Índice
- La deshumanización del sufrimiento…..6:32
- Respetar el sufrimiento……10:56
- Emociones…..15:26
- Sufrimiento y trauma complejo….41:20
La deshumanización del sufrimiento
[6:32] Vivimos en una época donde el sufrimiento ha sido deshumanizado. Nos hemos olvidado de que quién sufre es una persona inserta en un contexto con una experiencia única de sufrimiento. En lugar de hablar del sufrimiento, nos enfocamos en categorías diagnósticas, sin considerar la experiencia individual y la trayectoria vital.
Esto es especialmente relevante al pensar en este modelo basado en el apego y la complejidad. En el trabajo con la infancia, nos encontramos con historias de sufrimiento etiquetadas como trastorno por déficit de atención con hiperactividad, niño disruptivo, depresión, ansiedad, etc. Sin embargo, estas categorías no reflejan la experiencia y la historia de vida de cada persona.
Respetar el sufrimiento
[10:56] En ese sentido, entendemos que el sufrimiento merece respeto y no debe ser eliminado de inmediato mediante medicamentos que anestesian el cuerpo y la mente. Queremos hacer una aclaración de que no estamos en contra de los fármacos, ya que a menudo pueden ayudarnos a abordar lo que necesitamos trabajar. Sin embargo, creemos que la medicación no debe ser recetada de manera universal para todos aquellos que tienen depresión o déficit de atención. Cada experiencia es única, por lo que los medicamentos pueden ser útiles si tienen un objetivo específico para esa persona en particular.
Cuando hablamos de respetar el sufrimiento, nos referimos a entender qué significa sufrir. Para nosotros, el sufrimiento habla de un desequilibrio biológico y un mensaje de ayuda. Es importante mirar el sufrimiento con atención y respeto, ya que desde ese respeto se origina toda experiencia terapéutica. No podemos ayudar a sanar, reequilibrar o recuperar la homeostasis del otro si no partimos de una base de respeto por la individualidad, la historia y el contexto en el que se desarrolla esa persona. También debemos considerar lo que ha significado para ellos sobrevivir hasta ese momento.
Emociones
[15:26]
Las emociones forman parte de un sistema homeostático o complejo que se organiza para mantener la vida, y son fundamentales como guía en nuestro camino. Desde la perspectiva de la neurociencia de los sistemas complejos y el modelo de apego y complejidad, las emociones no son ni positivas ni negativas, sino respuestas automáticas e involuntarias de nuestro cuerpo ante cambios en el ambiente. Nos indican que algo está sucediendo, ya sea algo agradable que deseamos repetir o algo que puede poner en peligro nuestra continuidad o forma de vida.
Es importante comprender que las emociones no son algo abstracto, sino cambios concretos en nuestro cuerpo y cerebro, mediados por neurotransmisores, que también generan cambios en nuestro organismo. Están diseñadas para movilizarnos y recuperar el equilibrio perdido frente a una amenaza percibida por nuestro sistema. Por ejemplo, si comemos comida en mal estado, experimentaremos dolor de estómago como una señal de que debemos dejar de comer esa comida para evitar enfermarnos. De manera similar, las emociones nos indican dónde queremos ir, quedarnos o estar, y también nos alertan sobre situaciones que pueden poner en peligro nuestra seguridad.
Sufrimiento y trauma complejo
[41:20] Cuando nos enfrentamos no solo al estrés de algo nuevo, extraño o impredecible, sino al sufrimiento que es más intenso, especialmente en los niños, los principales generadores de estrés son los cuidadores. Los niños dependen de los adultos y pasan mucho tiempo con ellos, por lo que la calidad, continuidad y disponibilidad del cuidado son cruciales. Esto también se aplica a los adultos, ya que todos necesitamos vínculos y cuidados. Para que se produzca el sufrimiento, las condiciones de cuidado deben cambiar de manera más o menos estable durante un período de tiempo, no solo por un momento. Nuestro cerebro busca predictibilidad y repetición, por lo que cuando las condiciones cambian y no hay seguridad en la disponibilidad y amor del cuidador, nuestro sistema reacciona y comenzamos a sufrir.
Es importante que este sufrimiento se traduzca en conductas y acciones, ya que nuestras manifestaciones conductuales, como la rabia o la angustia, son lo que se vuelve más evidente y busca llamar la atención del otro. Si hemos experimentado repetidamente la manifestación de nuestro sufrimiento sin respuesta por parte de los demás, corremos el riesgo de interiorizar ese sufrimiento, lo cual tiene consecuencias negativas y un pronóstico desfavorable. Es fundamental poder externalizar y expresar nuestro sufrimiento para buscar la ayuda y respuesta adecuadas.
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