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¿A qué le llamamos atención divergente? Conversación junto a Alejandra Cheyre

¿Has oído hablar de la “Atención Divergente”? Este término, empleado por algunos profesionales de la salud, forma parte de las nuevas formas de referirse a las diversidades en la atención. En esta entrevista, profundizamos en su significado y en los cambios actuales al respecto junto a la docente de Adipa, Mg. Ps. Alejandra Cheyre.

¿A qué le llamamos atención divergente? Conversación junto a Alejandra Cheyre

Hoy en día, estamos presenciando una evolución en la manera en que nos referimos a las diversas formas de neurodivergencia. En el ámbito médico, se mantienen conceptos más tradicionales para describir estas condiciones, sin embargo, hoy existen muchos profesionales que están trabajando en conjunto a personas adultas neurodivergentes para realizar un cambio en la manera de hablar y especificar las neurodivergencias, adoptando una forma más amable de referirse a personas neurodivergentes, como es el caso de “Atención Divergente” (conocido médicamente por TDAH).

Es importante destacar que ninguna terminología es inherentemente más correcta que otra. Este cambio en la forma en que conceptualizamos y comunicamos las características y tipos de diversidad que hay en las personas, buscando salir del término y de la percepción del “déficit” y “trastorno”, ya que tiene un impacto significativo en la sociedad.Este cambio en la forma en que conceptualizamos y comunicamos las características y tipos de diversidad que hay en las personas, buscando salir del término y de la percepción del “déficit” y “trastorno”, ya que tiene un impacto significativo en la sociedad.

Frente a estos nuevos conceptos, conversamos con la profesional y docente de Adipa, Mg. Ps. Alejandra Cheyre.

–Alejandra, cuéntanos acerca de este cambio en las terminologías, ¿Por qué surgieron? ¿Qué significan?

–Desde finales de los 90, la socióloga Judy Singer comenzó a hablar sobre la neurodiversidad, proponiendo que todos los seres humanos son neurodiversos y que esta diversidad es parte natural de nuestro ecosistema. Ella plantea que, en el fondo, cuando se habla de neurodiversidad, se refiere a una biodiversidad neurológica en la que coexisten y se diferencian diversas formas neurológicas dentro de un ecosistema.

Entonces, desde una mirada más sociológica se inicia un movimiento que a las personas adultas autistas les hace mucho sentido y comienzan a verificar que sus cerebros no tienen nada malo, sino que simplemente son diferentes. Es como cuando miras por la ventana y ves que todos los árboles y animales son distintos. Esta nueva perspectiva de que todos somos neurodiversos tiene un impacto positivo en cómo las personas se perciben a sí mismas y en su bienestar emocional.

–En este sentido, ¿Cómo explicarías este cambio de paradigmas?

–En la actualidad, existen dos paradigmas principales para entender la salud mental. Por un lado, está el enfoque tradicional, que se centra en una perspectiva médica, diagnosticando condiciones como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o el Trastorno del Espectro Autista (TEA) desde una óptica que resalta el déficit o la patología. Este paradigma se basa en una visión estadística, considerando que los cerebros que no se ajustan a la “normalidad” son atípicos o deficitarios.

Por otro lado, se encuentra el paradigma de la neurodiversidad, del que estamos hablando, que propone que las diferencias neurológicas son naturales y valiosas. Este enfoque plantea que todos los cerebros son diferentes y que estas diferencias no deben ser patologizadas. Bajo esta perspectiva, condiciones como el autismo o el déficit de atención no son vistos como trastornos, sino como variaciones naturales del funcionamiento neurológico.

–¿Cuál es la importancia del cambio en la terminología utilizada para referirse a condiciones neurológicas como el autismo y el TDAH?

–La diferencia entre estos enfoques radica en cómo se perciben y se nombran las diferencias neurológicas. Por ejemplo, en el enfoque médico tradicional, el autismo se clasifica como un “trastorno”, mientras que desde el paradigma de la neurodiversidad, se habla de “espectro autista” o simplemente “autismo”, reconociéndolo como una identidad y no como una patología. Esta diferencia en terminología tiene un impacto profundo en cómo las personas se ven a sí mismas y cómo son vistas por la sociedad.

El cambio en la terminología, como en el caso del TDAH, donde algunos profesionales y comunidades están comenzando a utilizar el término “atención divergente”, busca eliminar la connotación negativa de “déficit”. Esta nueva forma de nombrar no solo refleja una comprensión más amplia y respetuosa de las diferencias neurológicas, sino que también puede tener un efecto sanador en la autoestima y la identidad de las personas diagnosticadas.

Sin embargo, el paradigma de la neurodiversidad no solo implica un cambio de nomenclatura, sino también un cambio profundo en la metodología educativa y terapéutica. Por ejemplo, en el caso de los niños con atención divergente, el enfoque tradicional de aprendizaje basado en la repetición y memorización puede ser ineficaz. Estos niños aprenden mejor a través de asociaciones de ideas y temas que les interesan y motivan. Por ello, metodologías educativas orientadas a como funciona el cerebro de cada niño, más personalizadas en las experiencias y observando el perfil de los diferentes cerebros son más adecuadas y beneficiosas en el aprendizaje. Sin embargo, más costosas.

–¿Cómo se está manifestando este cambio de paradigma en el ámbito de la salud mental y la atención a las personas neurodivergentes?

–Este cambio de paradigma ha llevado a una nueva forma de mirar a las personas con cerebros atípicos, entendiendo que todos tenemos una diversidad neurológica única. En lugar de etiquetar a las personas como “neurodiversas”, se reconoce que todos somos “neurodiversos”, con diferentes formas de procesar la información y experimentar el mundo.

Esto ha llevado a un enfoque más positivo y compasivo en la atención a la salud mental, ayudando a las personas a sentirse comprendidas y apoyadas en lugar de estigmatizadas.

Al adoptar una perspectiva de neurodiversidad, los profesionales de la salud mental pueden ayudar a las personas a desarrollar una identidad positiva, mejorando su autoestima y reconociendo sus talentos y potencialidades. Esto es especialmente importante para los niños y jóvenes que pueden enfrentar discriminación y bullying debido a sus diferencias neurodivergentes.

Al ser vistos y apoyados desde una perspectiva de neurodiversidad, las personas pueden desarrollarse de una manera más sana y próspera, dado que el ambiente es facilitador a su neurodesarrollo.

–En nuestro país, ¿hay profesionales referentes que ayuden hoy a masificar estas nuevas formas de mirar el déficit de atención y el autismo?

–En Chile, la psiquiatra Cecilia Breinbauer, quien lleva más de 25 años viviendo en Estados Unidos, ha sido una figura clave en promover este enfoque. A través de su trabajo con profesionales en Chile, incluyéndome, Cecilia ha influido significativamente en cómo se aborda la salud mental, enseñando a mirar a las personas atípicas desde el paradigma de la neurodiversidad. Según la especialista, comprender que existen cerebros neurotípicos y neurodivergentes permite desarrollar un acompañamiento más respetuoso y efectivo en el proceso de identidad y sanidad emocional, afectiva, mental y social.

La divulgación y educación sobre este paradigma a través de comunicadores, profesionales de la salud y cambios en los programas educativos son esenciales para acelerar esta transformación. Son importantes los seminarios, cursos y diplomados que se enfoquen en estos conceptos actualizados y que sean impartidos por profesionales que entienden y promueven la neurodiversidad, finaliza comentando la profesional.

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