Mg. Ts. Carol Bettiz
Magíster en Intervención Socio Jurídica en Familia...
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Explora el cuestionario CUIDA: una herramienta clave para evaluar la idoneidad de adoptantes, cuidadores y tutores en la protección de menores.
Aprende más sobre su aplicación y los criterios de evaluación en este artículo de ADIPA junto a la Mg. Ts. Carol Bettiz.
¿Sabías que el examen parental es clave en procesos judiciales para evaluar la capacidad de cuidado de un niño o adolescente? En este artículo, profundizamos en este tema junto a la Mg. Ts. Carol Bettiz, experta en intervención socio-jurídica, quien nos explica cómo esta herramienta permite asegurar un entorno seguro y adecuado para el menor, especialmente en casos de custodia y adopción.
El examen parental es una herramienta de evaluación destinada a determinar si una persona posee las aptitudes necesarias para asumir la responsabilidad de crianza y protección de un niño, niña o adolescente, especialmente en situaciones judiciales.
De acuerdo con la Mg. Ts. Carol Bettiz, especialista en intervención socio-jurídica en familia y perito social forense del Servicio Médico Legal de Arica, este proceso permite evaluar si los padres o cuidadores son capaces de proporcionar un ambiente seguro y adecuado que el menor necesita. Este tipo de evaluación se aplica comúnmente en casos de custodia, medidas de protección y adopciones.
“En la mayoría de los casos, este procedimiento se desarrolla en un contexto adversarial, en el cual uno de los progenitores resulta mejor evaluado que el otro”.
Esta evaluación no sólo abarca a los padres biológicos, sino también a otros familiares o personas significativas, como abuelos, tíos o familias de acogida, quienes podrían asumir el rol de cuidadores principales si poseen la capacidad de brindar estabilidad y protección al menor.
La evaluación de competencias parentales se realiza mediante diversas técnicas que permiten medir la capacidad de los cuidadores para satisfacer las necesidades físicas, emocionales y sociales del menor. Según la experta, estas competencias se dividen en cuatro áreas clave:
Esta área analiza la capacidad del cuidador para crear y mantener un vínculo seguro y estable con el niño, fomentando un ambiente de confianza y afecto que resulta esencial para el desarrollo socioemocional. Un cuidador con alta competencia en esta dimensión responde de manera sensible a las necesidades emocionales del niño, promoviendo un apego seguro y fortaleciendo su estabilidad emocional.
La competencia formativa se centra en la habilidad del cuidador para orientar el aprendizaje y la socialización de NNA, integrando valores, normas y comportamientos saludables. En esta área, se valora cómo el cuidador fomenta la autonomía y el respeto, enseñando hábitos y conductas fundamentales para la vida adulta. Establecer límites claros y estimular el desarrollo cognitivo y social también son elementos cruciales en esta dimensión.
La función protectora de los cuidadores es esencial para asegurar el bienestar físico y emocional del niño. Se valora cómo el adulto garantiza condiciones de vida seguras, protege al menor de situaciones de riesgo y respeta sus derechos. También se evalúa su capacidad para identificar y responder adecuadamente ante posibles amenazas a la integridad del menor, incluyendo la supervisión y la intervención en situaciones de peligro.
La competencia reflexiva se refiere a la capacidad del cuidador para evaluar y ajustar sus prácticas parentales, manteniendo una reflexión crítica sobre sus propias acciones y decisiones en el cuidado del menor. Esta introspección permite a los cuidadores identificar sus fortalezas y áreas de mejora, promoviendo un entorno de crianza adaptativo y consciente.
Para analizar estas competencias, los evaluadores emplean métodos como entrevistas, observación directa y, en ciertos casos, cuestionarios que exploran cada área específica. La experta enfatiza que el proceso es fundamentalmente observacional y descriptivo, orientado a conocer cómo responde el cuidador en situaciones cotidianas y su nivel de compromiso en cada competencia.
“Es un proceso que requiere no sólo técnica, sino también la capacidad de interpretar las actitudes y comportamientos del cuidador en un contexto de empatía y objetividad, asegurando así una evaluación integral y justa”.
La evaluación de competencias parentales es crucial para asegurar que los menores estén bajo el cuidado de adultos capaces de ofrecer un entorno seguro y enriquecedor. Diversos estudios han demostrado que el desarrollo socioemocional de los niños puede verse afectado si crecen en entornos que carecen de las habilidades necesarias para su crianza, lo cual puede desencadenar dificultades en la autorregulación y consecuencias emocionales negativas de larga duración (Pacheco & Osorno, 2021).
Para Bettiz, el uso de herramientas forenses validadas permite tomar decisiones informadas en el ámbito judicial. En este contexto, la profesionalización del evaluador resulta esencial, ya que sólo mediante un conocimiento técnico especializado pueden obtenerse resultados eficaces y fiables en contextos judiciales y de protección infantil.
El Cuestionario para la Evaluación de Adoptantes, Cuidadores, Tutores y Mediadores (CUIDA) es una herramienta psicológica diseñada para evaluar la idoneidad de personas que asumen roles de cuidado en distintos contextos. Creado por especialistas en psicología y protección infantil, busca estandarizar la evaluación de competencias específicas en adultos responsables del cuidado de menores, personas mayores o individuos en situación de dependencia. Su objetivo, finalmente, es proporcionar una evaluación integral y basada en evidencia que permita a los profesionales tomar decisiones fundamentadas en ámbitos como adopción, acogimiento y tutela.
El CUIDA, además, se adapta a las necesidades de cada evaluado y del contexto, permitiendo su aplicación tanto de forma individual como grupal. Para asegurar la calidad y coherencia de los resultados, se acompaña de normas de aplicación y una guía para la interpretación de las puntuaciones, ofreciendo así un perfil completo y ajustado de las capacidades de los evaluados.
El cuestionario CUIDA mide una serie de competencias y rasgos fundamentales para establecer una relación de cuidado adecuada y efectiva. Estas aptitudes se dividen en dos tipos de factores: las escalas primarias y los factores de segundo orden, los cuales abarcan distintas dimensiones necesarias para un cuidado responsable y efectivo.
Escalas primarias
Estos son los elementos básicos que el cuestionario mide y que reflejan capacidades esenciales de los cuidadores. |
Factores de segundo orden
Estos factores combinan varios de los factores primarios y presentan una visión más amplia de las capacidades del cuidador. |
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El cuestionario CUIDA es una herramienta versátil y adaptable que se utiliza en diferentes áreas relacionadas con el cuidado de personas en situación de dependencia. A continuación, se presentan los principales contextos en los que su aplicación resulta especialmente relevante:
En el proceso de adopción, el cuestionario CUIDA es fundamental para asegurar que los solicitantes poseen las competencias adecuadas para asumir la parentalidad adoptiva. Permite evaluar factores como la empatía, la tolerancia a la frustración y la capacidad para establecer vínculos afectivos, esenciales en la crianza adoptiva.
Los profesionales que realizan estas evaluaciones deben aplicar un protocolo riguroso para identificar las fortalezas y limitaciones de los futuros padres adoptivos, con el fin de reducir los riesgos de fracaso en la adopción y ofrecer al menor un entorno seguro y favorable para su desarrollo.
En el ámbito de tutela y acogimiento de menores, el CUIDA facilita la identificación de la capacidad de los cuidadores para proporcionar un entorno de apoyo y cuidado integral. Este cuestionario evalúa aspectos como el altruismo, la responsabilidad y la sociabilidad, todos necesarios para el rol de tutor o cuidador principal.
Cuando los menores no pueden estar al cuidado de sus padres biológicos, el CUIDA ayuda a seleccionar cuidadores capaces de satisfacer sus necesidades físicas y emocionales, promoviendo así un desarrollo equilibrado y seguro.
El cuestionario también se aplica en la evaluación de personas que trabajarán como mediadores en situaciones de dependencia, tales como el cuidado de personas mayores o individuos con discapacidades crónicas. Dada la vulnerabilidad de estos pacientes, el cuestionario evalúa factores como la sensibilidad hacia los demás, la capacidad de resolución de problemas y la estabilidad emocional, esenciales para asegurar que los mediadores puedan responder eficazmente a las necesidades de quienes están a su cargo.
Además de su uso en adopciones, tutelas y mediación, el CUIDA es utilizado en el ámbito clínico y psicopedagógico para evaluar la idoneidad de cuidadores y padres, así como en el sector sanitario para seleccionar personal.
Las dimensiones que mide el CUIDA, como la asertividad, la autoestima y la flexibilidad, son relevantes en la selección de personal en roles de cuidado, asegurando que los profesionales puedan gestionar situaciones críticas y ofrecer un entorno de apoyo emocional adecuado.
El cuestionario CUIDA consta de 189 ítems, divididos en factores primarios y de segundo orden que abarcan aspectos de personalidad y competencias de los cuidadores o tutores.
Este diseño exhaustivo garantiza una evaluación completa y precisa. Tal como subraya Bettiz, “el tiempo invertido en el CUIDA está justificado por la profundidad de su análisis. Nos permite evaluar cada aspecto crítico para asegurar que el cuidador o adoptante realmente puede sostener una relación de cuidado de manera responsable y afectiva”.
El CUIDA es una herramienta que proporciona una evaluación objetiva y completa de las competencias parentales o de cuidado. Al incluir múltiples escalas que analizan desde la empatía hasta la tolerancia a la frustración y el cuidado afectivo, el cuestionario ofrece una visión integral de las capacidades del evaluado, lo cual permite obtener un perfil exhaustivo y reducir las interpretaciones subjetivas.
Además, el uso de factores de segundo orden y escalas de validez, como la de deseabilidad social y consistencia de respuestas, asegura que los resultados sean precisos y reflejen fielmente las habilidades del evaluado. Esto es particularmente valioso en contextos judiciales, donde la necesidad de objetividad y rigor es esencial para la toma de decisiones.
Uno de los principales aportes del cuestionario CUIDA es su capacidad para contribuir a la creación de entornos seguros y estables, especialmente para menores de edad y personas en situación de dependencia.
Gracias a su diseño especializado, el cuestionario CUIDA permite seleccionar cuidadores que, además de poseer las habilidades necesarias para el cuidado diario, pueden ofrecer un ambiente afectivo y respetuoso. Este aspecto resulta crucial, ya que los niños, personas mayores y aquellos con discapacidades necesitan un cuidador emocionalmente estable y sensible a sus necesidades.
Asimismo, el CUIDA proporciona datos objetivos que pueden ser utilizados por instituciones o tribunales para asegurar que la persona seleccionada cuenta con un perfil adecuado para el cuidado del menor o dependiente. En casos de adopción o tutela, el uso del test facilita decisiones basadas en un análisis exhaustivo y confiable de las competencias del cuidador, promoviendo así un entorno más seguro y adecuado para el desarrollo emocional y social de quienes están bajo su cuidado.
ADIPA. (2024). Evaluación Parental de cuidadores o progenitores: Uso y aplicación del Test “CUIDA” en Chile. Recuperado de https://adipa.cl/cursos/evaluacion-parental-test-cuida/
Marimon, M. P., & Álvarez, G. Y. O. (2021). Incidencia de competencias parentales en el desarrollo de habilidades sociales en hijos únicos. Interdisciplinaria, 38(1), 101-116.
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