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Resiliencia

La resiliencia se define como la capacidad de un individuo para resistir y recuperarse de experiencias adversas, manteniendo un funcionamiento adaptativo.

Resiliencia

La resiliencia es un concepto fundamental en psicología y salud mental, relacionado con la capacidad de las personas para afrontar la adversidad y adaptarse positivamente a situaciones de estrés o trauma. Aunque inicialmente vinculado a la física y la ecología, donde se refería a la capacidad de los materiales y ecosistemas para recuperar su estado original tras una perturbación, su aplicación en el ámbito psicosocial ha evolucionado significativamente.

La investigación en neurociencia, psicobiología y teoría del apego ha permitido comprender los mecanismos subyacentes de la resiliencia y sus implicaciones en la intervención clínica.

¿Cuál es el significado de resiliencia?

Desde una perspectiva psicológica, la resiliencia se define como la capacidad de un individuo para resistir y recuperarse de experiencias adversas, manteniendo un funcionamiento adaptativo. Michael Rutter (1999), psiquiatra y pionero en la investigación, conceptualiza la resiliencia como un proceso dinámico en el que interactúan factores biológicos, psicológicos y sociales.

En esta línea, estudios neurobiológicos han demostrado que la respuesta resiliente está mediada por la regulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), con niveles elevados de dehidroepiandrosterona (DHEA) y neuropeptido Y, que contrarrestan el impacto del estrés. Asimismo, las redes neuronales implicadas en la recompensa, el condicionamiento del miedo y la regulación emocional desempeñan un papel clave en la capacidad resiliente.

Características de una persona resiliente

Las personas resilientes presentan una serie de rasgos psicológicos y habilidades que facilitan su adaptación ante el estrés y la adversidad. Harvey (2007), un investigador destacado en el estudio de la resiliencia, identificó una serie de características cuya integridad o deterioro influyen directamente en la capacidad resiliente de una persona. Cabe destacar que el término “daño” en este contexto hace referencia a la alteración o deficiencia en estos procesos psicológicos, lo que puede comprometer la capacidad de afrontamiento del individuo frente a la adversidad.

  1. Control del proceso de recuerdo de las experiencias traumáticas: La capacidad para modular la evocación de eventos traumáticos, evitando la rumiación excesiva o la supresión total de los recuerdos.
  2. Integración de la memoria y los afectos: Procesar las memorias traumáticas de manera que no generen una desconexión emocional o fragmentación cognitiva.
  3. Regulación de los afectos en relación al trauma: La capacidad de gestionar las emociones intensas derivadas de experiencias adversas sin que estas interfieran en el funcionamiento diario.
  4. Dominio de la sintomatología: Habilidad para minimizar y manejar los síntomas derivados del trauma, como la ansiedad, la hipervigilancia o el entumecimiento emocional.
  5. Autoestima: Percepción positiva de uno mismo, fundamental para afrontar desafíos sin sentirse derrotado.
  6. Cohesión interna (pensamientos, afectos y acciones): Capacidad de integrar emociones, cogniciones y conductas de manera coherente, lo que facilita respuestas adaptativas.
  7. Establecimiento de vínculos seguros: Construcción de relaciones interpersonales estables y confiables, esenciales para el apoyo emocional y la regulación afectiva.
  8. Comprensión del impacto del trauma: Capacidad para reflexionar sobre el trauma y sus efectos, facilitando el proceso de adaptación y recuperación.
  9. Elaboración de un significado positivo: Reinterpretación de la adversidad de manera que genere aprendizaje y crecimiento personal.

Estos elementos son factores clave para la resiliencia porque permiten que el individuo mantenga un equilibrio psicológico ante la adversidad, facilitando una adaptación efectiva y una recuperación óptima tras eventos traumáticos.

¿Es posible medir la resiliencia?

La resiliencia puede ser evaluada mediante diversas herramientas psicométricas diseñadas para medir la capacidad de afrontamiento y adaptación de un individuo. Instrumentos como la Escala de Resiliencia de Connor-Davidson (CD-RISC) y la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young han sido ampliamente utilizados en la investigación psicológica para identificar niveles de resiliencia en diferentes poblaciones. Estas consideran factores como la percepción de control, el apoyo social y la capacidad de afrontamiento activo.

Desde un enfoque biológico, la resiliencia también puede ser comprendida a través del concepto de alostasis, que se refiere a la capacidad del organismo para mantener la estabilidad mediante el cambio, y es que la regulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA) y la actividad del sistema nervioso autónomo desempeñan un papel clave en este proceso.

La medición de marcadores biológicos como el cortisol, la variabilidad de la frecuencia cardíaca y los niveles de neuropeptidos como la oxitocina y el neuropéptido permiten evaluar la capacidad de un individuo para adaptarse al estrés y regular sus respuestas fisiológicas. Este enfoque integrado de medición psicológica y biológica proporciona una visión más completa de la resiliencia y sus mecanismos subyacentes.

¿Cuáles son los 4 tipos de resiliencia?

Existen cuatro tipos de resiliencia según el contexto en el que se aplique:

  1. Resiliencia emocional: Se refiere a la capacidad de manejar el estrés, la ansiedad y las emociones negativas frente a situaciones difíciles. Incluye la regulación emocional, la autoconciencia y la capacidad de mantener una actitud positiva.
  2. Resiliencia cognitiva: Es la habilidad para resolver problemas, tomar decisiones bajo presión y adaptarse mentalmente a nuevos desafíos. Implica el pensamiento flexible, la creatividad y la capacidad de aprender de la adversidad.
  3. Resiliencia física: Hace referencia a la capacidad del cuerpo para resistir y recuperarse de enfermedades, lesiones o fatiga. Se relaciona con hábitos saludables, como una buena alimentación, ejercicio regular y descanso adecuado.
  4. Resiliencia social: Es la capacidad de apoyarse en redes de apoyo, como familiares, amigos o comunidades, para superar momentos difíciles. Incluye la comunicación efectiva, la empatía y la construcción de relaciones sólidas.

Fuentes

Monroy Cortés, B. G., & Palacios Cruz, L. (2011). Resiliencia:¿ Es posible medirla e influir en ella?. Salud mental, 34(3), 237-246.

Piaggio, A. M. R. (2009). Resiliencia. Revista psicopedagogía, 26(80), 291-302.

Truffino, J. C. (2010). Resiliencia: una aproximación al concepto. Revista de Psiquiatría y Salud mental, 3(4), 145-151.

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Glosario de términos y conceptos relacionados a salud mental

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REM
El sueño REM es una fase fundamental del ciclo del sueño, caracterizada por intensa actividad cerebral, movimientos oculares rápidos y atonía muscular. Su regulación neurobiológica y su papel en la consolidación de la memoria y la regulación emocional lo convierten en un proceso clave para el bienestar cognitivo y psicológico.
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