La abuela

Hace meses que la abuela ya no llama a ninguno de sus nietos por su nombre, confunde la sal por el azúcar y aliña las ensaladas con lavalozas, cosas extrañas, pero que el médico dijo que son normales por su condición. A mí me da gracia, porque ya no actúa como la abuela, es como una niña pequeña que constantemente llama a su mamá para solicitarle ayuda por todo. Y es que a mi bisabuela es a la única que no olvida.

Hoy la abuela me reconoció, por unos minutos fue la abuela de siempre, llamó a mi mamá por su nombre y dijo que tenía muchas ganas de comer charquicán. Nos sentamos todos a la mesa para disfrutar aquella comida. Pude notar los ojos de mamá un poco llorosos, pero felices a la vez, solo se dedicaba a consentir a la abuela. Terminada la comida, la abuela volvió a su otra realidad, de nuevo nos miraba extraño, como si no nos conociera, le preguntaba a mamá si ya se podían ir a casa y preguntó a qué hora almorzaríamos. Mamá solo la llevó del brazo a su habitación para que descansara. Ya han pasado meses y el doctor dijo que la abuela cada vez recordaría menos y llegaría el día que incluso se le olvidaría hasta respirar, por eso yo siempre la acompaño, para recordarle todo. Para que de esa forma, aunque se le olvide nuestros nombres, recuerde por lo menos, lo mucho que la amamos.