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Día Internacional de la Juventud: la misión solidaria de JOCAM y ADIPA

En el Día Internacional de la Juventud, jóvenes de la Fundación JOCAM, con el apoyo de ADIPA, llevaron risoterapia y contención emocional a pacientes oncológicos en Perú.

Día Internacional de la Juventud: la misión solidaria de JOCAM y ADIPA

Cada 12 de agosto se conmemora el Día Internacional de la Juventud, una oportunidad para visibilizar el rol de las nuevas generaciones en la construcción de una sociedad más justa, consciente y solidaria. Pero, más allá de las palabras, son las acciones concretas las que marcan la diferencia. Así lo demuestra la experiencia de voluntariado internacional impulsada por la Fundación JOCAM, con el apoyo de Adipa, en el Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas (IREN) Centro, en Perú.

Durante esta intervención, once jóvenes chilenos de diversas disciplinas realizaron una jornada de acompañamiento emocional, a través de la risoterapia. La actividad, desarrollada en una de las principales instituciones oncológicas del país —ubicada en una zona rural y de alta vulnerabilidad—, impactó de forma directa en la salud mental de pacientes, familias y equipos clínicos, integrando el arte, la empatía y el trabajo comunitario como herramientas terapéuticas.

Grupo de jóvenes voluntarios de ADIPA sonriendo en una actividad por el Día Internacional de la Juventud junto a SENAJU

IREN Centro: salud mental en territorios rurales

IREN Centro, ubicado en la provincia de Concepción, región de Junín, es el segundo centro oncológico más importante de Perú. Con capacidad para 90 camas hospitalarias, su labor trasciende lo clínico, al atender a una población mayoritariamente proveniente de sectores rurales, con acceso limitado a servicios especializados en salud mental.

En este contexto, promover el bienestar emocional se vuelve urgente. La convivencia con enfermedades como el cáncer no solo implica intervenciones médicas, sino también procesos emocionales complejos, donde la contención, la escucha y el acompañamiento humano resultan fundamentales.

Para ello, el centro articula un trabajo conjunto entre profesionales de la salud mental y equipos médicos, ofreciendo apoyo psicológico individual, terapias grupales, orientación a familiares y cuidadores, así como intervenciones psicosociales adaptadas a las realidades culturales y lingüísticas de cada paciente. También se realizan actividades educativas y de sensibilización, en coordinación con centros de salud mental comunitarios, para fortalecer la resiliencia, reducir el estigma y favorecer la adherencia a los tratamientos oncológicos.

En un territorio donde las distancias, las creencias y las barreras económicas dificultan el acceso a atención especializada, el trabajo en salud mental del IREN Centro se convierte en un puente que une la medicina con la humanidad, acompañando no solo cuerpos, sino también historias, emociones y esperanzas.

Risoterapia: risa que humaniza

La jornada desarrollada por Fundación JOCAM, en alianza con Doctores de Bola Feliz —agrupación local especializada en risoterapia—, integró presentaciones musicales, dinámicas grupales, visitas personalizadas a habitaciones, entrega de canastas familiares y momentos de conexión auténtica.

La metodología de estos encuentros combina el humor terapéutico con técnicas de comunicación empática, buscando que la risa actúe como catalizador de emociones positivas. Durante las visitas, los “doctores de la risa” utilizan recursos teatrales, improvisación y música para conectar con cada paciente desde su historia y estado emocional, adaptando el lenguaje y las dinámicas según edad, cultura y condición física.

Estas actividades no solo generan instantes de alegría, sino que también propician la expresión emocional, reducen el estrés fisiológico y fortalecen el vínculo entre pacientes, familias y equipo de salud. En un contexto hospitalario, la risa se convierte en un acto que humaniza, rompe la rutina clínica y devuelve un sentido de dignidad al proceso de enfermedad, construyendo un entorno protector que acompaña tanto en el plano físico como emocional.

Risoterapia y salud mental: evidencia desde la teoría

La risoterapia, entendida como el uso intencionado del humor y la risa con fines terapéuticos, ha demostrado tener efectos positivos en la regulación emocional, la adherencia a tratamientos y la percepción del dolor. Más allá de provocar alegría momentánea, se sustenta en bases fisiológicas y psicológicas que respaldan su eficacia.

De acuerdo con Martínez y Ríos (2025), esta técnica favorece la liberación de endorfinas, reduce los niveles de cortisol y fortalece la inmunidad en pacientes hospitalizados, efectos especialmente relevantes en contextos oncológicos, donde el estrés y el dolor son parte del día a día. A nivel psicológico, contribuye a disminuir la ansiedad, mejorar el estado de ánimo y favorecer la motivación para seguir los tratamientos.

Por su parte, Ortiz y Navarro (2025) señalan que el humor en espacios clínicos activa recursos psíquicos de afrontamiento, promueve la resiliencia y permite resignificar el proceso de enfermedad desde una perspectiva más humana y compasiva. Esto implica que la risa no solo es un recurso recreativo, sino un mediador terapéutico que fortalece el vínculo paciente-equipo de salud y crea un clima emocional seguro.

Lo ocurrido en IREN Centro refleja con claridad estos hallazgos: la jornada de risoterapia no fue solo un momento de esparcimiento, sino una intervención que integró teoría y práctica. A través del vínculo, el juego y la risa compartida, se ofreció un respiro emocional y se reafirmó que la salud mental también se cuida desde el lado más humano del cuidado.

Psicología comunitaria y trabajo interdisciplinario: un enfoque que transforma

Esta intervención se enmarca en los principios de la psicología comunitaria, al reconocer a las personas y sus entornos como agentes activos en la construcción de bienestar. Promover la salud mental en hospitales rurales no se limita a intervenir sobre síntomas, sino a favorecer condiciones colectivas de cuidado, participación y apoyo mutuo, capaces de sostenerse en el tiempo.

El equipo voluntario estuvo conformado por estudiantes y profesionales de distintas disciplinas —psicología, medicina, fonoaudiología, trabajo social, pedagogía, entre otras—, lo que permitió integrar miradas complementarias para atender de manera más completa y contextualizada. Las intervenciones clínicas se articularon con acciones psicoeducativas, la orientación social se vinculó con herramientas terapéuticas, y la dimensión pedagógica incorporó actividades lúdicas que facilitaron la expresión y el encuentro.

Durante la jornada, fue posible conocer emprendimientos desarrollados por pacientes y familiares del IREN Centro, quienes compartieron cómo estas iniciativas representan no solo un recurso económico, sino también una estrategia de afrontamiento, sentido de propósito y fortalecimiento de redes de apoyo. Estos espacios de intercambio ejemplifican la acción comunitaria que se impulsa, donde la salud se entiende como un proceso integral que abarca vínculos, capacidades y proyectos de vida.

Tal como plantean Villalobos y Pino (2025), los abordajes comunitarios en salud requieren modelos interdisciplinarios e integradores, donde el conocimiento técnico se combine con la escucha activa y el respeto por los saberes locales. En el IREN Centro, esta articulación permitió que cada actividad —desde una conversación personalizada hasta una intervención grupal— estuviera respaldada por un sustento profesional sólido, al mismo tiempo que preservaba la cercanía y pertinencia cultural necesarias para generar confianza y acompañamiento genuino.

Adipa como un promotor de la salud mental en apoyo a las juventudes

En Adipa entendemos que la formación en salud mental no se limita a las aulas virtuales ni al estudio de teorías. Creemos que el aprendizaje más significativo ocurre cuando el conocimiento se pone en acción, se vive en el territorio y se convierte en un motor de cambio real.

Nuestro propósito —mejorar la salud mental del mundo— se refleja en el respaldo a iniciativas como la Ruta JOCAM, donde jóvenes de distintas disciplinas se movilizan para acompañar, contener y generar bienestar en comunidades que enfrentan contextos de alta vulnerabilidad. En esta misión solidaria en Perú, nuestro apoyo permitió que un equipo de voluntarios llegara hasta un hospital oncológico en zona rural, integrando la empatía, la risoterapia y la psicología comunitaria como herramientas de cuidado integral.

Ser parte de estas experiencias significa tender puentes entre la formación académica y la acción social, impulsando liderazgos juveniles capaces de trabajar de manera interdisciplinaria, comprender las realidades culturales y responder con sensibilidad y rigor a las necesidades de cada comunidad. De esta forma, reafirmamos nuestro compromiso de contribuir a un mundo donde la salud mental sea una prioridad compartida y accesible para todos.

Juventudes con vocación: formar personas que transforman

En un contexto global atravesado por la desconexión emocional y el predominio del individualismo, esta experiencia evidencia que la juventud organizada puede convertirse en agentes de cambio que movilizan toda una comunidad, y por qué no, un país. La salud mental no se limita a manuales o protocolos: se construye en el territorio, a través de la presencia activa, la creatividad y la sensibilidad para reconocer las necesidades de cada persona.

Iniciativas como la Ruta JOCAM, que cuentan con el respaldo de instituciones —en esta ocasión, Adipa—, no solo aportan a las comunidades que reciben las intervenciones, sino que también forman profesionales integrales, es decir, personas conscientes, éticas y con un compromiso genuino en hacer que la salud mental sea considerada una prioridad. Son procesos formativos que trascienden lo académico, cultivando habilidades relacionales, pensamiento crítico y vocación de servicio que puede traspasar fronteras.

La experiencia en IREN Centro no solo marcó un día distinto en la rutina hospitalaria; dejó en claro el potencial del voluntariado juvenil para promover bienestar emocional, fortalecer redes comunitarias y acercar la salud mental a espacios, donde históricamente ha estado ausente.

Como recordó Eduardo Galeano:

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.”

Y en Perú, eso fue exactamente lo que ocurrió: un encuentro, donde la vocación, la solidaridad y el compromiso se convirtieron en cuidado y esperanza para el mundo.

 

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