Como psicólogos, formamos parte de una comunidad que necesita de ciertos principios y fundamentos éticos esenciales para coexistir. Estos principios tienen como objetivo guiar nuestra labor hacia la promoción del bienestar y la dignidad tanto de nosotros mismos como de nuestros clientes o consultantes.
La intuición personal, el sentir o el juicio propio no son suficientes para tomar decisiones acertadas y beneficiosas. Nuestro rol implica no solo acompañar, ayudar y orientar, sino también dirigir nuestras acciones y decisiones de una manera ética que nos permita asumir responsabilidades y protegernos.
Principios éticos
De acuerdo con la APA (American Psychological Association), organización científica y profesional de psicólogos en E.E.U.U, los principios éticos generales de un psicólogo son (2003):
- Principio de beneficencia y no maleficencia: Los psicólogos se esfuerzan por hacer el bien a aquellos con quienes interactúan profesionalmente y asumen la responsabilidad de no hacer daño.
- Principio de fidelidad y responsabilidad: Los psicólogos establecen relaciones de confianza con aquellos con quienes trabajan. Son conscientes de sus responsabilidades profesionales y científicas hacia la sociedad y las comunidades específicas donde interactúan.
- Principio de integridad: Los psicólogos buscan promover la exactitud, honestidad y veracidad en la ciencia, docencia y práctica de la psicología.
- Principio de justicia: Los psicólogos reconocen que la imparcialidad y la justicia permiten que todas las personas accedan y se beneficien de los aportes de la psicología.
- Principio de respeto por los derechos y la dignidad de las personas: Los psicólogos respetan la dignidad y el valor de todas las personas y el derecho a la privacidad, a la confidencialidad y a la autodeterminación de los individuos.
Cuando la ética puede visualizarse en su aplicación, ofrece pautas, dirección y claridad en la toma de decisiones, contribuyendo a la definición de valores, actitudes y prácticas idóneas que son fundamentales. Algunas personas pueden cuestionar si seguir estos principios éticos establecidos limita la libertad del psicólogo para tomar decisiones de manera autónoma. Se argumenta que al adherirse a un conjunto fijo de normas éticas uno podría estar renunciando a su autonomía profesional y capacidad de actuar según sus propios criterios.
No obstante, adherirse a principios éticos sólidos puede llevar a una mayor coherencia interna y a vivir con más autenticidad y sentido de propósito en la práctica profesional, lo que, a su vez, puede conducir a una mayor satisfacción laboral.
Además, seguir estos principios no implica necesariamente una adhesión ciega a normas externas sin cuestionarlas. Una parte integral de la ética en la práctica psicológica es la reflexión crítica sobre nuestras intervenciones y elecciones, tomando decisiones informadas que estén alineadas con nuestros principios éticos y el bienestar de nuestros clientes o consultantes.
Esta reflexión nos permite asumir responsabilidades y comprometernos a alcanzar estándares más altos y mejores dentro de la práctica en la psicología y en la generación de conocimiento en este campo.
En resumen, los principios éticos proporcionan una estructura que sostiene la integridad profesional, la responsabilidad y el compromiso y que sirven como el fundamento sobre el cual se construyen todas las acciones y decisiones del psicólogo. Son los cimientos sobre los cuales se apoya la práctica y la generación de conocimiento en relación con uno mismo, los demás y la sociedad.
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