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Apego desorganizado: Origen, manifestaciones y cómo abordarlo

Descubre cómo abordar el apego desorganizado desde el enfoque profesional, explorando sus causas, manifestaciones y estrategias prácticas.

Apego desorganizado: Origen, manifestaciones y cómo abordarlo

El apego desorganizado es un fenómeno complejo que impacta profundamente la manera en que las personas experimentan y manejan sus emociones, relaciones y desafíos cotidianos. Este estilo de apego, aunque invisible a simple vista, puede estar presente en patrones de comportamiento difíciles de comprender tanto para quienes lo experimentan como para su entorno.

En este artículo, exploraremos el origen y las manifestaciones del apego desorganizado, sus consecuencias y las formas de afrontarlo durante la adolescencia y la vida adulta, de la mano del psicólogo y experto PhD. Mg. Ps. Nicolás Lorenzini.

¿Qué es el apego desorganizado?

El apego es un concepto central en la Teoría del Apego, desarrollada por John Bowlby en el siglo XX, que subraya la importancia de los vínculos tempranos entre un niño y sus cuidadores principales para su desarrollo emocional, social y psicológico. Este lazo funciona como una base de seguridad que permite al niño explorar su entorno y enfrentar situaciones de estrés. Esta teoría, ampliada por Mary Ainsworth (1969), contempla tres principales patrones de apego: seguro, ansioso evitativo y ansioso ambivalente.

No obstante, a fines de los años 70, las investigadoras Mary Main y Judith Solomon identificaron un grupo de niños cuyos comportamientos no encajaban en ninguna de las categorías previamente descritas, dando origen al concepto de apego desorganizado. Este estilo se define por la falta de una estrategia coherente de relacionamiento del niño con su cuidador, evidenciando comportamientos contradictorios, como buscar proximidad, mientras muestran miedo o evitación.

¿Cómo se manifiesta el apego desorganizado?

El apego desorganizado fue identificado por primera vez a través del test de la situación extraña, diseñado por Mary Ainsworth para evaluar las respuestas de los niños ante la separación y el reencuentro con su figura de apego. Este experimento consiste en observar cómo un niño de aproximadamente un año reacciona cuando su cuidador —generalmente la madre— lo deja solo en una habitación con juguetes y luego regresa tras unos minutos.

A partir de los 12 meses, se espera que los niños con apego seguro reaccionen ante la ausencia del cuidador llorando o buscándolo activamente, conocidas como comportamientos de búsqueda de proximidad. Al reencuentro, suelen calmarse rápidamente gracias al consuelo ofrecido por la figura de apego, lo que refleja la confianza en su disponibilidad. Sin embargo, los estilos de apego inseguros, como el evitativo o ansioso, presentan respuestas menos adaptativas: los niños evitativos pueden aparentar indiferencia ante el regreso del cuidador, mientras que los ansiosos tienen dificultades para calmarse, incluso con su presencia.

En contraste, los niños con apego desorganizado muestran patrones de comportamiento incoherentes y desconcertantes, combinando respuestas ansiosas y evitativas. Pueden parecer indiferentes durante la ausencia del cuidador, pero reaccionar al regreso con angustia extrema o conductas atípicas, como golpearse la cabeza, moverse de manera descoordinada o actuar con agresividad hacia el cuidador o hacia sí mismos. Estas respuestas también pueden extenderse a situaciones cotidianas como el hambre, el frío o ruidos fuertes, donde reaccionan de manera desproporcionada. La paradoja de percibir al cuidador como una fuente simultánea de cuidado y miedo dificulta el desarrollo de un vínculo seguro, perpetuando la confusión y el estrés en el niño.

¿Cuáles son las posibles causas del apego desorganizado?

Como bien señala el psicólogo y experto, PhD. Mg. Ps. Nicolás Lorenzini, “un estilo de apego se entiende como una adaptación de un sistema neurobiológico del comportamiento, en particular a un ambiente social temprano“. En este sentido, el apego desorganizado refleja las características del entorno en el que el niño ha crecido, evidenciando cómo estas experiencias tempranas influyen en su manera de relacionarse con sus cuidadores. Sin embargo, también pueden intervenir otros factores, como el temperamento del niño, que interactúa con estas experiencias para dar forma a este estilo de apego.

Causas relacionadas al entorno familiar

Con base en lo anterior, el apego desorganizado suele surgir en contextos donde el entorno familiar es impredecible, caótico o incluso aterrorizante para el niño. En muchos casos, la figura de apego principal, como la madre, responde de forma inconsistente o inapropiada a las necesidades del niño. Por ejemplo, cuando el bebé busca proximidad debido al hambre, frío o miedo, en lugar de recibir consuelo, puede enfrentarse a gritos, maltrato físico o indiferencia. Estas respuestas impredecibles dificultan que el niño desarrolle una estrategia clara para regular sus emociones y encontrar seguridad en su cuidador.

Entre las causas más comunes del apego desorganizado se encuentran entornos marcados por el maltrato físico o emocional, que generan miedo hacia la figura que debería ofrecer protección. Asimismo, la negligencia, cuando las necesidades del niño son ignoradas, contribuye significativamente a este patrón de apego. En ambos casos, el niño aprende que su búsqueda de proximidad puede no tener respuesta o, peor aún, desencadenar una reacción negativa o aterrorizante, lo que incrementa su confusión y estrés.

Influencia del temperamento del niño

No todo puede atribuirse directamente a los cuidadores, ya que otros factores también desempeñan un papel importante. Por ejemplo, algunos niños tienen un temperamento más sensible o hiperbólico, lo que significa que reaccionan con mayor intensidad a estímulos menores, como ruidos leves o hambre moderada. Este tipo de temperamento puede representar un desafío para los cuidadores, quienes deben responder constantemente a las demandas del niño. Con el tiempo, esta presión puede llevar a respuestas negligentes o incluso maltratadoras por parte de los padres, aun cuando no exista una intención de causar daño.

Consecuencias del apego desorganizado

El apego desorganizado, aunque no es un trastorno en sí mismo, es el estilo de apego con mayor riesgo de derivar en dificultades emocionales y relacionales. Según Lorenzini, el apego desorganizado en adultos puede aumentar la probabilidad de desarrollar desórdenes psicológicos y problemas en las relaciones interpersonales, impactando significativamente el bienestar a lo largo de la vida.

En las relaciones románticas, laborales y de amistad

Este patrón de apego tiene un impacto profundo en las relaciones y la regulación emocional durante la adolescencia y la adultez. Como explica el experto, “el sistema de apego permanece activo toda la vida; cada vez que tenemos una necesidad de un otro, se activa. En el apego desorganizado en adultos, el cerebro intenta reducir la intensidad de esta respuesta, pero en el apego desorganizado, la reacción sigue siendo desorganizada, aunque más sofisticada”.

En las relaciones románticas, las personas con apego desorganizado suelen formar vínculos intensos que terminan abruptamente o se desarrollan en ciclos de separación y reconciliación, caracterizados por comportamientos contradictorios, como buscar cercanía mientras actúan de forma agresiva o desconcertante. En el ámbito laboral, estas dificultades suelen manifestarse en conflictos con figuras de autoridad, problemas para manejar el estrés y cambios frecuentes de empleo. Asimismo, las amistades tienden a ser superficiales o inestables, lo que dificulta la creación de conexiones genuinas. Estas dinámicas generan una sensación persistente de insatisfacción y desconexión en diversas áreas de la vida adulta.

En el desarrollo de trastornos o desórdenes

Como bien menciona el especialista, el apego desorganizado no es un trastorno en sí mismo, pero está estrechamente relacionado con ciertas psicopatologías, especialmente con los trastornos de personalidad del clúster B, también conocidos como dramáticos o emocionales. Entre estos se encuentran el trastorno límite de la personalidad (borderline), el trastorno antisocial de la personalidad, el trastorno histriónico de la personalidad y el trastorno narcisista de la personalidad. Aunque el apego desorganizado no equivale a estos diagnósticos, su influencia en el desarrollo emocional y en las relaciones interpersonales crea un terreno propicio para el surgimiento de estas problemáticas.

Además, este estilo de apego puede agravar otras psicopatologías como la depresión, la ansiedad o incluso episodios de psicosis, haciendo que los síntomas sean más severos y difíciles de tratar. La falta de una base segura en la infancia repercute directamente en la capacidad de la persona para regular sus emociones y construir relaciones saludables, lo que complica la evolución de estos trastornos. Por lo tanto, comprender el vínculo entre el apego desorganizado y estas psicopatologías es fundamental para diseñar estrategias terapéuticas más eficaces, enfocadas en reparar los patrones relacionales y emocionales subyacentes que obstaculizan la recuperación.

Cómo ayudar a pacientes con apego desorganizado

En psicoterapia, el objetivo no es “cambiar” el apego, sino ayudar a los pacientes a gestionar los patrones que dificultan su bienestar y promover dinámicas más saludables en sus relaciones. A continuación, exploramos estrategias y enfoques para apoyarlos en este proceso:

Fomentando relaciones más estables

Según detalla Lorenzini, las personas con apego desorganizado suelen insertarse en contextos complejos, muchas veces marcados por relaciones tóxicas, violencia o consumo de sustancias, lo que refuerza sus patrones desorganizados y dificulta el acceso a vínculos positivos. Sin embargo, es posible generar cambios a través de relaciones más estables y consistentes con personas benévolas y pacientes, que ofrezcan apoyo constante y buenas intenciones. Aunque en la adultez el cerebro ya no está en un período crítico como en la infancia, estas conexiones pueden favorecer dinámicas relacionales más seguras y equilibradas, contribuyendo con el tiempo a una mejora en las interacciones emocionales y sociales.

Trabajando la mentalización

La psicoterapia desempeña un papel fundamental en ayudar a las personas con apego desorganizado a gestionar sus patrones y a entender mejor sus relaciones. Tal como indica el experto, la mentalización es una herramienta clave en este proceso. Esta capacidad permite al paciente interpretar sus propios comportamientos y los de los demás como resultado de pensamientos, emociones o intenciones, ayudándolo a comprender las dinámicas interpersonales desde una perspectiva más reflexiva y menos reactiva.

La mentalización, añade Lorenzini, implica aceptar la incertidumbre sobre los estados mentales ajenos y evitar interpretaciones rígidas o negativas. Por ejemplo, en lugar de pensar “mi pareja solo quiere hacerme daño”, el paciente puede aprender a considerar otras perspectivas más empáticas y flexibles, lo que mejora sus interacciones y reduce conflictos. Aunque no modifica directamente el estilo de apego, este enfoque facilita la creación de relaciones más saludables, promoviendo un entorno que favorezca un bienestar emocional más estable.

Referencias

Lecannelier, F., Ascanio, L., Flores, F., & Hoffmann, M. (2011). Apego y psicopatología: Una revisión actualizada sobre los modelos etiológicos parentales del apego desorganizado. Terapia Psicológica, 29(1), 107–116. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082011000100011

Lorenzini, N., & Fonagy, P. (n.d.). Apego y trastornos de la personalidad: breve revisión. University College London y Anna Freud Centre.

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