizofrenia se ha caracterizado por ser una enfermedad poligénica (Morales, 2012; Rahman et al., 2022). Son diversos los genes que pueden estar involucrados en el desarrollo de esta patología; no obstante, para que la información genética se exprese – en algunos casos -, se requiere que la persona esté expuesta a diversos factores ambientales que representen factores de riesgos (Morales, 2012; Rahman et al.,2022). Estos factores de riesgos están relacionados con aspectos perinatales; conllevar estrés tóxico ambiental; padecer hipoxia durante el nacimiento o infecciones; estar en estatus de inmigración; que la madre padezca de déficit nutricional durante el embarazo; estar expuesto a violencia; vivir en alto nivel de urbanización; estar en alto contexto de vulnerabilidad; ser sujeto de discriminación; consumir cannabis u otras drogas; estar expuesto a traumas infantiles; edad materna temprana, entre otros (Ávila et al., 2016; Rahman et al., 2022).
Son diferentes las teorías o hipótesis que intentan dilucidar la complejidad de la EQZ (Ruizet al., 2010; Stahl, 2018; Rahman et al., 2022), entre las que se encuentran la hipótesis dopaminérgica, glumatérgica y serotoninérgica.
En lo que atañe a la primera, es una teoría que manifiesta que la sintomatología de la EQZ, se produce a causa de altos niveles de dopamina, particularmente una hiperactividad en receptores D2 – esto en vías mesolímbicas, que pueden extenderse desde el VTA al cuerpo estriado ventral (Stahl,2018). Además, antipsicóticos que actúan bloqueando RC-D2, han demostrado ser eficientes respecto de síntomas positivos en esquizofrenia (Ruiz et al., 2010; Rahman et al.,2022). Dentro de este contexto, las vías dopaminérgicas que han sido estudiadas en su relación con la EQZ, son la mesolímbica, mesocortical, nigroestriada, tuberoinfundibular, entre otras vías (Ruiz et al., 2010). Sin embargo, tal como sostienen Rahman y colaboradores(2022), se requieren más investigaciones para visualizar una correlación entre la dopamina y esquizofrenia.
Respecto a la segunda hipótesis – a saber, la glutamatérgica-, considera la mediación del glutamato en la EQZ, y encuentra su fundamento en la neurotoxicidad, que se induce a través de este neurotransmisor y su respectiva interacción con la dopamina (Ruiz et al.,2010). Por lo tanto, la señalización GABAérgica deficiente se ha visualizado asociada al trastorno de esquizofrenia (Rahman et al., 2022). En este contexto, se encuentran cinco vías relativas al glutamato que son específicas, y que tienen relevancia entorno a la fisiopatología de la EQZ; estas vías son: corticotroncoecefálicas, córtico-estriada y córtico-accumbens y tálamocorticales y corticotalámicas (Ruiz et al., 2010).
Otra hipótesis –desde la fisiopatología de la psicosis- es la teoría serotoninérgica, la cual tiene relación con su papel trófico en el neurodesarrollo (Ruiz et al., 2010). En el contexto de esta hipótesis, se podría evidenciar una hiperactividad de este neurotransmisor en los receptores 5-HT2A, particularmente, en las neuronas de glutamato en la corteza cerebral (Stahl, 2018). Cabe señalar, que los polimorfismos del receptor 5HT2A, tienen una estrecha asociación con la patología de esquizofrenia, como también a su respuesta clínica a la clozapina (Ávila et al., 2016). Además, la serotonina tendría un efecto inhibidor en la dopomina, generando una hipofunción de la dopamina en la corteza prefrontal, repercutiendo, así, en la generación de síntomas negativos (Ruiz et al., 2010). Es por ello que los fármacos inhibidores de la función serotoninérgica, desinhiben la transmisión dopaminérgica en el cortex prefontal, y parecen tener efectos positivos en la sintomatología negativa de los pacientes con EQZ (Ruiz et al., 2010).
Desde otra perspectiva, se podría sostener que la EQZ – además de ser una alteración del neurodesarrollo- representa una alteración de la conectividad sináptica (López et al., 2015;Cai et al., 2022). Distintos estudios de neuroimagen, sostienen que la esquizofrenia está asociada con la interrupción o alteración de la conectividad funcional local, particularmente en estado de reposo (Cai et al., 2022).
La evidencia muestra, también, que existe una hipoactividad en las redes, ya sea auditiva, central, de modo default, autorreferencial, somato-motora, afectiva, de atención ventral, talámica, entre otras (Sebiani, 2021). En efecto, la falta de conexión como la desorganización entre las redes neurales, apoyan la hipótesis de que la EQZ es un trastorno o alteración de la conectividad (Sebiani, 2021).
A modo de suma, cabe mencionar que –desde esta dimensión explicativa- la EQZ es un trastorno psicótico complejo, que ha tenido una ardua investigación desde las neurociencias, en particular de la neurobiología. Es una psicopatología, tal como se ilustró anteriormente, que involucra distintos factores; entre estos se podría visualizar una diversidad en su etiología, diferentes cambios estructurales y morfológicos del cerebro, patologías en las sinapsis, alteraciones en ciertas conexiones, la importancia del ambiente como factor protector, entre otras consideraciones.
Ahora, si bien no se puede desconocer el importante avance y aporte que han tenido las neurociencias respecto de la esquizofrenia y otros trastornos mentales, cabe sostener que, aún así, este paradigma neurobiológico y sus explicaciones respecto de lo mental/cerebral, podrían verse situados en un reduccionismo o simplismo explicativo (Dorr, 2006). Se evidencia un reduccionismo explicativo, en tanto existe una tendencia a dilucidar lo mental en conceptos meramente neuronales; dejando de lado consideraciones fundamentales en torno a la experiencia humana como lo son la subjetividad, la intencionalidad, entre otros asuntos. Dentro del mismo contexto, sostener que la neurobiología -junto a sus avances e investigaciones- algún día podrá explicar toda la complejidad de lo mental, sería apuntar a un cientificismo o fisicalismo, en el que toda la experiencia subjetiva, estaría reducida –meramente- a lo físico o neural (Vilatta, 2017).
Por el contrario, en este informe se sostiene que existe una dimensión de la experiencia humana, que si bien puede ser explicada por la neuropsiquiatría, no logra ser comprendida– en su totalidad- por esta; por ende, es necesario sostener la comprensión como un método distinto al científico explicativo. En este caso, se propone el método fenomenológico -como un método basado en la comprensión hermenéutica-, que abarca en profundidad la subjetividad de los seres humanos. Para lograr lo anterior, se realizará – a continuación -una revisión bibliográfica de algunos escritos fundamentales del Prof. Otto Dorr, Maestro de la Psiquiatría Chilena y Premio Nacional de Medicina, en torno a esta temática. Esto con el fin de argumentar a favor del método fenomenológico comprensivo, por sobre el explicativo causal de la psiquiatría biológica para así comprender –con mayor plenitud- la experiencia psíquica de los sujetos.
En lo que atañe a la fenomenología, Otto Dorr (2005) sostiene que éste es tanto un método de análisis y conocimiento de realidades y experiencias complejas como también aplicable a asuntos psicopatológicos. Asimismo, en lo que respecta al fenómeno, el filósofo alemán, Heidegger, sostenía que este es lo que se muestra en sí, lo que muestra el significado del ser (1927, como se citó en Dorr, 2005). De igual forma, Dorr y otros teóricos, establecen que la fenomenología es un método que – mediante la epoché – pretende llegar hasta la intimidad y profundidad de la esencia humana (Dorr, 2006; Figueroa, 2015); la epoché implica desprenderse de los prejuicios – y de lo cotidiano – para así experimentar la plenitud de la psiquis de un paciente (Dorr, 2006). La fenomenología, por ende, no se queda con la actitud natural o el mundo natural, intenta ir más allá de lo evidente o lo obvio.
Dorr (2002) destaca que es hermenéutico todo método que no se focaliza hacia explicar sino que comprender. La comprensión la comprende como la capacidad del clínico de visualizar lo que está ahí adelante para que se manifieste con amplitud y plenitud; en cambio la explicación atañe a un nivel más causal, como podrían ser visualizadas las ciencias con su respectivo método (Dorr, 2002). De la misma manera, el autor plantea que es elemental comprender las alteraciones del paciente con esquizofrenia como una señal de algo nuevo, de una manera nueva o auténtica de relacionarse con el mundo (Dorr, 2002;Dor, 2013). Por lo tanto, la comprensión para Dorr (2002) –muy influenciado por el análisis existencial de Binswanger-, a diferencia de lo que fue para Jaspers, sí puede abarcar la psicopatología de la esquizofrenia.
De igual manera, uno de los términos más sustantivos y fundamentales en fenomenología -para el Maestro, es el de intencionalidad (Dorr, 2011, 2013, 2019; Dorr y Dorr, 2018). La disciplina fenomenológica, comprende este concepto como un ámbito fundamental de la conciencia, que se manifiesta en tanto que todo fenómeno psíquico siempre está dirigido hacia otra cosa u objeto -en lugar de sí mismo. Conjuntamente, la percepción – ha mencionado el académico en varios escritos- es uno de los ejemplos más ilustrativos de la intencionalidad, tal como lo es la percepción de un objeto u otro ser, en tanto que ésta es siempre perspectivística (Dorr, 2011, 2013, 2019; Dorr y Dorr, 2018); únicamente ciertos aspectos del objeto se perciben, y el resto pasa a ser apercibido.
Dentro del mismo contexto, otra ejemplificación en lo que concierne la intencionalidad, sería cuando un sujeto recuerda lo recordado, piensa los pensamientos, juzga lo juzgado, desea lo deseado (Dorr, 2011, 2013, 2019; Dorr y Dorr, 2018). El psiquiatra, destaca – de igual modo – que dentro de las características de la conciencia, la que implica que los seres humanos estén desde un comienzo con las cosas y junto a ellas, es la intencionalidad (Dorr,2013). Fuera del ámbito terapéutico, lo predominante siempre es la actitud natural, así como lo es en la ciencia empírica o natural (Dorr, 2013); entre ellas con la neurobiología se ha hecho reduciendo- explicativamente- los objetos subjetivos que se manifiestan en la psiquis de los pacientes.
Ahora, en lo que concierne a la aplicación de la intencionalidad en esquizofrenia, cabe señalar que estos pacientes suelen presentar- tal como lo menciona el Dr. Dorr- una patología o debilitamiento de la intencionalidad, en tanto los objetos no logran ser intendidos (así como él lo menciona) en plenitud: hay una insuficiencia en cómo el yo tiende a dirigirse hacia los demás objetos (Dorr, 2011, 2013, 2019; Dorr y Dorr, 2018). En efecto, es pertinente sostener que esta alteración en la intencionalidad de pacientes con esquizofrenia, trae diversas consecuencias y repercusiones, entre las que se pueden encontrar: padecer humor delirante, percepciones delirantes, laxitud de las asociaciones, alteraciones en la intersubjetividad, entre otras alteraciones o sintomatologías (Dorr, 2011,2013, 2019; Dorr y Dorr, 2018).
Cabe señalar –además, que el lenguaje cumple un rol fundamental en el método fenomenológico, pues es éste el horizonte de toda experiencia hermenéutica, así como señaló en su momento Gadamer (1965, como se citó en Dorr, 2005). El lenguaje siempre ha tenido un rol fundamental en la comprensión de la esquizofrenia, considerando que los pacientes que la padecen, suelen presentar sintomatologías, tales como pensamiento laxo, neologismos, disgregación, entre otras (Dorr, 2005; Dorr y Dorr, 2018). Así, a medida que cambia el mundo, se modifica el lenguaje; un paciente que tiene alteraciones de su percepción y representación, también lo tendrá de su lenguaje. No obstante, así como Otto Dorr (2006) lo explicita en una entrevista: desde la psiquiatría biológica, el lenguaje se estudia – reductivamente – no más allá que desde la perturbación de la funcionalidad del mismo.
Por otra parte, es fundamental sostener que para el psiquiatra (2009) se visualiza una dicotomía entre logopatías y timopatías. En lo que atañe a esta primera categoría, cabe señalar que abarca todas manifestaciones relativas de esquizofrenias, parafrenias y paranoias; la segunda, engloba y comprende los trastornos ansiosos y alteraciones o trastornos del ánimo (Dorr, 2009). Así como ya se ha mencionado, un síntoma fundamental de la esquizofrenia es tanto la perturbación del lenguaje como del pensamiento en sí; de la misma manera, junto con Dorr (2009) y Heidegger (1997, como se citó en Dorr, 2009), se sostiene que la esquizofrenia es una perturbación tanto de la compresibilidad – y la interpretación subyacente a ésta – como del lenguaje a modo de medio articulador. Es por estas razones – entre otras-, que Dorr considera y clasifica a la esquizofrenia (y otros trastornos psicóticos) como un tipo de logopatía; siendo este un elemento de clasificación fenomenológica y comprensiva.
Ahora -tal como asegura el académico-, el científico natural, entre esos, físicos, químicos, biólogos y otros, lo que hacen son reducciones mediante los métodos científicos (Dorr,2005). Por ejemplo, el químico – en palabras del teórico- no tiene en consideración la capacidad que tiene el agua de saciar la sed; mas bien, se queda –exclusivamente- con la explicación de la composición molecular del agua (Dorr, 2005). En cambio, el fenomenólogo deja de lado la actitud natural y se sumerge en la comprensión y reflexión, dirigiendo su atención a la totalidad de las formas en cómo un objeto se percibe en la conciencia, junto a su subjetividad, intencionalidad, y demás (Dorr, 2005).
La fenomenología, entonces – relata Dorr (2013)- ha tenido como objetivo descubrir la complejidad de la experiencia humana, lo que trasciende a los síntomas y los síndromes que se visualizan en la psicoterapia clínica. Así, el Premio Nacional de Medicina y otros autores (Dorr, 2013; Figueroa, 2015), argumentan – tal como se enfatiza en esta investigación- que la tarea de la neurobiología es determinar los distintos mecanismos que están detrás (o subyacentes) a los trastornos psiquiátricos, así como los de la psicofarmacología encontrar los fármacos o medicamentos adecuados para ciertas enfermedades. No obstante, para comprender el orden trascendental de la experiencia – y comprenderla en esencia-, es necesario y fundamental aplicar el método fenomenológico comprensivo (Dorr, 2013;Figueroa, 2015).
Entonces, tal como lo elucida el Dr. Dorr (2013), un método comprensivo es fundamental y necesario, ya que el paciente mantiene perturbaciones como una señal inminente de algo que es nuevo, ya sea de una nueva manera de visualizar o de relacionarse con el mundo. La neuropsiquiatría – así como se ilustró en la primera parte de este ensayo- puede explicar los delirios y otras alteraciones psicopatológicas, evidenciando el correlato entre patologías mentales y sus bases neurobiológicas. Sin embargo, la psicoterapia, bajo un alcance fenomenológico – más a nivel trascendental – intenta comprender estos fenómenos en su esencialidad misma.
El académico, Otto Dorr (2006), recuerda – de manera incisiva – que el método para comprender la subjetividad de cada ser humano no puede ser el de las ciencias naturales, pues sin la comprensión de la subjetividad no habría psicoterapia, ni tampoco psicopatología ni mucho menos intersubjetividad. Por lo tanto, el método fenomenológico permite abrir un abanico de posibilidades en lo que atañe a la esencia y trascendencia humana. El doctor, en una entrevista, recuerda el aforismo griego: lo igual solo es conocido por su igual (Dorr,2006). Lo que básicamente busca enunciar es que sólo una subjetividad puede comprender a otra subjetividad; sólo una persona puede comprender a otra persona. Por lo tanto, se puede desprender que los métodos científicos no logran abarcar el padecimiento, sufrimiento, o complejidad psíquica de una persona, más bien únicamente su dimensión explicativa-descriptiva.
Cabe señalar que Dorr y los teóricos de la fenomenología y hermenéutica – conservando sus diferencias teóricas- no son los únicos que apelan a la importancia de la subjetividad y lo comprensivo de la misma. Este concepto, tal como lo han enunciado algunos destacados filósofos y psicólogos, es ontológicamente irreductible a lo neuronal. Autores clásicos como Searle, Nagel, Jackson, entre otros, – desde diversos planteamientos y perspectivas -han trabajado arduamente esta problemática de la consciencia. Por ejemplo, Searle (2013) plantea que los estados conscientes o de primera persona – causados o generados por procesos neurofisiológicos -, son irreductiblemente subjetivos a nivel ontológico; es decir, si bien la conciencia para este autor es un fenómeno biológico, no puede prescindir de su dimensión cualitativa y subjetiva, ya que al eliminar estas cualidades fundamentales, se cae en un materialismo explicativo- neuronal, y se pierde la dimensión más importante de la conciencia, a saber, su subjetividad (Searle, 2013).
Por otro lado, las ideas de Otto Dorr en torno a la irreductibilidad de lo consciente o lo subjetivo, también tiene un sustento importante dentro del psicoanálisis, ya sea clásico o relacional. Esto considerando, tal como lo expresa el psicoanalista Sebastián León(2013), que el interés del psicoanálisis en el inconsciente, la sexualidad y la infancia, se debe a que allí se teje o genera lo relativo a la subjetividad, la cual no alcanza a ser abarcado por la biología ni tampoco por la psicología empírica. En palabras de León(2013), desde Freud y Lacan, hay un sujeto que ni la ciencia ni los avances farmacológicos pueden abarcar; para Lacan – influido por una lectura de Jasper y Husserl- la subjetividad no se puede dilucidar en conceptos neuronales u orgánicos, por lo que la pregunta por la subjetividad no puede ser respondida desde la neurofisiología (León, 2013).
Incluso, para el psicoanalista francés el sujeto no tiene que ver – directamente – con la persona como individuo -ni siquiera con el yo, más bien el sujeto es un efecto del lenguaje, que involucra significantes, deseo, entre otras terminologías propias de la orientación Lacaniana (Aveggio, 2022). Al sujeto en Lacan sólo se puede acceder mediante un análisis con respectivas intervenciones terapéuticas por parte del analista (Aveggio, 2022); lo que está muy lejos – y de hecho es todo lo contrario- a lo que se comprende como la dimensión explicativa. Si bien el psicoanálisis Lacaniano y la fenomenología transitan por epistemologías diferentes, sin lugar a dudas que ambas se distancian –tanto epistémica como ontológicamente- de cómo las neurociencias abarcan la complejidad de la psiquis humana. Por el lado del psicoanálisis relacional – con sustento en la fenomenología – se comprende lo subjetivo desde la intersubjetividad o relacionalidad, puesto que se trata de una concepción fenomenológica existencial que propone la existencia del sujeto siempre ligada a la relación con los otros (León y Ortúzar, 2020).
Dentro del mismo contexto, Dorr (2006) ya visualizaba una suerte de lo que él denomina“neurologización” de la psiquiatría. Sin embargo, también lo precipita como una oportunidad para establecer un puente entre lo subjetivo y lo objetivo, propiamente tal. Sin embargo, subraya con énfasis que, si bien aquél debería ser el camino de la psiquiatría del futuro, a saber, el enlace entre lo subjetivo y lo objetivo, la psiquiatría nunca – incluso con el continuo avance de las neurociencias – podrá prescindir de lo que atañe a la subjetividad (Dorr, 2006). Más bien son otras las metodologías para acceder a aquella realidad psíquica, ya sea la fenomenología, el psicoanálisis, entre otras. Esta posición es muy parecida a la del filósofo anteriormente expuesto, John Searl, puesto que se debe generar un puente o canal entre las explicaciones subjetivas con las objetivas; no obstante, lo subjetivo es ontológicamente irreductible a lo físico.
Finalmente, a modo de suma, cabe asegurar que se hayan cumplido los puntos planteados en la introducción, esto es, que los trastornos mentales como la esquizofrenia no pueden ser comprendidos por la neuropsiquiatría o la psiquiatría biológica, más bien únicamente explicados. Asimismo, es necesario e imprescindible un método como el fenomenológico-hermenéutico para comprender la subjetividad y profundidad de la experiencia de los pacientes; no obstante, éste no se reduce – desde la perspectiva de quien escribe esta columna – a la fenomenología, sino a cualquier disciplina que apunte a lo comprensivo en torno a la subjetividad. Para lograr lo anterior, en una primera instancia, se ilustró un marco teórico breve relativo a la neurociencia de la esquizofrenia; esto, con objetivo de reflejar los avances sólidos e innegables de esta materia en psicosis.
Posteriormente, se realizó una argumentación desde el Maestro de la Psiquiatría, Dr. Otto Dorr, con fin de evidenciar los límites de la psiquiatría biológica; como también de ilustrar la importancia del método fenomenológico-comprensivo en su esencia misma.
Finalmente, se ilustró un esbozo de algunos filósofos de la mente como John Searle y psicoanalistas como Sebastián León y Ricardo Aveggio, en torno al carácter irreductible de la subjetividad. Por lo tanto, se concluye que la explicación causal neurobiológica, si bien ha sido de vital importancia en el entendimiento de la psiquis humana, no es suficiente para comprender la dimensión psíquica en su plenitud y completitud; más bien, se requiere de un método más amplio y desprejuiciado – o epoché – que tenga vistas – siempre- a la comprensión de la subjetividad del sujeto.
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