Ps. Constanza Sierralta
Psicóloga, Universidad Mayor
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En el marco de disputas de custodia, la alienación parental se revela como un fenómeno dañino que deteriora las relaciones familiares y el bienestar infantil. Conoce en profundidad qué es la alienación parental junto a una destacada profesional y docente de Adipa.
El Síndrome de Alienación Parental (SAP) se describe como una serie de conductas manipuladoras en contextos de disputa de custodia, donde un progenitor influye negativamente en el hijo para deteriorar su relación con el otro.
Este concepto, con alto impacto en el bienestar de niños, niñas y adolescentes, ha generado un amplio debate, ya que no está incluido en ningún manual diagnóstico, considerándolo una figura controversial en el ámbito clínico y jurídico.
Para conocer todo acerca de la alienación parental conversamos con la docente de Adipa, Ps. Constanza Sierralta.
El Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un concepto introducido por el psiquiatra estadounidense Richard Gardner como respuesta a situaciones de disputas de custodia por divorcio, especialmente en casos donde existen acusaciones de abuso sexual.
De acuerdo a la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (2023), Gardner plantea el SAP como “un conjunto de factores observables que ocurren bajo un patrón, cuyos signos y síntomas concurrentes y definibles son producidos por comportamientos específicos del padre alienador que lava el cerebro del niño, lo que resulta en que el menor adopte una perspectiva negativa hacia el otro padre, y en casos graves, lo rechace totalmente”(p.3).
“Este síndrome hace referencia a un trastorno de la niñez, el cual aparece casi únicamente en contextos donde se disputa el cuidado personal de una niña, niño o adolescente. Se manifiesta a través de una campaña de denigración injustificada del hijo/a en contra de uno de sus progenitores o cuidadores”, explica la docente.
Gardner argumenta que, en estas disputas por la custodia de hijos/as, uno de los adultos significativos ––generalmente las madres––recurre a diversas estrategias para desmentir la bondad y amabilidad del otro, con la finalidad de conseguir el cuidado personal de hijo/a.
Dentro de las estrategias empleadas está el sometimiento o manipulación psicológica, orientada a alterar la percepción del niño, niña o adolescente (NNA) a través de técnicas de influencia cognitiva.
Incluso, el autor identifica tres niveles de severidad del Síndrome de Alienación Parental:
Actualmente no existe una entidad que se ocupe de la alineación parental en Chile. Este fenómeno no está tipificado como un delito ni reconocido como diagnóstico clínico, lo que significa que no está contemplado en las prestaciones de salud.
A pesar de ello, podría considerarse una forma de maltrato infantil que vulnera el derecho de niños, niñas y adolescentes a tener una familia, especialmente en situaciones de divorcios destructivos. Esta situación se opone a la posibilidad de mediación y coparentalidad como métodos de resolución de conflictos.
Cabe destacar que, Chile ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual establece que los niños tienen derecho a ser protegidos de todas las formas de violencia, maltrato y abuso, así como a mantener relaciones significativas con ambos progenitores, siempre que esto sea en su interés superior.
En contraste, el maltrato infantil está regulad en la legislación chilena, lo que refleja un compromiso legal y ético para salvaguardar los derechos y el bienestar de los NNA.
Los síntomas asociados a la Alineación Parental pueden manifestarse de diversas maneras. Algunos de los más comunes corresponden a los siguientes.
Una campaña de denigración |
Se observa una sistemática descalificación y rechazo hacia un padre que previamente era querido por el niño o adolescente. Esta campaña es iniciada por el progenitor alienante y luego adoptada por el hijo/a. |
Racionalizaciones débiles, absurdas o frívolas para la desaprobación |
El niño o adolescente manifiesta rabia o enojo acerca del trato recibido del padre alienado, señalando situaciones que parecen triviales. |
Ausencia de ambivalencia |
El niño o adolescente tiene una falta de sentimientos mixtos hacia ambos progenitores, evidenciando la influencia de alguno de sus padres. |
El fenómeno del ‘pensador-independiente’ |
El niño o adolescente adopta las críticas hacia el padre alienado como si fueran propios, negando cualquier influencia externa. |
Apoyo reflexivo al padre alienante en el conflicto parental |
El niño o adolescente respalda incondicionalmente al padre alienante, sin cuestionar la validez de sus juicios. |
Ausencia de culpa sobre la crueldad y/o explotación hacia el padre alienado |
Hay una falta de remordimiento o culpa en el niño o adolescente por las acciones crueles hacia el padre alienado. |
La presencia de escenarios prestados |
El hijo/a repite frases que parecen adultas, lo que evidencia la influencia del progenitor alienante. |
Extensión de la animosidad hacia los amigos o familia extendida del padre alienado |
La animosidad o hostilidad hacia el padre alienado se extiende a amigos y familiares del mismo, creando un ambiente de rechazo generalizado. |
💬Gardner sostiene que los NAA que presentan el Síndrome de Alienación Parental a menudo muestran comportamientos similares a los psicópatas, y muchos de ellos pueden ser considerados psicopáticos (Escudero, Aguilar y De la Cruz, 2008).
Sin embargo, a pesar de que estas afirmaciones provienen del creador del concepto, la alienación parental no es reconocida como un trastorno por la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) ni por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“El psiquiatra Richard Gardner identificó una serie de comportamientos que supuestamente indican la presencia de este trastorno”, comienza explicando la docente.
No obstante, dado que no se basa en estudios sistemáticos reconocidos por la comunidad científica y no cuenta con el respaldo de instituciones como la Asociación Americana de Psicología o la Asociación Americana de Psiquiatría, estos criterios carecen de reconocimiento oficial en el ámbito científico, lo cual impide establecer un diagnóstico clínico o científico.
“Además, muchos argumentan que la teoría es adultista y sexista, ya que presenta a los niños, niñas y adolescentes como entidades pasivas y manipulables, dotadas de rasgos perversos que se alían con el adulto para vengarse, sin considerar su condición como sujetos de derechos”, agrega.
Al no contar con el reconocimiento de la comunidad científica y no estar calificado como un “diagnóstico clínico” en ningún manual, no se dispone de un instrumento o test específico para evaluar su existencia.
Sin embargo, para argumentar la presencia de Alienación Parental se recurre a la entrevista clínica y/o psiquiátrica.
Según Gardner, la única forma de revertir la alienación parental es a través de lo que él denomina “Terapia de la Amenaza”.
Este enfoque busca manipular a quienes no colaboran, sugiriendo que para “desprogramar” a un niño, niña o adolescente es necesario distanciarlo de su padre alienante, transfiriendo la custodia al padre alienado.
La estrategia de la terapia de amenaza consiste en lograr que el adulto alienante facilite el reencuentro entre el padre y el hijo o hija, utilizando sanciones judiciales, como por ejemplo multas o prisión, como amenazas para fomentar la cooperación del niño o adolescente.
“La terapia de amenaza se centra en modificar la percepción que el niño tiene de su padre, intentando “desprogramarlo” y forzándolo a aceptar al progenitor rechazado”, explica la docente.
📑No obstante, la alienación parental es un fenómeno complejo que requiere un tratamiento que contemple las dinámicas familiares de manera más integral.
Es clave considerar no solo el bienestar de niño o niña, sino también el contexto emocional y social que lo rodea. En este sentido, muchas intervenciones contemporáneas que abogan por enfoques terapéuticos más centrados en la familia, tales como la mediación y la terapia familiar, que buscan mejorar la comunicación y resolver conflictos sin recurrir a métodos que pueden ser considerados intimidatorios o manipulativos.
Existen variadas causas que pueden desarrollar el Síndrome de Alienación Parental. Dentro de las cuales podemos encontrar:
Las disputas entre padres pueden intensificarse durante y después de un proceso de separación o divorcio. En muchas ocasiones, cuando los conflictos son persistentes y los hijos son testigos constantes de estos enfrentamientos, pueden sentirse atrapados entre dos bandos.
Esta lealtad dividida puede llevar a un padre a intentar influir en el hijo para que tome su partido, promoviendo así sentimientos de desconfianza hacia el otro progenitor. En medio de esta tensión generada por los conflictos, los padres tienden a criticar o descalificar al otro frente al niño, generando un ambiente hostil.
Esto puede manifestarse a través de:
Tal comportamiento puede resultar en que el niño, niña o adolescente desarrolle rencor o rechazo hacia el otro padre, lo que afecta su relación.
En contextos donde existen antecedentes de abuso o violencia de género, uno de los progenitores puede utilizar la alienación parental como una estrategia para ejercer control sobre el otro.
Esto puede traducirse en la manipulación del hijo para que perciba al otro padre como una amenaza, lo que refuerza la dinámica abusiva.
Muchos padres carecen de la formación o el apoyo necesario para gestionar y manejar la co-parentalidad después de una separación.
Sin las herramientas adecuadas para comunicarse de manera asertiva y resolver conflictos, pueden caer en patrones de comportamientos que fomentan la alienación.
En este sentido, la falta de recursos puede resultar en desiciones que priorizan el conflicto personal por encima del bienestar y la protección del niño, niña o adolescente.
Hay diversas consecuencias entorno a la alienación parental que afectan a todos los involucrados.
Desde la perspectiva del niño o adolescente, prevalece un discurso adultista que los define como “objetos de derechos paternos”, lo que descalifica su voz y desvirtúa su experiencia, invalidándolos e invisibilizándolos. Esta situación los posiciona como seres influenciables, incapaces de expresar sus vivencias y percepciones, lo que puede desencadenar retraumatización o confusiones psicotraumáticas.
Por otro lado, las madres se ven enfrentadas a un discurso misógino que actúa como una forma de violencia de género, reproduciendo prejuicios que las catalogan como manipuladores y vengativas. Asimismo, deben deben lidiar con un discurso patriarcal que limita e intimida su capacidad de actuar. Al quitar poder a la madre que busca proteger a su hijo/a se desprotege al niño/a y se le expone a mayores riesgos.
A su vez, tanto niños, niñas y adolescentes como sus cuidadores pueden enfrentar repercusiones legales y sociales, que incluyen la pérdida de la custodia o el acceso restringido a recursos y apoyo. Estas consecuencias no solo afectan a las personas directamente involucradas, sino que también se extienden a otros miembros de la familia, incluidos hermanos y familiares extendidos.
Además, este tipo de situaciones tiene efectos intergeneracionales, influyendo en cómo las futuras generaciones perciben las relaciones familiares y la resolución de conflictos.
Como bien se aborda, el Síndrome de Alienación Parental (SAP) no aparece como trastornos en los principales manuales diagnósticos, como el DSM-V y el CIE-10, debido a su naturaleza pseudocientífica, ya que carece de respaldo empírico y no cuenta con evidencia científica o clínica que lo sustente.
Tanto la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-V) como la Organización Mundial de la Salud (CIE-10) lo han rechazado por la falta de consenso en la comunidad científica, el riesgo de mal uso en litigios, y la complejidad de las dinámicas familiares que no se pueden reducir a este concepto.
Esta teoría ha generado una considerable controversia y ha sido objeto de debates y críticas debido a su uso inapropiado en cuestiones de custodia de NNA.
Abogados defensores y grupos de padres alejados de sus hijos han recurrido a ella, lo que ha suscitado preocupaciones sobre posibles sesgos de género en su definición y aplicación. Mientras que, algunos sectores feministas argumentan que este enfoque es adultista y misógino, perpetuando estereotipos que, en casos de abuso sexual o maltrato, pueden llevar a una revictimización.
Finalmente, desde el área jurídica, se ha optado por distanciarse de este concepto, ya que complica aún más las ya intrincadas dinámicas familiares, lo que podría tener repercusiones negativas.
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