Mg. Flga. Daniela Araya González
Fonoaudióloga de la Universidad de Chile. Máster...
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La selectividad alimentaria es un desafío que afecta a muchas familias, especialmente cuando trasciende de ser una etapa típica del desarrollo infantil y se convierte en un problema persistente que impacta la salud y el bienestar de niños y niñas. Entender sus causas y características es fundamental para abordarla de manera efectiva.
En este noticia, exploramos el fenómeno de la selectividad alimentaria con la colaboración de la Mg. Flga. Daniela Araya González, quien comparte estrategias prácticas y recomendaciones clave para promover una relación saludable con los alimentos.
La selectividad alimentaria se define como una conducta persistente en la que un individuo consume un rango limitado de alimentos, rechazando sistemáticamente otros con base en factores como textura, sabor, color o presentación. Aunque puede formar parte del desarrollo normal en la infancia, su persistencia más allá de los primeros años puede representar un riesgo significativo para la salud física y emocional, y a menudo se asocia con trastornos del neurodesarrollo y problemas conductuales.
La selectividad alimentaria afecta entre el 20% y el 50% de los niños con desarrollo típico y hasta un 89% de aquellos con discapacidades del desarrollo.
“Es fundamental considerar la intensidad y duración de la selectividad alimentaria para diferenciar entre una fase típica y una condición que requiere apoyo terapéutico”, explica Mg. Daniela Araya González, fonoaudióloga.
Fase transitoria entre los 2 y 6 años, sin impacto significativo en el crecimiento o desarrollo.
Persistente en el tiempo con impacto negativo en la salud o el bienestar, deficiencias nutricionales severas y vínculo con trastornos como autismo o ansiedad. Se requiere evaluación clínica detallada.
La selectividad atípica puede causar deficiencias nutricionales (hierro, vitaminas A y D, calcio), afectando la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional. “Un espacio de alimentación tranquilo y sin presiones es clave para reducir la ansiedad asociada a la comida”, señala la especialista.
Las personas neurodivergentes suelen tener diferencias en el procesamiento sensorial que influyen en sus hábitos alimentarios.
En niños autistas, la hipersensibilidad a texturas y sabores requiere exposiciones graduales adaptadas a sus necesidades.
La mayor actividad cerebral en ciertas áreas intensifica las percepciones sensoriales, reforzando patrones alimentarios restringidos.
Asimismo, el bajo registro sensorial lleva a buscar alimentos con estímulos intensos (picante, crujiente).
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Leer másConfirmo que he leído la información sobre este programa, disponible en el brochure y en el sitio web. Declaro cumplir con los requisitos para cursar este diplomado y me comprometo a enviar mi certificado de título, así como a firmar la carta de compromiso solicitada
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