Mg. Ps. Nayara Malnero
Máster en Sexología Clínica y Terapia de...
¿Sabías que el sex coaching tiene herramientas claves para mejorar la calidad de vida y sexualidad de una persona? Lee la columna de opinión escrita por la profesional Mg. Ps. Naya Malnero y conoce todo acerca de esta especialidad y su influencia en el área de la terapia.
Para empezar, ¿terapia sexual?
Al igual que la terapia convencional, la terapia sexual trata de brindar herramientas y apoyos a las personas que los necesiten para sobrellevar inseguridades, problemáticas o situaciones que no se saben gestionar de primeras. Pero esta segunda, aplicada a la sexualidad humana.
Resulta que siempre nos han enseñado una forma en la que debe ser la sexualidad, y se nos olvida que no hay una única forma de ser. La sexualidad es al sexo lo que la personalidad es a la persona, es decir, cada una va a ser diferente. Y esto, ¿qué implica? Pues que efectivamente, cada persona es un mundo, pero siempre nos han intentado vender que hay que encajar en un único canon, y estas ideas previas desde luego, acarrean consecuencias: inseguridades, comparaciones, miedos, ansiedad anticipatoria, poca comunicación o asertividad.
En fin, temas que desde luego, necesitan terapia, y por eso la necesidad de aplicar la terapia al ámbito sexual, de que los terapeutas se formen en esta área tan importante y de que la sociedad se abra aún más a este tipo de ayuda.
La educación sexual en general es más que necesaria, no solo para aprender a colocar un preservativo o para prevenir la contracción de infecciones de transmisión sexual, sino para aprender sobre el tratamiento del propio cuerpo, las emociones, las relaciones interpersonales y las cuestiones ligadas a la igualdad entre sexos. El sexo nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos, y la necesidad de conocer y ahondar más en este ámbito es imperiosa.
Y es cierto que la educación sexual está avanzando y cada vez tenemos más acceso a ella, pero también se tiene acceso más directo a plataformas que a su vez hacen más necesaria la educación sexual. Como por ejemplo, las plataformas de pornografía Mainstream que muestran una ciencia ficción que sin la educación necesaria de respaldo pueden generar ideas previas muy nocivas de cara a tener una vida sexual plena y sana.
Como comenta Lust, E. (2019) la pornografía es una fuente de educación sexual actualmente, y por eso debemos brindar herramientas para aprender a diferenciar la ciencia ficción de la vida real. Al igual que al ver la película de Superman sabemos que se trata de, efectivamente, una película y eso no implica que en la vida real podamos volar, debemos tener el conocimiento necesario para poder discernir estas irrealidades en las películas para adultos.
Más allá de la educación sexual en aulas y como forma de contrarrestar los efectos de la pornografía, es necesario ir más allá y entender la importancia de la sexualidad y el sexo en nuestras vidas. Por ejemplo, ¿cuántas veces acudimos al médico por dolencias o revisiones al año? En muchos casos, incontables.
Y, como bien dice Montejo, A. (2023) en el reciente artículo publicado, la sexualidad sigue siento un tema tabú en las consultas médicas, lo que desde luego, puede afectar directamente en la experiencia y vida sexual del paciente. En muchas ocasiones las recetas médicas conducen a problemáticas sexuales, y esto, sin previo aviso o sin apoyo por parte de un profesional, puede derivar en problemáticas alargadas en el tiempo sin necesidad de que esto ocurra. Sin duda, una situación inadmisible muy fácil de revertir con unos pocos conocimientos y herramientas por parte del profesional.
El hecho de que el tabú alrededor del sexo continúe vigente como la norma, afecta en la propia experiencia de las personas, tendiendo a considerar que el sexo es algo que deberíamos esconder y que en definitiva, es algo que está “mal”. Es por eso que la educación sexual se hace necesaria, así como la visibilidad del apoyo que podemos dar los terapeutas sexuales en problemas que no son únicos de una persona, si no que acomplejan y acontecen a muchos de nosotros.
Si bien es cierto que, como comentaba, la educación sexual está en un auge actualmente, suele constar de actividades puntuales y escasas en su gran mayoría, que suelen llegar tarde y a destiempo.
Es necesaria la educación integrativa desde los primeros años, para prevenir abusos, para prevenir malas prácticas, para enseñar el amor y el respeto al propio cuerpo, para enseñar y acoger la diversidad, para enseñar que somos merecedores de placer, y que no debería ser un tabú el disfrute. La educación sexual será inclusiva o no será.
Se deben fomentar lecturas que enseñen educación sexual, contrastar la información que nos enseñe desde casa (aunque sea en un anuncio o películas con alguna escena sexoafectiva), comunicar nuestras dudas, y no fomentar el tabú escondiendo nuestras incertidumbres. La educación sexual empieza por la búsqueda de información desde diferentes fuentes. Y, por supuesto, en caso de necesitar ayuda concreta o tener dudas sin respuestas, acudir a profesionales de la sexología para esclarecerlas de la mejor manera.
La terapia es un campo tremendamente amplio, con muchas perspectivas, que está en constante cambio. Especialmente la terapia sexual, ya que es desde los últimos años cuando se ha empezado a dar la relevancia que merece (y aún nos queda camino) a este tema.
El terapeuta es aquella figura que ha de acompañar y guiar a las personas que acudan con dudas o problemáticas sin resolver. No es ningún caso (o no debería) considerarse una figura que resuelva mágicamente los problemas. Si podrá aportar herramientas, visiones o perspectivas validadas que puedan ayudar a la persona que acuda a terapia a avanzar.
En muchas ocasiones la historia que repite: falta de deseo, problemas de erección y/o eyaculación, inseguridades en relación al sexo, falta de asertividad y comunicación en la pareja.
Todo esto provoca en la persona estrés o falta de seguridad en ella misma e insatisfacción sexual, lo que a su vez suele agravar el problema de base.
A día de hoy la amplitud de temas que se pueden abordar en terapia sexual es abismal, se puede acompañar en problemáticas como las derivadas de relaciones no monógamas, creencias limitantes, enfermedades mentales y sus consecuencias en la sexualidad, atención a la diversidad propia o de nuestro entorno, y un largo etcétera que se quedaría corto ya que, como comentaba anteriormente, cada sexualidad es diferente.
La terapia sexual brinda un enfoque biopsicosocial teniendo en cuenta las influencias que generan y mantienen el problema (de carácter sexual en su mayoría), así como formulando un camino para seguir adelante y dejarlo atrás. Siendo así, el coaching puede ser de gran ayuda para completar la terapia con algunas de sus herramientas.
Según la International Coaching Federation (ICF), el coaching consiste en una relación profesional continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios en la vida, profesión, empresa o negocios de las personas. Mediante el proceso de coaching, el cliente profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida.
Siendo el coaching un proceso de acompañamiento, es el cliente quien tiene un objetivo (o debe encontrarlo a raíz de este mismo proceso). En el coaching se habla de clientes y no de pacientes, precisamente para hacerles parte activa y responsabilizarles del cambio, el coach acompañaría en este proceso al coachee o cliente.
Es importante considerar las habilidades que debe tener el terapeuta sexual y de parejas. Y estas habilidades son derivadas en muchos casos de las herramientas del coaching. La gran estrategia del coaching es que pone al cliente en el centro, el coach confía en que el cliente tiene las herramientas suficientes para avanzar en sus objetivos, y el coachee confía en que el coach será un buen guía en este proceso. Se establece entonces, una colaboración y un compromiso muy estrecho entre el coach y cliente.
Para empezar, la atención plena y la escucha activa deben estar presentes en todo momento de la sesión, pero desde luego eso no son requisitos únicos para hacer de buen guía en el proceso: hay que establecer un buen plan de acción y guiar al coachee.
Se considera que el cliente es responsable y experto en sí mismo. Muchas veces como profesionales (médicos, terapeutas) se puede tender a pensar por los clientes, como si ellos no supieran qué les ocurre.
El coaching ayuda al cliente a autodescubrirse, a llegar por sí mismos a sus objetivos y generar sus propias soluciones. Se desarrolla de forma conjunta el plan de acción, y nunca se piensa por los clientes como si fuéramos más expertos que ellos mismos sobre sus problemas o inquietudes.
Las herramientas más fundamentales del coaching son las preguntas poderosas y abiertas. Se hacen preguntas guiando al cliente para que este descubra sus propias respuestas, le ayuden a tomar conciencia y a comprometerse con el plan de acción. Por ejemplo, en coaching sexual el propio cliente debe descubrir e investigar sobre su propio placer.
Las preguntas deben ser cortas y sencillas (aunque abiertas) para que las respuestas sean rápidas y valiosas.
Otra herramienta importante en coaching es la naturalidad que debe mostrar el coach sexual, esto podrá hacer sentir mucho más cómoda a la persona/s que acuda al asesoramiento. Esto incluye darnos un tiempo para pensar cuál es la herramienta que más puede ayudar al cliente o cómo explicarle algo, o dejar un tiempo al coachee para que pueda responder con más claridad. Se trata de una conversación con preguntas para conocer la opinión del cliente y hacer que el coachee llegue a preguntarse y se responda explorando lo que considere en su beneficio, en ningún caso debe emplearse la herramienta de las preguntas para que se torne en un interrogatorio que incomode al coachee.
En coaching siempre se va hacia delante, y el coach debe centrarse en el para qué (muy diferente al por qué). El para qué requiere un autoconocimiento importante, y permite ir con motivación hacia el objetivo. Al final la idea central del coaching es el cambio.
Además, nunca se debe enjuiciar al coachee e intentar no hacer valoraciones que no ayuden al proceso del cliente. Al final los clientes pueden acudir a terapia o asesoramiento con miedo o vergüenza, y el coaching debe mantener siempre la profesionalidad en este sentido. En el mundo sexual puede que salte el juicio de valor de forma más asidua (hay tantas sexualidades y tanta diversidad, y sin embargo, tanto tabú, que es más sencillo que salten las alarmas y los juicios), pero el buen coach debería mantener sus juicios a raya.
Asimismo, establecer unos objetivos claros y unos pasos concretos ayudan a la implicación del cliente. El seguimiento de las acciones (así como indagar en cómo se ha sentido cumpliendo estas mismas) es casi tan o igual de importante que el establecimiento de los objetivos.
El sex coaching ayuda a la sexología con estas herramientas que mencionamos. La diferencia es que el sex coach debe ser directivo en algunos momentos porque al final debe brindar herramientas al cliente del ámbito de la sexología, y en muchas ocasiones, el coachee desconoce estas ayudas (de ahí la importancia de la educación sexual).
En las asesorías sexuales con coaching podemos apoyarnos en estas preguntas poderosas, para que la persona se vaya educando a sí misma, así la educación sexual es aún mayor y basada en el diálogo.
Si bien, estas herramientas son muy poderosas y realmente ayudan, se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones no abordará toda la problemática del cliente. Se debe derivar en caso de que las competencias del profesional no puedan brindar la ayuda necesaria a su cliente. Un buen terapeuta, un buen coach, es aquel que aporta valor a sus clientes, ya sea con un buen acompañamiento y guía, o con una buena derivación.
El curso en vivo ya se realizó, pero aún puedes inscribirte y ver las sesiones grabadas. Esto no afecta tu calificación y/o certificación. Disponible por pocos días.
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