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Desigualdad de ingresos y salud mental

Cuando oímos la frase “desigualdad de ingresos”, a menudo se despiertan preocupaciones acerca de la equidad, justicia, género y calidad de vida. Sin embargo, este fenómeno no solamente es un asunto económico, sino que también tiene ramificaciones profundas en el área de la salud mental. Es esencial, que los profesionales de la psicología entiendan y profundicen en este asunto, ya que es una realidad presente en muchos individuos.

Profundiza sobre la temática, en esta columna de opinión junto al docente PhD. Mg. Ps. Nicolás Lorenzini.

Desigualdad de ingresos y salud mental

La desigualdad de ingresos es un problema social acuciante que tiene repercusiones de gran alcance en diversos aspectos de la vida de las personas. Entre estos impactos, un área de creciente preocupación es la relación entre la desigualdad de ingresos y la salud mental.

Como psicólogos clínicos, es esencial explorar esta conexión para obtener una comprensión más profunda de cómo las disparidades socioeconómicas pueden influir en el bienestar mental. Esta columna pretende recorrer parte de la investigación existente sobre la relación entre la desigualdad de ingresos y la salud mental, examinando los mecanismos a través de los cuales la desigualdad de ingresos puede afectar al bienestar psicológico y las implicaciones para la práctica clínica. Éste es un tema muy presente en las clases de prevención que enseño a mis estudiantes en Berlín, y creo que es muy relevante a los colegas en Latinoamérica.

Desigualdad de ingresos

La desigualdad de ingresos se refiere a una población, donde algunos individuos o grupos tienen ingresos significativamente más altos que otros. La investigación ha demostrado que los países con mayores niveles de desigualdad de ingresos tienden a tener peores resultados de salud mental para sus ciudadanos. Wilkinson y Pickett (2009) llevaron a cabo un análisis exhaustivo de los datos de varios países y descubrieron una fuerte asociación entre la desigualdad de ingresos y una serie de problemas de salud mental, incluidas tasas más altas de depresión, ansiedad y abuso de sustancias.

Se han propuesto varios mecanismos para explicar la relación entre la desigualdad de ingresos y la salud mental. Una explicación destacada es la teoría de la comparación social, que sugiere que los individuos evalúan su propio bienestar basándose en comparaciones con otros. En sociedades muy desiguales, las personas pueden experimentar una sensación de privación relativa al comparar su situación socioeconómica con la de quienes están en mejor situación. Esta percepción de estar en desventaja (ya presente a los 8 años de edad) puede conducir a sentimientos de estrés, baja autoestima y reducción del bienestar mental general (Marmot, 2004).

Además, la desigualdad de ingresos puede contribuir a la fragmentación social y a la reducción de la cohesión social dentro de las comunidades. Las comunidades con mayores niveles de desigualdad de ingresos suelen experimentar mayores niveles de delincuencia, violencia y aislamiento social, lo que repercute negativamente en los resultados de salud mental (Kawachi et al., 2008). La falta de apoyo social y la erosión de la confianza entre los miembros de la comunidad agravan aún más los efectos adversos de la desigualdad de ingresos en el bienestar mental, y reducen las tasas de éxito de la psicoterapia y otros tratamientos.

Por ello, comprender la relación entre la desigualdad de ingresos y la salud mental es crucial para los psicólogos clínicos, ya que informa nuestra práctica y sus intervenciones.

Impacto y respuesta clínica

Uno de los primeros y mas importantes pasos que los profesionales debemos tomar, es el adoptar una perspectiva basada en los “determinantes sociales de la salud”, que reconoce que los factores socioeconómicos, incluida la desigualdad de ingresos, influyen significativamente en los resultados de la salud mental. Los psicólogos clínicos debemos ser conscientes del contexto social en el que viven nuestros pacientes y del impacto potencial de la desigualdad de ingresos en su bienestar mental (esto es preponderante y muy útil para quienes trabajan en servicios de salud pública). Esta comprensión puede ayudarnos a los clínicos a desarrollar una evaluación más exhaustiva de los retos de nuestros pacientes y adaptar las intervenciones apropiadas.

Por otro lado, abordar las consecuencias de la desigualdad de ingresos requiere un enfoque multinivel y multidisciplinar que combine la terapia individual con la defensa de un cambio social más amplio. Los psicólogos clínicos podemos colaborar con los responsables políticos y administrativos, las organizaciones comunitarias y otros actores relevantes para abogar por políticas destinadas a reducir la desigualdad de ingresos y promover la justicia social. También podemos desempeñar un papel vital en la sensibilización del público en general sobre el impacto de la desigualdad de ingresos en la salud mental y la necesidad de una acción colectiva.

Por último, los psicólogos clínicos podemos incorporar estrategias de fomento de la resiliencia en nuestras intervenciones terapéuticas. La resiliencia se refiere a la capacidad de adaptarse y hacer frente a la adversidad. Los psicólogos podemos mejorar el bienestar mental de nuestros pacientes dotándoles de habilidades para afrontar los retos asociados a la desigualdad de ingresos, como el estrés financiero o el aislamiento social.

Al adoptar un enfoque holístico que reconozca los determinantes sociales de la salud mental, los psicólogos clínicos podemos desempeñar un papel fundamental a la hora de abordar las implicaciones de la desigualdad de ingresos en la salud mental. Esto implica incorporar una evaluación exhaustiva de los contextos sociales de los pacientes, colaborar con las partes interesadas para abogar por el cambio de políticas e integrar estrategias de fomento de la resiliencia en las intervenciones terapéuticas.

Es importante señalar que, aunque la desigualdad de ingresos es un factor significativo en los resultados de salud mental, no opera de forma aislada. La salud mental está influida por una miríada de factores individuales, interpersonales y sociales. Por lo tanto, es esencial una comprensión integral de las experiencias de los pacientes y la interseccionalidad de los diversos determinantes sociales de la salud.

La relación entre la desigualdad de ingresos y la salud mental es una cuestión crítica que merece la atención de los psicoterapeutas. La investigación ha demostrado sistemáticamente los efectos adversos de la desigualdad de ingresos en el bienestar mental, lo que subraya la necesidad de un enfoque holístico que tenga en cuenta el contexto social más amplio.

Al abordar la desigualdad de ingresos a través de la práctica clínica, la promoción y las estrategias de fomento de la resiliencia, los psicólogos podemos contribuir a mejorar los resultados de la salud mental y promover la justicia social. Mediante esfuerzos de colaboración, podemos esforzarnos por crear una sociedad más equitativa en la que el bienestar mental sea accesible para todos.

Referencias

  • Kawachi, I., et al. (2008). Income inequality and health: A causal review. Social Science & Medicine, 66(1), 76-84.
  • Marmot, M. (2004). The status syndrome: How social standing affects our health and longevity. Henry Holt and Company.
  • Wilkinson, R. G., & Pickett, K. E. (2009). The spirit level: Why greater equality makes societies stronger. Bloomsbury Press.

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