PhD. Mg. Ps. Nicolás Lorenzini
Es Doctor en Psicología Clínica, Educacional y...
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En esta nueva columna de opinión en Adipa, el profesional, PhD. Mg. Ps. Nicolás Lorenzini, nos trae su visión sobre la crisis de replicación y cómo afecta a la psicología clínica.
Te invitamos a deslizar hacia abajo y leer el artículo completo.
En el contexto de estas columnas, cuyo objetivo es contribuir a cerrar la brecha de transmisión entre la producción científica y la práctica clínica que se enriquece con la ciencia, me parece importante que mis colegas se familiaricen con los problemas que tiene la ciencia. Es decir, no todo artículo científico corresponde a la verdad. De ahí que en la cúspide de la ya discutida “jerarquía de la evidencia”, intentamos leer artículos que a su vez resuman muchos artículos en el tema que nos interesa, los meta análisis y las revisiones sistemáticas. A esta altura, la validez de leer ciencia que acumule ciencia es casi obvia. Pero esta obviedad es el resultado de décadas de problemas.
Uno de los problemas es la “crisis de la replicación”, un problema aun vigente, pese a que varias medidas han sido tomadas por la comunidad científica para paliarlo.
La “crisis de la replicación” hace referencia a la creciente preocupación entre los investigadores en todas las ramas de la ciencia por el hecho de que muchos hallazgos científicos publicados no puedan reproducirse de forma coherente, es decir, que muchos resultados a los que se llegan con estudios y experimentos, incluso aquellos de metodología rigurosa, no son obtenidos si se hace el estudio nuevamente, incluso si se repite con igual metodología. La psicología clínica se ha visto especialmente afectada por este problema, ya que numerosos estudios no han logrado replicar los resultados de investigaciones anteriores.
Esta columna del blog ofrecerá una visión general de la crisis de la replicación y su impacto en la psicología clínica. Discutiré algunos de los factores clave que contribuyen a la crisis, así como sus implicaciones para la práctica clínica y la investigación futura. Esto con el objetivo de guiar a mis colegas clínicos, cuyo tiempo es limitado, a considerar qué ciencia leer y aplicar luego en su trabajo con pacientes.
La crisis de replicación se refiere a la incapacidad de los investigadores para reproducir los resultados de estudios anteriores. Este fenómeno es especialmente preocupante en el campo de la psicología clínica, donde muchos estudios se basan en muestras de pequeño tamaño, modelos estadísticos complejos y medidas subjetivas, como los autorreportes y cuestionarios. Cuando los investigadores intentan replicar estos resultados utilizando muestras, métodos o condiciones diferentes, o incluso con la misma metodología, a menudo descubren que los resultados originales no eran tan sólidos como se afirmaba en un principio.
Una de las principales causas de la crisis de la replicación es la presión por publicar. Se incentiva a los investigadores para que produzcan resultados positivos que sean aceptados por revistas de prestigio, en lugar de llevar a cabo una investigación rigurosa y metodológicamente sólida. Muchas universidades en Chile y el mundo de hecho pagan a sus académicos diferentes cantidades de dinero por publicar en revistas más y más prestigiosas. Esto ha dado lugar a una cultura del “sesgo de publicación”, en la que los resultados negativos (aquellos que no resultan en diferencias significativas o confirmaciones de hipótesis) a menudo se ignoran o se entierran en la literatura, mientras que los resultados positivos se enfatizan en exceso. Existen formulas matemáticas para calcular la probabilidad de que un artículo científico es víctima de este sesgo de publicación. (No quisiera desperdiciar el escaso espacio de esta columna para explicar la formula matemática, pero para quienes quieran investigar mas, les recomiendo buscar “gráficos de embudo”).
Otro factor que contribuye a la crisis de la replicación es el uso de prácticas de investigación cuestionables. Entre ellas se encuentran el “p-hacking”, en el que los investigadores manipulan sus datos para producir resultados estadísticamente significativos y el “HARKing”, en el que los investigadores “formulan hipótesis después de conocer los resultados”, creando hipótesis con carácter retroactivo para que se ajusten a sus datos.
Estas prácticas pueden dar lugar a falsos positivos y socavar la validez de los hallazgos científicos. Recordemos que el objetivo último de un estudio científico no es confirmar una hipótesis, sino descartar hipótesis erróneas.
La crisis de la replicación ha tenido un impacto significativo en el campo de la psicología clínica. Muchos estudios que en su día se consideraron “emblemáticos” no se han podido replicar, lo que pone en entredicho la validez de sus hallazgos. Por ejemplo, un estudio publicado en 2003 afirmaba que jugar a un determinado videojuego podía mejorarlas habilidades cognitivas, pero un intento posterior de replicar el estudio no encontró pruebas de este efecto. Otro estudio publicado en 2004 afirmaba que cierto tipo de psicoterapia era eficaz para tratar la depresión, pero un intento de replicación descubrió que la terapia no era más eficaz que un placebo.
La imposibilidad de replicar estos estudios tiene graves implicaciones para la práctica clínica. Si los terapeutas y los médicos se basan en investigaciones erróneas o poco fiables para tomar sus decisiones terapéuticas, pueden estar proporcionando inadvertidamente intervenciones ineficaces o incluso perjudiciales a sus pacientes, pese a que esto clínicos se habrán cuidado de leer acerca de estas intervenciones en revistas científicas revisadas por pares. Esto pone de relieve la importancia de llevar a cabo investigaciones rigurosas y reproducibles en psicología clínica, con el fin de garantizar que las prácticas basadas en la evidencia estén realmente basadas en la evidencia.
Además del impacto en la práctica clínica, la crisis de la replicación también ha erosionado la confianza pública en la ciencia. Cuando las personas escuchan afirmaciones contradictorias sobre la eficacia de determinados tratamientos o intervenciones, pueden mostrarse escépticas o confusas sobre qué creer. Esto puede conducir a una falta de confianza en los hallazgos científicos, lo que puede tener consecuencias de gran alcance sobre todo en la salud y la política pública.
Afortunadamente, existen varias soluciones a la crisis de la replicación que pueden ayudar a mejorar la calidad y la fiabilidad de la investigación en psicología clínica.
Una de las más importantes es el uso del pre-registro (como ya veíamos en columnas anteriores), en el que los investigadores registran públicamente sus hipótesis, métodos y planes de análisis de datos antes de llevar a cabo su estudio. Esto ayuda a evitar el p-hacking y el HARKing, al garantizar que los investigadores no manipulan sus datos o hipótesis para adaptarlos a sus resultados. El pre-registro también permite una investigación más transparente y replicable, ya que otros investigadores pueden verificar los métodos y análisis utilizados en un estudio. Otra solución es el uso de prácticas de ciencia abierta (en inglés: “open science”),como los datos abiertos y la publicación de acceso abierto. Al poner los datos y los resultados de la investigación a disposición del público, otros investigadores pueden reproducir más fácilmente los estudios anteriores y basarse en ellos, lo que aumenta la transparencia y la fiabilidad de la investigación científica. Esto también permite una mayor colaboración e intercambio de ideas, lo que puede conducir a una investigación más innovadora e impactante en psicología clínica. Pero es caro: las editoriales que publican ciencia son también un negocio, y por lo tanto necesitan lectores para sobrevivir. En ciertos países de Europa más y más revistas científicas están dando acceso gratuito a sus páginas, sobre todo a otros investigadores, pagando a la editorial con dineros públicos, con impuestos de todos los habitantes.
También, una solución importante, si no la más importante, es la replicación misma de los estudios. Los intentos de replicación deben fomentarse y priorizarse, ya que ayudan a verificar la solidez y la generalizabilidad de hallazgos anteriores. Los estudios de replicación también pueden revelar las limitaciones de la investigación anterior, ayudando a orientar la investigación y la práctica futuras. Pero muchas veces, y lo he visto incluso en personas escribiendo una tesis de psicología en pregrado, las replicaciones tienen mala fama, no así escribir sobre algo que “nunca nadie haya estudiado antes”.
Por último, es esencial que los investigadores, los clínicos y los responsables políticos den prioridad al uso de prácticas basadas en la evidencia en psicología clínica. Esto significa utilizar intervenciones y tratamientos que hayan sido rigurosamente probados y hayan demostrado su eficacia en múltiples estudios, en lugar de basarse en estudios aislados o en pruebas anecdóticas. Las prácticas basadas en la evidencia pueden ayudar a garantizar que los pacientes reciban la mejor atención posible, minimizando al mismo tiempo el riesgo de daño o de tratamiento ineficaz.
La crisis de la replicación es un reto importante al que se enfrenta el campo de la psicología clínica, con graves implicaciones para la práctica clínica, la salud pública y la investigación científica. Promoviendo prácticas de investigación rigurosas, transparentes y replicables, podemos ayudar a abordar esta crisis y asegurar que las intervenciones basadas en la evidencia estén realmente basadas en la evidencia. Los psicólogos clínicos tienen un papel importante que desempeñar en este esfuerzo, priorizando el uso de prácticas basadas en la evidencia y abogando por estándares de investigación de alta calidad. Juntos, podemos trabajar hacia una ciencia de la psicología clínica más fiable, digna de confianza y con mayor impacto.
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