Índice
- Consideraciones generales para una intervención…….06:50
- Rol del terapeuta…………21:04
- Modelos de intervención……..24:42
Consideraciones generales para una intervención
[06:50] Dentro de estas consideraciones, empezaremos desde lo más general hasta lo más específico. Una de las consideraciones más relevantes tiene que ver con el espacio físico donde se desarrollará nuestra intervención. Este espacio debe ser acogedor y estimulante para el paciente, ya sea un niño o un adolescente, y motivarlo a participar en el trabajo.
Como terapeutas, debemos proporcionar la mayor variedad posible de materiales, siempre que estos sean adecuados para mantener la concentración del paciente, y también para mantener un cierto orden. Esto es crucial para evitar un entorno caótico que pueda generar angustia en nuestros pacientes. Por lo tanto, la organización de nuestros materiales será esencial, y deberán ser seleccionados de manera que promuevan la libre exploración y la elección de diferentes objetos.
También es importante que, al considerar el uso de diversas técnicas, las que elijamos sean aquellas con las que nos sintamos cómodos y seguros. Si dentro de la amplia gama de materiales disponibles para trabajar, hay alguno con el que no nos sentimos cómodos, es preferible evitar su uso o su exhibición. Si uno no se siente cómodo con un material específico, esto puede afectar la intervención y el paciente lo percibirá.
Rol del terapeuta
[21:04] El rol que desempeñamos como terapeutas es algo que debemos abordar y trabajar cuidadosamente, ya que es fundamental para nosotros. Es importante tener en cuenta que el proceso terapéutico pertenece al paciente. Como terapeutas, actuamos como facilitadores que contienen y reflejan lo que el paciente está trabajando, ayudándolo a procesarlo. No obstante, el proceso es del paciente, el terapeuta simplemente escucha y es un observador de este proceso, siempre atento a lo que va surgiendo y al momento adecuado para devolver la información.
En esencia, el terapeuta es alguien que acompaña, provee y facilita el espacio, contiene la expresión de las emociones o lo que el paciente va narrando o lo que va surgiendo. Todo esto, en su conjunto, permite al paciente elaborar el conflicto por el cual acudió a nuestra consulta o a nuestro espacio de terapia.
Durante el proceso, es fundamental que sigamos el ritmo y las necesidades de cada paciente, respetando sus tiempos y, por supuesto, sus defensas adaptativas. Debemos recordar siempre que todo el aparato defensivo que nuestro paciente tiene se ha desarrollado por una buena razón. En algún momento, esta defensa puede empezar a ser un foco de conflicto, un foco de sufrimiento o puede generar síntomas, pero no debemos intentar desmantelar todo este aparato defensivo.
Modelos de intervención
[24:42] En el caso de los niños y adolescentes, la intervención se construye a partir de diversos modelos, según varios autores en la clínica infantojuvenil. Han habido distintos autores que han propuesto una amplia gama de modelos de trabajo, pero si los agrupamos, podríamos dividirlos en dos grandes ejes: los modelos directivos y los modelos no directivos.
Dentro de los enfoques que tratan sobre procesos más directivos, encontramos una gran cantidad de enfoques que tienen que ver con temas focalizados, como los estilos de las escuelas cognitivo-conductual, constructivista, gestáltica, e incluso en algunos casos, la sistémica. En estos enfoques, se enfatiza el uso de técnicas específicamente pensadas para la elaboración de ciertos contenidos asociados a un conflicto y donde el papel del terapeuta es mucho más activo en términos de sugerir y dirigir el proceso.
Por otro lado, los enfoques no directivos se fundamentan más en la línea psicodinámica, donde se propone una aproximación más libre con una mayor abstinencia del terapeuta. En este sentido, el terapeuta no es tan directivo en términos de las actividades a realizar, sino que se abstiene y espera el contenido que el paciente trae para trabajar sobre ello.
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