Eda. Claudia Caballero
Educadora de Párvulos con mención en Discapacidad...
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Contar con información adecuada sobre el Trastorno del Espectro Austista (TEA) y especializarse en esta área es esencial para brindar una educación de calidad a los niños y niñas. Esto no solo beneficia directamente a los niños autistas, sino que también promueve la inclusión y psicoeducación en el entorno escolar, generando así un ambiente de comprensión y apoyo para todos los estudiantes.
Infórmate de todo esto en este artículo de Adipa.
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se caracteriza por los desafíos en áreas de interacción social, comunicación recíproca, flexibilidad y presencia de intereses restringidos repetitivos o intereses profundos.
En el contexto escolar, estos desafíos pueden influir en la manera en que los niños se relacionan con sus compañeros, participan en actividades escolares y se adaptan a cambios de rutinas. Es por ello, que es importante comprender y abordar estas características para brindar un entorno educativo inclusivo y de apoyo, que promueva el bienestar y desarrollo integral de los niños autistas.
Quienes tienen Trastorno del Espectro Autista (TEA) a menudo enfrentan interferencias contextuales que pueden afectar sus relaciones, comportamiento, funcionamiento y la comunicación. Estas interferencias presentan barreras para su óptimo desarrollo y bienestar, tanto en niños como en niñas dentro del espectro autista.
De acuerdo a ello, existen un sinfín de actividades que se pueden realizar para fomentar la interacción y comunicación entre todos los niños del entorno educativo.
Para promover una interacción exitosa dentro del aula de clases es importante utilizar estrategias adecuadas, como:
En este sentido, es importante evitar la presión y respetar las preferencias individuales, con la finalidad de generar seguridad en el espacio educativo, para que los niños/as se sientan en confianza para poder actuar.
Además, debemos recordar que cada persona dentro del espectro autista puede tener y desarrollar diferentes intereses y preferencias, por lo que es relevante que los educadores y adultos del entorno se adapten a las necesidades individuales y respeten sus elecciones, para poder contribuir a generar un entorno inclusivo y respetuoso para su desarrollo.
El juego es fundamental para estimular y ayudar a un menor con Trastorno del Espectro Autista porque genera ciertas emociones y/o sentimientos que en su cotidianidad no son desarrolladas ni observadas a simple vista.
Sí, existen señales que ayudan a identificar a menores con Trastorno del Espectro Autista o TEA, sin embargo, cada niño puede tener características únicas, por lo que siempre es relevante y recomendable, buscar una consulta médica con profesionales de la salud para un diagnóstico adecuado.
Dentro de las señales comunes encontramos:
En el caso de llevar al menor a un especialista de la salud, las pruebas más comunes que se realizan para detectar el trastorno son tres:
Todos pueden ayudar a niños y niñas que tengan este tipo de trastorno, para ello es importante ser capaces de reconocer el papel y rol fundamental que tiene el entorno tanto escolar, social y familiar en la vida y desarrollo de este menor.
Para otorgar una educación de calidad a niños y niñas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) es fundamental contar con recursos y apoyos adicionales que permitan un abordaje integral y una estimulación adecuada.
En este sentido, es ideal que en todos los colegios exista un equipo de apoyo terapéutico que trabaje en colaboración con docentes, el personal escolar y con los padres, para asegurar una atención integral y coherente.
Estos equipos pueden incluir profesionales como:
El papel de cada uno de ellos corresponde a proporcionar adecuaciones necesarias para estos niños, tanto a nivel del entorno como del currículo, con la finalidad de fomentar el aprendizaje efectivo, ajustado a las necesidades de cada persona.
Asimismo, se pueden incluir estrategias de enseñanza específicas para el autismo, como la adaptación de materiales y actividades exclusivas para generar entornos inclusivos y promover las habilidades de comunicación y sociales de los menores.
En este proceso de inclusión y adaptación escolar el rol de los educadores es esencial. Su papel en la formación es educar, no obstante, va mucho más allá de eso, también implica generar una vinculación responsable y afectiva con los niños y niñas con TEA.
Con esto, queremos decir que si bien son garantes de la educación, son personas que logran involucrarse con los menores educándoles con formación: valórica, respeto y contención.
No podemos perder de vista que cada familia delega la responsabilidad de cuidado a ellos, por lo que existe una comunicación fluida entre ambos, porque tanto padres como educadores, les preocupa que el niño o niña esté bien. Es una tarea compartida.
La familia cumple un rol esencial de apoyo, comprensión, contención y amor frente a sus hijos e hijas. Los padres transforman sus vidas y se convierten en escudos frente a las injusticias sociales y a los actos discriminatorios, por lo que en estos casos, cumplen un papel crucial en cómo el niño se presenta al mundo y cómo lo perciben a él.
En consecuencia, la familia tiene la responsabilidad de comprender las necesidades de niños y niñas dentro del espectro, y a partir de ellas, facilitar la interacción a un ritmo respetuoso, considerando también si esa exigencia social es necesaria o no para ese niño.
Por otro lado, esto tiene que ver con un cambio de mentalidad de los adultos, donde es válido preguntarse si efectivamente necesitamos que los niños y niñas se comporten como sus pares neurotípicos, si en realidad no lo son. Si bien, la comunicación es importante y debemos favorecerla, no debemos perder de vista las formas de comunicación e interacción que presentan los niñas y niños TEA y cómo se van transformando en el tiempo, a partir de eso, recibimos señales que nos pueden facilitar ampliar ese círculo social.
Los desafíos más comunes en la actualidad suelen estar relacionados con la selección alimentaria de la primera infancia, lo cual puede afectar el crecimiento, el peso y el bienestar nutricional que se requiere para un óptimo desarrollo.
Por otro lado, las desregulaciones emocionales son frecuentes en esta etapa y a menudo carecen de una causa aparente. Dado ese escaso lenguaje en muchos niños y niñas, tienen dificultades para comunicar sus sentimientos y lo que les sucede. Estas situaciones sin respuesta generan angustia en los adultos y a menudo conllevan frustración y desesperanza frente a conductas disruptivas que no se pueden resolver de manera inmediata. Sin embargo, con buenos apoyos terapéuticos y constantes, los niños pueden experimentar una mejor calidad de vida, desarrollarse con menos interferencias y brindar mayor tranquilidad a sus familias y cercanos.
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