Licencia

Lunes: aparentemente cada cosa tiene su sustituto. Sustitución que se sucede infinitamente. Me dieron licencia y fui reemplazada por cinco profes más. Martes: inmersa en lo que hallo de mí, no sé qué hacer con los recuerdos desterrados. No sé cómo me siento. Me acuerdo de lo que me dijo ese estudiante y lloro, ahora, sin miedo a que el resto me vea. Miércoles: en un símil de contienda, rendida en mi cama, veo el sinfín de correos del trabajo que sigue sin mí. Siluetas que me culpan bullen dentro de mí, pero aparentemente, cada cosa tiene su sustituto y los demás profesores me siguen reemplazando, como si no tuvieran suficiente. Jueves: hoy me creía mejor, pero siento miedo. Al fin dejé de pensar en el colegio, pero mañana podré estar acá de nuevo haciendo y pensando lo mismo. Viernes: no hallo esa parte de alma que se rehusó a defenderse. Esa que tiene miedo de volver. Lunes: aparentemente, tendré que volver a ese tercero medio como si nada hubiera pasado.