Mg. Ps. Yanira Madariaga
Magíster en Educación Inclusiva. Psicóloga Clínica Perinatal....
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La depresión postparto se caracteriza por variados cambios psicológicos y emocionales gracias al nacimiento de un bebé. Este tipo de depresión puede traer consecuencias leves y graves, llegando incluso a afectar el desarrollo del bebé a largo plazo.
Sin embargo, ¿ocurre solo en mujeres? ¿Cómo se da en hombres?
La depresión es un trastorno del ánimo que se manifiesta a partir de una serie de síntomas que incluyen cambios bruscos del humor, irritabilidad, falta de entusiasmo y una sensación de congoja o angustia, trascendiendo a lo que se considera como normal. Puede implicar la pérdida de interés en actividades hasta entonces queridas, así como también cambios cognitivos.
La transición del período de la gestación al puerperio comprende grandes cambios adaptativos a nivel físico, psicológico, social y emocional para la mujer, y también para su pareja, lo cual representa un alto grado de vulnerabilidad para la ocurrencia de depresión postparto.
La depresión postparto (DPP) constituye un verdadero problema de salud pública. Se asocia a elevados costos directos e indirectos por morbimortalidad, constituyéndose en la segunda causa de AVISA (años de vida saludable perdidos por discapacidad y muerte prematura) en el sexo femenino, (Vitriol G, Cancino A, Florenzano U, Ballesteros T, y Schwartz P, 2010); además afecta la calidad de vida de las madres, su capacidad de vinculación con el recién nacido y el desarrollo infantil, (Rojas et al., 2015). Las madres deprimidas perciben más negativamente a sus hijos y los consideran más difíciles de criar que las madres no deprimidas, (Jadresic, E 2014).
Los datos a nivel mundial muestran una prevalencia entre el 10% y 20%, aunque puede ser mayor y alcanzar el 26%, por lo que se puede decir que una de cada cuatro madres padece este problema.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que a nivel mundial 6 de cada 10 puérperas tienen mayor riesgo de experimentar depresión postparto, lo que ocasiona alteraciones en el bienestar físico y mental de la diada madre-hijo. Del mismo modo Gómez, considera que alrededor del 10% y 15 % de las puérperas presentan un trastorno depresivo alrededor de los tres primeros meses después del parto, de ahí que el 10% de las puérperas diagnosticadas carecen de antecedentes, 25% presentan cuadros previos de depresión y 50% ha experimentado depresión postparto en algún momento de su vida.
La depresión posparto se caracteriza por llanto, abatimiento, labilidad emocional, sentimiento de culpa, pérdida de apetito, problemas de sueño, problemas de memoria, fatiga e irritabilidad, falta de energía o fatiga crónica, inapetencia, cambios de peso corporal, alteraciones gastrointestinales y menoscabo en el funcionamiento cognitivo y sexual. Otros síntomas de mayor gravedad son la ansiedad que puede llegar a estados de pánico, irritabilidad que se vuelve enojo, culpabilidad, sensación constante de ser sobrepasada por la vida cotidiana y sentimientos de inadecuación.
Con respecto a su relación con el bebé, pueden aparecer dificultades para la lactancia, sentimientos de ser un fracaso como madre y de no conectar emocionalmente con el bebé, descuido, dificultades en el vínculo y mala regulación afectiva con el bebé. En algunas madres pueden existir sentimientos obsesivos o pensamientos mórbidos, y a veces de daño al bebé.
Es importante realizar la distinción con la disforia posparto, que es un trastorno transitorio, que aparece los primeros días posparto, típicamente alrededor del tercer día, durando sólo algunas horas y, a lo más, un par de semanas. Se trata de un estado caracterizado por ansiedad, labilidad emotiva y, a veces, el ánimo depresivo, síntomas muy pasajeros, por lo que no se requiere de tratamiento. Se estima que se presenta en más del 60% de las puérperas.
En relación a los factores de riesgo para el desarrollo de depresión posparto, revisiones sistemáticas han encontrado asociaciones fuertes y consistentes entre el desarrollo de depresión posparto y depresión durante el embarazo, ansiedad durante el embarazo, acontecimientos vitales estresantes durante el embarazo o el inicio de puerperio, bajos niveles de apoyo social y antecedentes personales de depresión.
En Chile, Rojas y Cols. encontraron correlación significativa entre depresión posparto en mujeres chilenas y menor educación, mayor número de hijos y de embarazos, mayor diferencia con el hermano que le antecede. Respecto de la gravedad del cuadro depresivo, los autores señalan que las mujeres separadas o divorciadas tienen una probabilidad cuatro veces mayor que las solteras de tener una DPP más severa, mientras que aquellas que tienen más de un hijo tienen una probabilidad dos veces mayor que las primíparas de tener un episodio más severo.
Además, la DPP se asocia con la aparición de alteraciones en el vínculo madre-hijo, desarrollo infantil, tanto en términos emocionales, conductuales como cognitivos.
La depresión posparto en hombres es un tema que ha recibido menos atención en comparación con la depresión posparto en mujeres, pero es igualmente importante y necesita ser visualizada y comprendida. Aunque es más común que las mujeres experimenten este trastorno después del parto, los hombres también pueden verse afectados significativamente por la llegada de un nuevo hijo.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-5), define la depresión “de inicio peri parto” como un episodio depresivo mayor durante el embarazo o en las cuatro semanas posteriores al parto. Numerosos estudios de investigación han revisado la aparición de la DPP paterna y los resultados sugieren que la definición del DSM-5 no es adecuada para el diagnóstico de la enfermedad.
La DPP-paterna se desarrolla de manera más lenta y gradual, y tiene un curso más prolongado; los estudios longitudinales sugieren que la tasa de DPP-P aumenta en el curso del primer año. Un estudio realizado en 2006 reveló que el 4,8% de los padres primerizos en Portugal cumplían los criterios de depresión durante el embarazo y el 4,8% de los padres estaban deprimidos a los tres meses del parto, pero el 23,8% de los padres estaban deprimidos a los 12 meses del parto. Algunos estudios plantean que el trastorno prenatal y el trastorno por estrés postraumático eran evidentes en alrededor del 10% de los hombres y eran relativamente más altos en el período de tres a seis meses después del parto (Scarff, 2019).
Las investigaciones demuestran que la prevalencia de casi un 10% de padres sufre DPP-Paterna. La prevalencia aumenta al 50% cuando la madre también sufre depresión perinatal. Hasta el 18% de estos padres desarrollan un trastorno de ansiedad clínicamente significativo, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo- compulsivo y el trastorno de estrés postraumático en algún momento del periodo perinatal. (Kim P y Swain, 2007).
La depresión posparto en hombres, que podríamos comenzar a renombrar como depresión post nacimiento paterna, puede manifestarse de diferentes formas. Algunos hombres pueden sentirse abrumados por la nueva responsabilidad como padre, especialmente si es su primer hijo. Lo anterior muy ligado a las expectativas sociales y culturales relacionadas a la masculinidad hegemónica, que dicta cómo deben comportarse como hombres y padres, lo que puede añadir presión adicional y dificultar la expresión de sus emociones.
En este sentido, es vital desterrar los prejuicios y discurso estigmatizantes que rodea la depresión en los hombres y alentarlos a hablar abiertamente sobre sus emociones y experiencias. Los profesionales de la salud deben estar atentos a la depresión posparto en hombres y ofrecer el apoyo necesario para tratar este trastorno. Como en general, los hombres no se sienten cómodos expresando sus sentimientos o bien no quieren preocupar a su pareja, no hablan acerca de lo que les está pasando. Sumado a la socialización tradicional en donde se educa a los hombres a ser “fuertes” y no vulnerables, genera como consecuencia, que sea mucho más difícil la consulta espontánea por parte de los padres que pueden estar presentando una depresión.
Se ha descubierto que la depresión materna es el factor de riesgo más importante para la depresión en los padres, tanto en el período prenatal como en el posnatal. Antecedentes personales o familiares de depresión; preocupación por ser padres y/o baja autoeficacia parental; sentirse abrumado por las expectativas en su papel en el trabajo y su papel como padre; problemas financieros; falta de apoyo social y/o emocional; tensión en la relación con la familia o el cónyuge; falta de atención y/o sexo por parte de su pareja; experiencia de parto estresante; falta de sueño tras el nacimiento del bebé; sentirse excluido del vínculo entre la mamá y el bebé.
Algunos síntomas comunes incluyen:
Es fundamental que tanto los hombres como sus parejas y familia extensa estén conscientes de estos síntomas y comprendan que la depresión paterna no es un signo de debilidad ni una muestra de ineficacia paterna. La salud mental es un aspecto importante de la paternidad, y buscar ayuda no solo beneficiará al padre, sino también al bebé y a la familia en su conjunto.
Durante los primeros años del niño es el periodo más activo para establecer conexiones neuronales, las interacciones entre padres e hijos son vitales para un desarrollo saludable. Si las respuestas de los padres son poco fiables o inapropiadas, la arquitectura del cerebro no se forma como se espera, lo que puede dar lugar a dificultades en el aprendizaje y el comportamiento.
La depresión en los padres durante el periodo postnatal está asociada a resultados emocionales y conductuales adversos en los niños de 3,5 años, y a un mayor riesgo de problemas de conducta en los varones; estos efectos se mantenían incluso después de controlar la depresión materna y paterna.
Uno de los principales problemas de la depresión posparto es que se encuentra infradiagnosticada. En este sentido, se torna fundamental la identificación de los riesgos potenciales para desarrollar una futura depresión posparto y los factores psicosociales que se asocian durante el embarazo favoreciendo su detección precoz de forma más inmediata y mejorando resultados. Si la depresión postparto está infradiagnosticada, la depresión paterna lo está aún más.
La Escala de Depresión Postnatal de Edimburgo (EPDS) evalúa los síntomas de anhedonia y reactividad, autoculpabilidad, ansiedad, pánico, afrontamiento, insomnio, tristeza, llanto y pensamientos de autolesión. Debido a que los hombres pueden ser menos expresivos en cuanto a sus sentimientos y, por lo tanto, subestimar los síntomas, la escala utiliza una puntuación de corte más baja para los hombres.
La información adicional por parte de la familia o los amigos, la indagación sobre el aumento de la irritabilidad y las quejas somáticas, la evaluación de los episodios depresivos anteriores y la comparación del estado de salud mental del padre antes, durante y después del embarazo podría ayudar a un buen diagnóstico (Jannke E, y Matijasevich A, 2017).
La evaluación de la depresión o los trastornos de ansiedad en los padres requiere una puntuación de corte dos puntos más baja que la evaluación en madres. La puntuación de corte recomendada es de 5/6 para un cribado positivo, que era dos puntos inferior a la puntuación de corte para las madres. Otros estudios plantean una variabilidad en la puntuación de corte para los hombres, con resultados que oscilan entre 5/6 y 10. Esta variación de los resultados de la investigación se basa en las normas culturales, el momento en que se realiza el cribado y las diferencias en los síntomas experimentados por los hombres, que no están todos incluidos en la EPDS (Munhoz, T, Manzolli P,de Avila G, Jannke E, y Matijasevich A, 2017).
Se torna entonces fundamental incluir en los controles prenatales y post al padre, aplicando instrumentos de pesquisa que puedan facilitar un diagnóstico precoz y detectar además factores de riesgo. En este sentido, como profesionales de la salud, es necesario que validemos una escala específica para la depresión post parto paterna, así como otros países ya lo han realizado, considerando la sintomatología distintiva de este cuadro anímico y que muchas de ellas no están incluidas en la escala de Edimburgo.
En cuanto al tratamiento, la psicoterapia individual o de pareja, junto con grupos de apoyo para padres, puede ser muy útil en el tratamiento de la depresión posparto en hombres. También se pueden adoptar medidas prácticas, como compartir las tareas y responsabilidades del cuidado del bebé con la pareja para aliviar la carga emocional y física.
Es importante que todos reconozcamos la depresión posparto en hombres como una realidad y que brindemos el apoyo necesario para que los padres puedan enfrentar este desafío. La paternidad es un viaje emocionante, pero también puede ser abrumador, y es fundamental que todos estén dispuestos a apoyarse en esta nueva etapa de la vida.
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