PhD (c) Mg. Ps. Miguel Ángel Ramos
Actualmente Doctorando en Psicología, Universidad Católica del...
Precio Programas:
Descuento de programas:
Subtotal:
Descuentos:
Subtotal - Descuentos:
Total:
Ir a pagarTu carro esta vacío
Última actualización:
Tiempo de lectura:12 minutos
Los pares craneales son un conjunto de nervios esenciales que conectan directamente el encéfalo con estructuras sensoriales, motoras y viscerales. Comprender su función es fundamental para el diagnóstico clínico, la práctica neuropsicológica y la rehabilitación interdisciplinaria.
Los 12 pares craneales son nervios fundamentales para la conexión entre el encéfalo y distintas estructuras de la cabeza, cuello y órganos internos. Su correcto funcionamiento permite percibir, mover y regular procesos esenciales para la vida.
Para profundizar en sus características y relevancia clínica, conversamos con el PhD (c) Mg. Ps. Miguel Ángel Ramos, neuropsicólogo clínico y docente de Adipa. Su conocimiento es clave para comprender cómo su evaluación orienta el diagnóstico y tratamiento en medicina, psicología y otras áreas de la salud.
Los pares craneales corresponden a 12 nervios que emergen del encéfalo, específicamente del cerebro y del tronco encefálico, y atraviesan orificios situados en el cráneo. Su principal función es inervar estructuras de la cabeza y el cuello, así como ciertos órganos del tórax y el abdomen.
Estos nervios participan tanto en la recepción de información sensorial —como la visión, la audición, el olfato y la percepción táctil— como en la transmisión de información motora y del sistema autónomo. Gracias a ellos es posible ejecutar movimientos precisos, como masticar, mover los ojos, realizar gestos faciales, deglutir, emitir sonidos fonatorios, y también, percibir y regular órganos internos.
A diferencia de los nervios espinales, que se originan en la médula espinal e inervan tronco y extremidades, los pares craneales nacen directamente del encéfalo, atraviesan el cráneo y cumplen funciones especializadas, como los sentidos y los movimientos finos de la cabeza y el cuello.
Esta diferencia resulta crucial en clínica, ya que el patrón de afectación de un nervio craneal permite localizar la lesión en el sistema nervioso central con mayor precisión.
Los pares craneales se enumeran del I al XII en función de su localización anatómica, desde la parte más anterior del encéfalo hasta la más posterior. Cada uno posee una denominación específica, puede clasificarse como sensorial, motor o mixto, y cumple funciones precisas relacionadas con la percepción, el movimiento y la regulación de funciones viscerales. Su integridad es fundamental para el desempeño de tareas cotidianas, la comunicación, la coordinación motora y el mantenimiento de la homeostasis.
Funciones: transmite la información olfativa desde la mucosa nasal al bulbo olfatorio, permitiendo la detección y discriminación de olores y contribuyendo al sentido del gusto en conjunto con el nervio glosofaríngeo.
Tipo: Sensorial.
Funciones: conduce impulsos visuales desde la retina hasta la corteza occipital a través del quiasma y tracto óptico. Es responsable de la agudeza visual, la percepción de colores, la visión periférica y participa en los reflejos pupilares.
Tipo: Sensorial.
Funciones: Inerva la mayoría de los músculos extrínsecos del ojo (recto superior, recto inferior, recto medial y oblicuo inferior), eleva el párpado superior (músculo elevador del párpado), controla la constricción pupilar (músculo esfínter del iris) y la acomodación del cristalino para visión cercana mediante fibras parasimpáticas.
Tipo: Motor.
Funciones: Inerva el músculo oblicuo superior, que rota el globo ocular hacia abajo y hacia adentro; esencial para movimientos oculares coordinados en la mirada inferior y lateral.
Tipo: Motor.
Funciones: recoge la sensibilidad táctil, dolorosa y térmica de la cara, cuero cabelludo anterior, mucosas de la boca y nariz, dientes y lengua (2/3 anteriores). También inerva los músculos de la masticación y participa en reflejos como el corneal y maseterino.
Tipo: Mixto.
Funciones: Inerva el músculo recto lateral, permitiendo la abducción (movimiento lateral) del ojo; esencial para la coordinación binocular.
Tipo: Motor
Funciones: controla los músculos de la expresión facial, el estapedio en el oído medio y el estilohioideo. Transmite el gusto de los dos tercios anteriores de la lengua y estimula la secreción de glándulas lagrimales, submandibulares y sublinguales. Además, participa en el parpadeo y en el reflejo corneal.
Tipo: Mixto.
Funciones: se compone de dos ramas. La vestibular regula el equilibrio, la posición y el movimiento de la cabeza, mientras que la coclear transmite la audición, permitiendo la percepción de sonidos y la discriminación de frecuencias.
Tipo: Sensorial.
Funciones: controla el músculo estilofaríngeo, esencial en la deglución. Transmite el gusto del tercio posterior de la lengua, así como la sensibilidad de la orofaringe y oído medio. Estimula la secreción de la glándula parótida y participa en el reflejo nauseoso y en la regulación de la presión arterial a través del seno carotídeo.
Tipo: Mixto.
Funciones: controla los músculos del paladar blando, la faringe y la laringe, interviniendo en la deglución y fonación. Transmite la sensibilidad visceral de la faringe, laringe, tráquea, esófago y órganos torácicos y abdominales. Además, regula funciones viscerales como la frecuencia cardíaca y la motilidad gastrointestinal.
Tipo: Mixto.
Funciones: Inerva el esternocleidomastoideo (rotación y flexión lateral de la cabeza) y el trapecio.
Tipo: Motor.
Funciones: controla los músculos de la lengua, permitiendo la articulación del habla y los movimientos necesarios para la deglución.
Tipo: Motor.
La evaluación de los pares craneales constituye una herramienta fundamental en la práctica clínica, ya que permite localizar lesiones dentro del sistema nervioso central y determinar su posible origen. El compromiso de uno o varios de estos nervios puede asociarse a una amplia gama de patologías, desde enfermedades neurodegenerativas hasta lesiones traumáticas o vasculares.
En el ámbito neurológico, nervios como el óptico (II) son esenciales para la detección de neuropatías ópticas, hipertensión intracraneal o lesiones en el quiasma óptico. Los pares oculomotor (III), troclear (IV) y abducens (VI) suelen verse afectados en accidentes cerebrovasculares del tronco encefálico, neuropatías diabéticas o lesiones expansivas, lo que provoca diplopía y alteraciones en la motilidad ocular.
El nervio facial (VII) adquiere relevancia en casos de parálisis de Bell, tumores del ángulo pontocerebeloso o esclerosis múltiple, mientras que el vestibulococlear (VIII) es clave para evaluar vértigos y hipoacusias neurosensoriales.
Asimismo, los nervios glosofaríngeo (IX) y vago (X) están implicados en trastornos de la deglución y la fonación, con un impacto significativo en la calidad de vida del paciente. Desde una perspectiva neuropsicológica, comprender el funcionamiento de estos nervios permite establecer diagnósticos diferenciales y valorar cómo ciertas alteraciones motoras o sensoriales pueden influir en la expresión emocional y la interacción social, aunque no se consideren alteraciones neuropsicológicas primarias.
Algunos autores (Fröhlich y Franco, 2011) han planteado que los pares craneales pueden organizarse en función de aspectos neuropsicológicos, distinguiendo su contribución a procesos básicos que sirven de apoyo a funciones superiores como la cognición, la emoción y la conducta voluntaria.
Nervios cognitivos: comprenden al olfatorio (I), óptico (II) y vestibulococlear (VIII). Estos nervios actúan como traductores sensoriales especializados, procesando la información del entorno hacia el cerebro y generando señales que sustentan la actividad cognitiva.
Nervios conductuales: incluyen el nervio espinal accesorio (par XI), que regula la postura, el nervio trigémino (par V), que está conectado a los músculos de la masticación, y el nervio hipogloso (par XII), que provee fibras motoras a todos los músculos de la lengua.
Nervios emocionales: abarcan al facial (VII), glosofaríngeo (IX) y vago (X). Su relevancia radica en la conexión con el sistema nervioso autónomo, participando tanto en la regulación visceral de las emociones como en su expresión conductual.
Las causas de daño en los pares craneales son variadas y dependen del trayecto y función de cada nervio. Entre las más comunes se encuentran:
Los signos y síntomas de daño en los pares craneales dependen del nervio afectado y de la localización de la lesión.
Existen múltiples patologías que comprometen uno o varios pares craneales, generando síntomas específicos según la estructura afectada. Una de las más frecuentes es la parálisis de Bell, que impacta al nervio facial (VII) y produce una parálisis unilateral súbita de los músculos faciales, generalmente vinculada a una inflamación viral. Otro cuadro relevante es el síndrome de Horner, que aunque no corresponde estrictamente a un par craneal, puede coexistir con lesiones del nervio oculomotor (III), alterando la función pupilar y el control del párpado.
El síndrome de Wallenberg, producto de un infarto bulbar lateral, afecta a los pares glosofaríngeo (IX), vago (X) y accesorio (XI), provocando disfagia, disfonía y pérdida de sensibilidad facial contralateral. El neuroma acústico, por su parte, es un tumor que compromete al nervio vestibulococlear (VIII), generando pérdida progresiva de la audición y trastornos del equilibrio. También destaca la neuralgia del trigémino, caracterizada por un dolor facial intenso debido a la irritación del nervio trigémino (V).
En escenarios más graves, como los tumores de base de cráneo o del ángulo pontocerebeloso, pueden verse comprometidos varios pares craneales de forma simultánea. Esto se traduce en manifestaciones neurológicas complejas que requieren una evaluación clínica minuciosa y un abordaje interdisciplinario para su tratamiento.
La exploración de los pares craneales es parte del examen neurológico completo. Incluye pruebas como:
El conocimiento de los pares craneales es esencial para profesionales del área psicosocial porque muchos trastornos neurológicos y neuropsicológicos incluyen alteraciones motoras, sensoriales o del habla que dependen de su integridad.
Un fonoaudiólogo, por ejemplo, necesita evaluar la función de nervios como el facial (VII), glosofaríngeo (IX), vago (X) e hipogloso (XII) para intervenir en problemas de deglución, articulación y resonancia vocal. Por su parte, un psicólogo clínico que trabaje con daño cerebral puede interpretar mejor los cambios en la comunicación, atención o percepción derivados de déficits sensoriales.
Asimismo, los terapeutas ocupacionales, deben considerar el impacto de alteraciones sensoriales o motoras en la ejecución de actividades de la vida diaria.
“Esta comprensión interdisciplinaria optimiza la rehabilitación y el abordaje integral del paciente”, finaliza el docente.
El aprendizaje se facilita mediante el uso de recursos visuales como atlas de neuroanatomía, esquemas y videos, junto con la práctica clínica directa. El acompañamiento de imágenes claras, reglas mnemotécnicas y la observación de pacientes favorecen un aprendizaje significativo y duradero.
Cuando escuchamos la palabra ansiedad, muchos piensan en nervios antes de un examen o en...
Leer másEn los últimos meses, Chile ha sido testigo de varios suicidios en el Metro de...
Leer másEl 10 de octubre, proclamado por la Federación Mundial de la Salud Mental en 1992,...
Leer másConfirmo que he leído la información sobre este programa, disponible en el brochure y en el sitio web. Declaro cumplir con los requisitos para cursar este diplomado y me comprometo a enviar mi certificado de título, así como a firmar la carta de compromiso solicitada
Notamos que tienes un pago pendiente.
Regularízalo ahora y continúa aprendiendo sin interrupciones.