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La psicopatía es un sinónimo del Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP), caracterizado por comportamiento antisocial, manipulación y falta de remordimiento.
La psicopatía se define en la APA Dictionary of Psychology como un sinónimo del Trastorno de Personalidad Antisocial (TAP), que implica un patrón persistente de comportamiento antisocial, manipulación y falta de remordimiento.
Históricamente, el término se usaba de manera más amplia para referirse a cualquier trastorno psicológico o condición mental. Sin embargo, en el uso moderno, el término psicopatía tiende a enfatizar ciertos rasgos específicos, como la insensibilidad emocional y la manipulación.
El Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP) se caracteriza por un patrón persistente de desprecio por los derechos de los demás y las consecuencias de las propias acciones. Las personas con este diagnóstico suelen actuar de manera imprudente, explotadora, engañosa y con frecuencia realizan actos ilegales, todo para su beneficio personal y sin mostrar remordimiento. Justifican sus acciones culpando a las víctimas o racionalizando que las personas débiles merecen su destino.
Los individuos con TAP pueden presentar los siguientes comportamientos:
Los pacientes con TAP a menudo también presentan trastornos por uso de sustancias (alrededor de la mitad cumple con criterios para ambos), así como trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, trastornos de control de impulsos y, en algunos casos, trastornos del juego o trastorno límite de la personalidad.
El diagnóstico de TAP se realiza a partir de los criterios clínicos establecidos en el DSM-5, los cuales incluyen:
El diagnóstico se establece sólo en personas mayores de 18 años y requiere la presencia de al menos tres de los comportamientos mencionados.
El tratamiento del TAP es complicado, ya que no existe un enfoque que garantice mejoras a largo plazo. En este sentido, los objetivos a corto plazo suelen centrarse en evitar consecuencias legales más que en cambiar el comportamiento.
La terapia cognitivo-conductual y el manejo de contingencias —recompensar o sancionar comportamientos según su conveniencia— pueden ofrecer beneficios limitados. Por otro lado, los medicamentos, como antipsicóticos, antidepresivos o estabilizadores del ánimo, pueden ser útiles en casos donde la agresividad e impulsividad sean prominentes. Finalmente, el tratamiento de las comorbilidades, como los trastornos por uso de sustancias, también es fundamental.
Fuentes: Manual DSM-5 y APA Dictionary of Psychology.
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